viernes 04 de julio de 2025

La carta de un rugbier por el acoso en la U y el crimen de Villa Gesell: "Fuimos nosotros"

En medio de los hechos que pusieron a este deporte en el centro de la escena, un joven escritor y jugador en Atlético del Rosario publicó una fuerte crítica a todo el mundo del rugby y los valores que rodean a sus deportistas. El texto se hizo viral en las redes sociales y despertó todo tipo de reacciones entre los usuarios.

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El rugbier Tomás Hodgers escribió una dura carta, tras el asesinato de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell y la denuncia por el acoso que sufrieron varias jóvenes platenses a manos de varios deportistas del Club Universitario de La Plata (CULP). El joven, abogado y escritor, no se guardó nada y criticó fuertemente las argumentaciones que se utilizan como paraguas protector e hizo un llamado para cambiar estas costumbres que rodean la formación de los futuros jugadores.

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"Nadie se animó a decir que fuimos nosotros. Nosotros, los que vivimos en el hermético mundo del rugby, nos convencemos de que no tenemos nada que ver con diez u once loquitos que le pegan en el piso a un pobre pibe hasta matarlo. Nos desentendemos. Eso viene de casa, decimos para sentirnos mejor", comienza el escrito de Hodgers. En ese sentido, señaló que muchos de ellos se indignan porque los estigmatizan a todos y agregó: "Argumentamos que nuestros valores son superlativos y que no existe deporte más digno y honorable que el nuestro. Decimos que es un deporte de bestias jugado por caballeros y se nos infla el pecho".

La carta fue publicada en las redes sociales y despertó todo tipo de opiniones entre quienes afirman que lo sucedido en Villa Gesell no tiene relación con el mundo del rugby y aquellos que se animaron a contar distintas experiencias con los deportistas. "Nadie se hizo cargo ni pidió perdón. Pero sí, fuimos nosotros, los que habitamos el diminuto mundo del rugby, los que formamos a once desquiciados que mataron con saña y odio a un pendejo indefenso", señaló Hodgers.

En la carta, el joven enumeró varios escándalos que tuvieron como protagonistas a rugbiers de distintos clubes del país, incluido el acoso que sufrió un grupo de jóvenes por parte de deportistas de la U. "Lamentablemente también eran nuestros los acusados de violar entre cinco personas a una chica en La Plata y los que golpearon salvajemente a un linyera en Olivos porque estaban aburridos. También eran colegas los que abusaron de una chica en Miramar, los que le desfiguraron la cara a un pibito en Quilmes por chocar un auto y los tucumanos que casi matan a un empleado de un boliche en Pinamar. Es jugador de rugby, también, el rosarino al que filmaron golpeando salvajemente a su novia y que hoy camina como si nada hubiese pasado. Digámoslo, fuimos nosotros", remarcó.

Consternado, el jugador de Atlético del Rosario invitó a todos los integrantes del mundo del rugby a realizar una dura autocritica para empezar a cambiar las conductas que tienen cada vez que salen de la cancha y a hacerse cargo del trágico hecho que terminó con la vida de Fernando Báez Sosa.

"Diciendo que fuimos nosotros vamos a poder mirar a los ojos a todas esas víctimas y pedirles perdón sin vergüenza. Vamos a poder decirles que somos responsables, pero que vamos a hacer todo lo posible para cambiar todo lo mal que se está haciendo. Como jugador de rugby le pido a todos los que formamos parte de este ecosistema que seamos los primeros que denunciamos y repudiamos estas cosas y no los principales encubridores de un amigo o conocido del club. Tengamos los mismos huevos que tenemos en una cancha para mirar a la cara a ese padre, destruido por la muerte de su hijo por once cobardes y hacernos cargo. Digámoslo, fuimos nosotros, e intentemos cambiar", cierra el escrito.

LA CARTA COMPLETA

Sí, fuimos nosotros

Nadie se animó a decir que fuimos nosotros. Nosotros, los que vivimos en el hermético mundo del rugby, nos convencemos de que no tenemos nada que ver con diez u once loquitos que le pegan en el piso a un pobre pibe hasta matarlo. Nos desentendemos. Eso viene de casa, decimos para sentirnos mejor. Nos indignamos porque creemos que nos estigmatizan, que nos ponen a todos en una misma bolsa e intentamos impetuosamente mostrarle a la sociedad que tan equivocada está con ese prejuicio. Argumentamos que nuestros valores son superlativos y que no existe deporte más digno y honorable que el nuestro. Decimos que es un deporte de bestias jugado por caballeros y se nos infla el pecho.

Nos llenamos la boca hablando de Nelson Mandela y del respeto al árbitro, del tercer tiempo y de la camaradería. De la buena fe dentro de una cancha y del respeto a la autoridad. Nos creemos el ejemplo y nos creemos moral y físicamente superiores al resto. Es por este narcisismo colectivo, por este convencimiento ficticio que tenemos de nosotros mismos que nadie, ni una sola persona en el ambiente rugby se animó a decir que fuimos nosotros. ´

Nadie se hizo cargo ni pidió perdón. Pero sí, fuimos nosotros, los que habitamos el diminuto mundo del rugby , los que formamos a once desquiciados que mataron con saña y odio a un pendejo indefenso. Lamentablemente también eran nuestros los acusados de violar entre cinco personas a una chica en La Plata, y los que golpearon salvajemente a un linyera en Olivos porque estaban aburridos. También eran colegas los que abusaron de una chica en Miramar, los que le desfiguraron la cara a un pibito en Quilmes por chocar un auto y los tucumanos que casi matan a un empleado de un boliche en Pinamar. Es jugador de rugby, también, el rosarino al que filmaron golpeando salvajemente a su novia y que hoy camina como si nada hubiese pasado. Digámoslo, fuimos nosotros.

Diciendo que fuimos nosotros vamos a poder mirar a los ojos a todas esas víctimas y pedirles perdón sin vergüenza. Vamos a poder decirles que somos responsables, pero que vamos a hacer todo lo posible para cambiar todo lo mal que se está haciendo. Como jugador de rugby le pido a todos los que formamos parte de este ecosistema que seamos los primeros que denunciamos y repudiamos estas cosas y no los principales encubridores de un amigo o conocido del club. Tengamos los mismos huevos que tenemos en una cancha para mirar a la cara a ese padre, destruido por la muerte de su hijo por once cobardes y hacernos cargo. Digámoslo, fuimos nosotros, e intentemos cambiar.

Tomas Hodgers

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