viernes 06 de junio de 2025

A 31 años de la aventura de Gimnasia en el invierno de Japón tras ganar la Copa Centenario

El sábado 26 de febrero de 1994, Gimnasia, con Roberto Perfumo como DT, jugó una inédita final contra el Kawasaki Verdy, por la Copa Sanwa Bank.

En todas las radios sonaba "Matador" de Los Fabulosos Cadillacs y estaba empezando a llegar desde Estados Unidos "Crazy", de Aerosmith. Además, en los cines se proyectaba "Philadelphia", aquel drama dirigido por Jonathan Demme en el que Tom Hanks encarna a un enfermo de SIDA; y en la televisión Roberto Galán conducía "Yo me quiero casar ¿y usted?", un par de horas antes del éxito del momento, "Montaña rusa".

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Aquel mes había empezado con el escándalo en la casaquinta que Diego Maradona tenía en Moreno, cuando el mejor jugador de todos los tiempos -que días atrás había rescindido su contrato con Newell's- echó a los tiros con un rifle de aire comprimido a un grupo de periodistas y fotógrafos que lo esperaba en la entrada. El 10, cuatro meses después jugaría el Mundial de Estados Unidos en aquella recordada Selección argentina del Coco Basile.

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La final de Gimnasia en Japón, en los medios de aquel país.

La final de Gimnasia en Japón, en los medios de aquel país.

El mundo seguía atento el desarrollo de la guerra de Bosnia, el Papa Juan Pablo II condenaba al matrimonio homosexual y en nuestro país el presidente Carlos Menem proponía dictar clases los sábados para recuperar los días perdidos por los paros docentes -por ese entonces corría riesgo el inicio del ciclo lectivo porque los gremios reclamaban aumento-.

El verano atravesaba su tramo final y Carrefour anunciaba sus últimas ofertas, con ventiladores de techo a 54 pesos y de pie a $39,90. Mientras tanto, Gimnasia continuaba festejando la copa que conmemoraba los cien años de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y se preparaba para viajar a Japón, una aventura inédita en la historia del club.

Japoneses en el Bosque y viaje a Tokio

El Lobo comenzó febrero realizando una puesta a punto de ocho días en Sierra de la Ventana con la mira en sus dos rivales japoneses: al primero lo iba a enfrentar en Argentina y al segundo, allá. El domingo 13 de febrero de 1994 Gimnasia celebró con su gente la obtención de la Copa Centenario jugando un amistoso en el Estadio del Bosque contra el Yokohama Marinos.

Era la previa al viaje a Tokio que el equipo dirigido por Roberto Perfumo emprendería un par de semanas después. Los asiáticos, que contaban en sus filas con los argentinos Gustavo Zapata (hizo un gol), David Bisconti, Ramón Ismael Medina Bello y Ramón Díaz, ganaron el amistoso 2 a 1. La agenda iba a continuar con una serie de vuelos extenuantes: pasadas las 5 de la tarde del 19 de febrero un avión de la empresa brasileña Varig los llevaría a San Pablo, ciudad en la que harían una escala de cuatro horas, previo a un nuevo vuelo de casi 12 horas hasta Los Ángeles, en Estados Unidos.

Tras esa parada, ahora sí viajarían hasta la capital japonesa para descansar en el Takanawa Prince Hotel. A ese destino llegaron 48 horas después del despegue inicial y luego de atravesar una tormenta minutos antes del aterrizaje. El martes 22 se llevó a cabo el primer entrenamiento en tierras niponas, en el Tokio Gas Ground. "Aunque a nosotros nos cueste creer, el sumo -esa especie de lucha entre dos gordos inmensos- es el deporte que arrastra más gente en Japón. Después siguen el beisbol y el golf en la preferencia popular y luego recién se podría ubicar el fútbol", describía con sorpresa una nota del diario El Día del domingo 6 de febrero de aquel año.

El rival del Lobo iba a ser el Kawasaki Verdy, primer campeón de la J1 League, creada en 1992. En aquel país se esperaba con entusiasmo el choque contra Gimnasia porque era una manera de codearse con equipos de países futboleros y de esta manera ocupar las primeras planas de los medios: el Gobierno japonés se había propuesto organizar el Mundial Corea-Japón 2002, cosa que finalmente ocurrió.

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El equipo del Lobo que ganó la Copa Centenario el 30 de enero de 1994.

El equipo del Lobo que ganó la Copa Centenario el 30 de enero de 1994.

En la previa de la final en el Estadio Nacional de Tokio, el Indio Darío Ortiz -capitán de Gimnasia-, brindaba una entrevista a aquel periódico en la que concluía que tras ver los videos del rival, "a grandes rasgos los japoneses son como los ingleses: están acostumbrados a manejar la pelota y cuando se la quitan, se pierden". Además, respondió un ping pong en el que dijo que Estudiantes "para mí no existe", que Raúl Alfonsín es "un buen político", que César Luis Menotti es "un técnico que jerarquizó al fútbol argentino", que Carlos Bilardo "es pincha", que la Madre Teresa de Calcuta es "un ejemplo" y que Moria Casán "creó una linda playa".

"La delegación de Gimnasia, que encabeza Héctor Delmar, su presidente, se destaca por la impecable vestimenta: camisa blanca, corbata al tono, saco negro cruzado, pantalón gris y zapatos negros, y quedó bárbaro con el secretario de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF), Eduardo De Luca, que representa a la entidad con motivo del partido en cuestión, al hacerle entrega de un bonito reloj", relataba otra crónica. La Copa Sanwa Bank -que luego mutaría a la Suruga Bank- entregaría 200 mil dólares al perdedor y 300 mil al ganador.

La delegación completa estuvo integrada por dieciocho jugadores, cinco miembros del cuerpo técnico, el personal de utilería, el doctor Vicente Paus y seis dirigentes. Algunos de los apellidos que se destacaron en aquel histórico plantel fueron Noce, Sanguinetti, Ortiz, Morant, Dopazo, Bianco, Guerra, San Esteban y por supuesto los hermanos Barros Schelotto, entre otros.

Después del descanso y el primer entrenamiento, los jugadores disfrutaron de una cena en el hotel que consistió de una sopa de verduras, pollo al horno con puré de papas, ensalada de frutas y agua mineral.

El sake y el Chaucha

Como parte de las actividades amistosas que dispuso la organización, se realizó un bautismo de toneles de sake, el licor tradicional japonés, y dejó una anécdota que luego recordaron entre risas en la delegación platense.

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Los afiches que repartieron los organizadores a los hinchas en la previa del partido en el Estadio Nacional de Tokio.

Los afiches que repartieron los organizadores a los hinchas en la previa del partido en el Estadio Nacional de Tokio.

En el escenario del Salón del Centro de Convenciones había dos toneles con 200 litros de esta bebida legendaria que tenían una enorme tapa de madera, y cada vez que un locutor contaba hasta tres, las personas que rodeaban los envases los golpeaban con unos mazos. En uno de los dos toneles estaban ubicados el ídolo del Kawasaki Verdy, Miura; el vicepresidente de la Liga Japonesa; el campeón de sumo de la última temporada, Akiebono; y el Indio Ortiz junto a Javier Lavallén.

Ansioso, el "Lolo" bajó el mazo "como si le quisiera partir la cabeza a un jabalí", según se relató en otra nota, antes de que el locutor dijera tres, y salpicó con sake al dirigente japonés. "Como la ceremonia se tuvo que repetir, el arquero mens sana tuvo que aprobar un curso intensivo para aprender a contar en japonés", contó el enviado especial.

Los hinchas presentes en el mítico Estadio Nacional de Tokio deambularon antes por las calles de la capital japonesa y participaron de diversos tours turísticos, destacándose las visitas a los distintos centros de venta de artículos electrónicos. Los japoneses, unos adelantados en tecnología, sorprendieron a los argentinos con las novedades de la época, pero casi nadie pudo comprar nada porque todo era carísimo.

Los jugadores de Gimnasia, que también caminaron por el centro de la ciudad, provocaron las risas de los locales cada vez que llamaban a José María Bianco por su apodo. Cuando alguien pronunciaba la palabra "Chaucha", los japoneses se reían. "¿A qué se debía? a que en Japón, 'chaucha' es como el 'colita' argentino, o sea, es el nombre más habitual con el que se bautiza a los perros", dice una nota de color que publicó El Día.

Tres horas antes del partido, los hinchas de Gimnasia se concentraron en el hotel Takanawa Prince y maravillaron a los japoneses con las banderas y los cantitos. Luego fueron al estadio en el tren urbano desde la estación Shinagawa y entre todos se olvidaron por un rato del frío: la noche anterior el termómetro había marcado 3 grados bajo cero.

El partido

La final, que fue transmitida de manera exclusiva por el canal 59 de TV Selectiva, contó con 60 mil entradas agotadas que tuvieron un valor de entre 2 mil y 7 mil yenes, o sea entre 20 y 70 dólares. Durante los días previos al sábado 26 de febrero fueron llegando en distintos vuelos pequeños grupos de hinchas triperos. El cálculo final fue de alrededor de 80 platenses que decidieron emprender una travesía inimaginable para seguir al Lobo.

Embed - Gimnasia en Japón. Relato local. Completo.

Un par de días antes del partido, Gimnasia jugó un nuevo amistoso contra el Yokohama Marinos, en el que ahora sí ganó, 2 a 1. Pero la nota fue la trompada que el delantero uruguayo Hugo Romeo Guerra le pegó al zaguero japonés Omura, luego de que este le entrara con fuerza en una jugada. El árbitro -Norberto Pachamé, preparador físico de los japoneses- los tuvo que separar. "No aguanté más y le tiré un cachetazo, me pegó cada vez que tomé contacto con la pelota", había declarado el jugador tripero minutos después.

Guerra, que estuvo en duda hasta último momento, finalmente fue titular. El pitazo inicial se produjo a las 00 horas del sábado 26 -12 del mediodía en Tokio- y Gimnasia salió a la cancha con Lavallén; Sanguinetti, Morant, Ortiz y Dopazo; Pablo Fernández, Bianco, Favio Fernández y Gustavo Barros Schelotto; Guerra y Guillermo Barros Schelotto. El partido, que se puede ver completo en YouTube y con relatos y comentarios en japonés, terminó 2 a 2, con derrota del Lobo (2 - 4) por penales.

Las crónicas del día después indicaron que fue una final muy disputada, con un equipo japonés que complicó más de la cuenta a los dirigidos por Perfumo. El 1 a 0 fue un cabezazo del goleador Guerra durante el primer tiempo; el empate lo hizo Miura apenas comenzado el complemento; el 2 a 1 lo decretó Guillermo Barros Schelotto y el 2 a 2 final fue obra del brasileño Barreto Faria Bismarck. En los penales, el arquero nipón le atajó los tiros a Guillermo y a Pablo Fernández, y por eso los locales terminaron levantando el trofeo.

El árbitro de Malasia había expulsado a Kikuchi, arquero japonés, al término del primer tiempo. Todo parecía quedar inclinado a favor del Lobo pero la balanza se equiparó después, cuando Morant hizo una travesura: tras un centro al área simuló cabecear y empujó la pelota al fondo de la red con la mano, entonces se ganó la tarjeta roja por segunda amarilla.

Cámaras de fotos, discmans y vuelta a La Plata

Tras la derrota, el ánimo de la delegación argentina estaba por el piso. "Es lógico que ahora estemos todos muy bajoneados. Sería terrible que eso no ocurriera, pero no me preocupa respecto al trabajo de los próximos días. Cuando lleguemos a La Plata todos nos vamos a sentir bastante mejor y empezaremos a trabajar con las energías puestas en el partido frente a Banfield", dijo Perfumo.

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Foto: Subcomisión de Cultura de Gimnasia y Esgrima La Plata.

Foto: Subcomisión de Cultura de Gimnasia y Esgrima La Plata.

Por su parte, la Embajada Argentina organizó una recepción en su sede, encabezada por el Embajador José Ramón Sanchís Muñoz y su esposa Polly Ferman. En la previa muchos imaginaban que este agasajo sería con festejos, pero la derrota canceló la algarabía.

El Moncho Fernández, que había recibido un cheque de 5 mil dólares por haber sido elegido el mejor jugador del equipo perdedor, dijo con bronca que "la ilusión que trajimos desde La Plata se hizo pedazos", aunque describió a la experiencia como "un viaje extraordinario". El último día de Gimnasia en Japón tuvo a los jugadores recorriendo los comercios de artículos electrónicos en la zona de Akihabara. Algunos futbolistas se animaron y compraron modernas filmadoras, cámaras fotográficas y discmans, el aparato estrella de los noventa.

Una combi los trasladó al aeropuerto internacional de Narita y así comenzó el periplo de vuelta. Fueron 32 horas de vuelo con distintas escalas en Los Ángeles y San Pablo. El avión aterrizó en Ezeiza pasado el mediodía del martes 1 de marzo. "Este golpe debe retemplarnos. La actividad de Gimnasia no otorga respiros", concluyó Perfumo.

El Lobo encararía el tramo final del Torneo Apertura 1993 y meses más tarde le daría la bienvenida a Carlos Timoteo Griguol. El resto es historia conocida.

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