domingo 17 de marzo de 2024

De promesa del Lobo a la industria del cine: ¿qué fue de la vida de Mauro Airez?

En Portugal encontramos al personaje de este fin de semana. Fue una de las grandes promesas de las juveniles de Gimnasia, peleó por un lugar en la lista definitiva para el Mundial de Italia en 1990. El fútbol es un gran recuerdo para él, pero ya no lo juega ni con amigos. Mauro Gabriel Airez nació en Verónica, triunfó en La Plata y hoy, a los 50 años, está vinculado al y la televisión.

La charla plagada de recuerdos y emociones comenzó por su actualidad: “Mi vida pasa por el cine, la publicidad, la tele. Soy asistente electricista. Me dedico a la parte de iluminación en películas, novelas, programas. Viene mucha gente a Portugal a filmar. Me tocó trabajar en grabaciones con actores y actrices muy conocidos, como por ejemplo Sonia Braga y el trabajo después se ve en todo el mundo”.

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Aquél delantero potente, de buena técnica, decidió radicarse en Portugal, país al que llegó en 1991 para iniciar su carrera europea y lo tomó como propio: “Es un país chiquito pero un paraíso. No escapa a cualquier crisis de otros lugares europeos pero es muy estable, seguro, no hay cuestiones de género, hay mucho respeto”.

“Cuando tenés una familia son cosas que pensás mucho. En el 2010 intenté volver a la Argentina y no me adapté. Duele que en mi país haya tanta falta de ética, de respeto por el otro, una inseguridad total hasta en las cuestiones de tránsito. Me volví. Si tengo que definir al país y lo comparo con un equipo diría que no tiene un estilo, no sabe para dónde ir, es muy feo verlo así y dudo que haya un gran cambio, dudo que pueda mejorar”, analiza Mauro.

SUS RECUERDOS DE GIMNASIA

“De mi época en Gimnasia podría escribir un libro. Ahí me crié, llegué a jugar en Primera. Compartí la pensión con el ‘Pájaro’ Gómez, el ‘Cabezón’ Dopazo y tantos otros. El cocinero era el papá del ‘Negro’ Jorge Merlo. Se encargaba de todo lo que necesitábamos Juan Carlos Basílico, un señor con todas las letras”, recuerda.

“También puedo mencionar a la familia Dallarrosa, que el hijo jugaba con nosotros, con la gente del básquet, del vóley. Eramos todos una gran familia y todo lo que uno se acuerda es muy lindo”, agrega.

En el diálogo con 0221.com.ar que traía un recuerdo tras otro apareció el fútbol en su estado puro y Airez desempolvó recuerdos: “Los clásicos siempre tenían un condimento especial por la adrenalina previa, son un sentimiento más fuerte, pero para mí todos los partidos eran iguales. Yo entrenaba como jugaba, sin guardarme nada, era algo genético”.

A la hora de pensar un partido y goles especiales asegura que se queda "con un partido que le ganamos a River en el Monumental, con goles del ‘Pampa’ Gambier, de Carlos Russo y yo marco el tercero. Venían de salir campeones del mundo en Tokio, eran un gran equipo, pero nosotros jugamos muy bien, Teníamos un equipo muy equilibrado”.

Mauro Airez con la camiseta del Lobo disputó tres clásicos en primera y los tres terminaron empatados. Debutó precisamente en uno de ellos, que culminó 1 a 1 el 4 de octubre de 1987 y a los 30 de la parte final el técnico Eduardo Solari lo hizo entrar por Gerardo González.

 “Ese gol fue importante, pero me quedo con uno que hice en cancha de Ferro, ganamos por goleada, yo se la pico a Fabián Cancelarich, fue espectacular. Fue un gol lleno de técnica y magia”, rememora lleno de nostalgias y risas.

En Gimnasia jugó 61 partidos y convirtió 13 goles. La última vez en el Lobo fue el 22 de junio de 1989 en la derrota ante Argentinos por 4 a 1. El entrenador era Roberto Di Plácido.

Si bien se siente un tripero más, hay lazos que lo unen a gente de Estudiantes, a su compañero de juveniles Alejandro “Poroto” Russo y a su entrenador en la etapa de selección, Carlos Bilardo.

“En la selección tuve la suerte de pasar por casi todas. Jugué un Sudamericano en Colombia, un Panamaricano en Indianápolis, los Juegos Olímpicos de Seúl en el 88, estuve en toda la pretemporada previa al Mundial de Italia. Con ‘Poroto’ viajábamos juntos, un fenómeno, éramos muy unidos y compartimos muchas cosas más allá de las rivalidades de Gimnasia y Estudiantes”.

Más adelante habla del “Narigón” y destaca que “más allá de mis raíces en Gimnasia, de Bilardo aprendí muchísimo, cómo debía manejarme dentro y fuera de la cancha. Ojalá se mejore, tengo un gran recuerdo de él y siempre fue muy sincero. Era mi etapa de Independiente, Pastoriza no me ponía y eso me perjudicó. Fue muy sincero cuando me tuvo que dejar afuera de la lista definitiva para el mundial. También le tocó a Simeone en ese momento”.

En el país jugó también en Argentinos y en Independiente, le tocó jugar en la selección mayor 5 partidos y anotar un gol. En Portugal construyó su carrera en Belenenses, Benfica, Estrella Amadora y Estoril. Jugó en esa liga más de 130 partidos y gritó 33 goles.

GOLPES Y VOLVER A EMPEZAR

Airez recuerda el tiempo después del futbolista y algunos tropiezos: “La etapa post jugador es difícil para todos, uno cambia de estilo de vida, se te corta todo. No me fue bien con las inversiones, me equivoqué en poner negocios en vez de invertir en cuestiones inmobiliarias que es más seguro. Confié en personas equivocadas y casi toda la plata que gané en el fútbol la tuve que usar para saldar deudas y limpiar mi nombre”.

El nacido en Verónica agregó que intentó seguir ligado al fútbol con la empresa que le representaba, "pero el famoso corralito se llevó todo y dije basta. En el 2007 empecé con esto, de a poco, fui aprendiendo, superé pruebas, me hacía falta, disfruto lo que hago y la cantidad de películas en las que pudimos participar con lo nuestro me hace muy feliz”.

Mauro recuerda como su “gran ídolo” al padre que perdió hace poco. Hoy camina junto a Sonia, su compañera desde hace 7 años, con quien tiene un hijo de 6 (Martín). Además la familia la completa Diego, de 21 años, hijo de su compañera y a la distancia lo une el amor de Marte y Maura.

Por problemas físicos ya no juega al fútbol ni con amigos, “mi cadera y algunos trastornos más me lo impiden, el físico no me ayuda y no puedo arriesgar, cuido lo que tengo y siempre pienso en que mi familia esté bien”.

El final de la nota llega con recuerdos y una nostalgia que fue el denominador común después de tanto tiempo sin encontrarnos con un personaje de gran calidez.

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