La elefanta de la ciudad debió ser sedada por los especialistas para evitar un mayor sufrimiento y ante un cuadro irreversible. Pelusa, que permanecía acostada desde el último viernes, se encontraba en un delicado estado de salud y, a pesar de los esfuerzos, nada se pudo hacer para salvarla.
El fiscal Marcelo Romero, encargado de la UFI dedicada al maltrato animal; el titular del Juzgado de Garantías 4, Juan Pablo Masi; personal de la Defensoría del Pueblo bonaerense y la Defensora Ciudadana de La Plata; y el Decano de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de La Plata, Marcelo Pecoraro, acompañaron finalmente la solicitud planteada por las autoridades del Zoo local, en base al diagnóstico planteado el equipo veterinario y los especialistas del Santuario de Elefantes de Brasil junto a la Fundación Franz Webery.
Según el parte oficial, los chequeos de laboratorio "fueron progresivamente brindando valores negativos". A las 6 Pelusa orinó por última vez y comenzó a mostrar signos subjetivos de incomodidad que hasta el momento no se habían visto, por lo que se decidió sedarla. "En horas de la tarde, a pesar de la sedación, continúo con signos de malestar", precisó el Municipio.
"Luego de 60 horas de control y considerando que el cuadro es irreversible y al no tener soluciones alternativas tanto para curar o al menos paliar el cuadro de sufrimiento presente, es que se pide autorización para realizar el mencionado procedimiento al ejemplar", se agregó.

"Su torrente sanguíneo y los valores de los análisis comenzaron a desmejorar. En este punto, todo indica que el elefante está en la etapa final de su vida”, sostuvo en la mañana de este lunes el director del Santuario de Brasil, Scott Blais, quien llegó a la ciudad para seguir de cerca la evolución del animal. Horas después, los especialistas decidieron dormir al animal.
“Este es el resultado de casi 50 años en este espacio que es completamente insuficiente ya que no permitió la estimulación física, psicológica ni emocional”, había afirmado el director del Santuario al que iba a ser trasladada Pelusa, un espacio de más de 2.800 hectáreas en el Mato Grosso de Brasil.

El subsecretario de Gestión Ambiental de la Municipalidad de La Plata, Germán Larrán, había afirmado que “mientras ella esté tranquila, descansando, no va a hacerse nada". "Los signos vitales son buenos, pero sí es un animal enfermo. Si ella no manifiesta un espasmo violento, como no lo está haciendo, no vamos a hacer nada en ningún sentido”, había asegurado el funcionario, mientra los cuidadores y especialistas que monitoreaban a Pelusa no perdían las esperanzas en su recuperación.

La elefanta permanecía dentro de un gazebo calefaccionado y, teniendo en cuenta el clima frío, también se encontraba cubierta con mantas para que no perder temperatura. Pelusa se encontraba bajo la atenta mirada de tres veterinarios y personal del santuario de elefantes brasileño, además de especialistas de la Fundación Franz Weber que, sin embargo, nada pudieron hacer para evitar el triste desenlace.