sábado 01 de noviembre de 2025

Piden cinco años de prisión para un kinesiólogo acusado en La Plata de abuso sexual contra tres pacientes

La fiscal solicitó también la inhabilitación perpetua para el ejercicio profesional y la inmediata detención del imputado. La defensa pidió la absolución.

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En los tribunales penales de La Plata finalizó este jueves 30 de octubre la etapa de alegatos en el juicio oral para el kinesiólogo Matías Blanco, acusado de cometer tres hechos de abuso sexual simple en perjuicio de pacientes mujeres a las que atendía en su consultorio de la localidad de Cañuelas.

La fiscal del juicio, Victoria Huergo, solicitó una pena de 5 años de prisión, la inhabilitación especial perpetua para ejercer la profesión y la inmediata detención del imputado. En tanto, el representante del particular damnificado pidió el máximo de la pena prevista por el Código Penal, mientras que la defensa negó las acusaciones y reclamó la absolución de su cliente.

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El proceso se desarrolló ante el Juzgado Correccional N°4 de La Plata, a cargo de la jueza Claudia Grecco, quien en los próximos días dará a conocer su veredicto.

Matias Blanco
Matías Blanco, kinesiólogo acusado en La Plata de abuso sexual simple.

Matías Blanco, kinesiólogo acusado en La Plata de abuso sexual simple.

Según la acusación, Blanco aprovechaba el marco de confianza propio del vínculo terapéutico para sobrepasar los límites del contacto profesional y someter a sus pacientes a situaciones de abuso. Los hechos ocurrieron entre 2019 y 2021, aunque dos episodios anteriores, denunciados por otras mujeres, fueron declarados prescriptos.

Tres testimonios en La Plata con un patrón en común

El primer testimonio que llegó a los estrados pertenece a una mujer que asistió a su consultorio en 2021. En su declaración, relató que al finalizar la sesión el kinesiólogo le pidió que se quitara el corpiño y luego la manoseó, apoyándole el pene erecto contra los glúteos mientras le jadeaba al oído. “Fue como si me estuviera violando”, expresó ante el tribunal.

La víctima, docente de Educación Sexual Integral (ESI), contó que se sintió doblemente vulnerada: primero como mujer y luego como profesional de la educación, incapaz de advertir lo que estaba ocurriendo en un entorno que consideraba seguro. Su denuncia fue el punto de partida para que otras mujeres se animaran a romper el silencio y denunciar hechos similares.

Otra de las víctimas, que al momento de los hechos tenía 18 años y actualmente vive en España, declaró por videollamada. Dijo que en sus primeras sesiones con Blanco había sentido incomodidad, pero pensó que era parte del tratamiento. En la última consulta, sin embargo, sintió el contacto del pene erecto del acusado, junto con jadeos y roces que la hicieron entender que estaba siendo abusada.

Fiscal Victoria Huergo.jpg
Victoria Huergo, fiscal de juicio de La Plata.

Victoria Huergo, fiscal de juicio de La Plata.

La tercera denunciante se había atendido con el kinesiólogo en 2015 y en 2019. Ambos episodios le generaron confusión, pero recién después de conocer otras denuncias se animó a reconocer lo ocurrido y contarlo en la Justicia.

Durante el juicio declararon las psicólogas peritos oficial y de parte, que coincidieron en que los relatos de las víctimas son coherentes y no presentan indicios de fabulación. Una de ellas describió las secuelas emocionales que padecieron las mujeres y, en particular, el cambio de conducta de una de ellas, que comenzó a vestirse con ropa masculina y amplia para ocultar su cuerpo.

También se incorporaron los resultados de las pericias psicológicas del propio acusado, que determinaron que Blanco es “neurótico, normal” y que no presenta un perfil característico de abusador sexual. Sin embargo, otro especialista explicó que en casos de abuso simple “cualquier persona puede cometer el hecho sin necesidad de cumplir con un patrón psicopático”.

Estrategia de la defensa: la “imposibilidad material”

La defensa de Blanco centró su estrategia en sostener que los hechos descriptos eran materialmente imposibles. Para ello presentó como testigos a pacientes, empleados y colegas, quienes afirmaron que los boxes donde se realizaban las sesiones no tenían techo, estaban separados por paredes de Durlock y contaban con circulación constante de personas.

“Por la disposición del espacio y la dinámica del lugar, era imposible que algo así ocurriera sin que alguien lo advirtiera”, fue el argumento que más repitieron los testigos convocados por la defensa.

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Claudia Grecco, jueza en lo Correccional de La Plata.

Claudia Grecco, jueza en lo Correccional de La Plata.

El abogado del kinesiólogo también cuestionó el modo en que las víctimas interpretaron los hechos, alegando que la kinesiología implica contacto físico frecuente, lo cual podría haber generado malentendidos en el marco de un tratamiento terapéutico.

Los pedidos de pena y la inminente sentencia

En su alegato, la fiscal Victoria Huergo consideró que los tres testimonios acreditan un patrón de conducta reiterado y que los abusos ocurrieron aprovechando la vulnerabilidad física y emocional de las pacientes. Por eso, pidió 5 años de prisión, la inhabilitación profesional de por vida y la inmediata detención de Blanco al momento del veredicto. El abogado de las víctimas acompañó el planteo fiscal y reclamó el máximo de la pena posible, sin precisar un monto concreto, destacando el daño psicológico y moral causado por los abusos.

La defensa, en cambio, insistió en que no hay pruebas materiales que confirmen los hechos y sostuvo que el caso se construye únicamente sobre percepciones subjetivas de las pacientes. En ese marco, pidió la absolución del kinesiólogo.

La jueza Claudia Grecco anunció que el veredicto se dará a conocer el 7 de noviembre, y definirá el futuro judicial de Matías Blanco, quien hasta el momento llegó al debate en libertad y sin medidas de restricción más allá de la causa.

El caso deja planteado un debate que excede a los tribunales: los límites del contacto físico en las terapias corporales, la confianza depositada en los profesionales de la salud y la dificultad de las víctimas para reconocer -y denunciar- cuando lo que debía ser un tratamiento se convierte en una agresión sexual.

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