En un país dividido y bajo fuertes tensiones, el proyecto —presentado poco después del fallecimiento de Evita— generó una gran controversia: mientras para algunos se trataba de un acto de justicia histórica para quien tanto había luchado por los humildes y contribuido en forma determinante a inaugurar los derechos políticos de las mujeres, para otros se trataba, lisa y llanamente, de una una afrenta que mancillaba el espíritu mismo de la ciudad.
El nombre de Evita, siempre en el ojo de la tormenta, ya había generado controversia en la Legislatura bonaerense unos días antes, al sancionarse una ley que declaraba La razón de mi vida —el libro en el que la primera dama volcó sus memorias, escrito con la colaboración del escritor español Manuel Penella de Silva— como texto escolar obligatorio en los programas de lengua de las escuelas primarias y secundarias de la provincia. El gremio docente, tradicionalmente antiperonista, reaccionó con dureza y denunció un ataque a la libertad de enseñanza, mientras que la oposición acusó al gobierno de tener una matriz totalitaria. Una vez más, la figura de Eva Perón convertida en motivo en la histórica disputa entre peronismo y antiperonismo.
Por unanimidad
Aquel viernes 8 de agosto de 1952 el diario El Día informó profusamente sobre las alternativas de aquel proceso que se inició a partir de una propuesta surgida de la CGT y al adelantar la sanción legislativa que terminaría por convalidar el cambio, el tradicional matutino platense tituló: “Se cumplirá la voluntad popular, dando a esta ciudad el nombre de Eva Perón”. Un título que daba a entender la existencia de un respaldo ciudadano a la medida.
Los autores de la iniciativa fueron los senadores provinciales peronistas Oscar Lara, José Griolli, José Campano, Alberto David, Tomás E. Giordano y José Stupiello. Sin dilaciones el proyecto fue tratado sobre tablas en una sesión especialmente convocada ya que aún regía el duelo nacional. En efecto, aquella tarde, a menos de dos semanas de la muerte de Evita, se llevó adelante una sesión extraordinaria. Según las crónicas de la prensa de la época, el debate se inició pasadas las 16 con el marco de una nutrida movilización de militantes que acompañó desde los jardines de la Legislatura.
Los encargados de defender el proyecto justificaron el cambio de nombre como una manera de responder a “la alta finalidad de traducir el homenaje de la provincia hacia la más preclara de sus hijas, en el doloroso momento de su desaparición material”. María Eva Duarte había nacido el 7 de mayo de 1919, cerca de la localidad de Los Toldos, en pleno corazón de la pampa húmeda bonaerense. Según lo argumentado la propuesta no contradecía el espíritu original del fundador de la ciudad, Dardo Rocha, ya que representaba un gesto de confraternidad orientado a “la materialización de la unidad nacional”. Esta expresión aludía a las razones que motivaron la fundación de La Plata en 1882, tras la federalización de la ciudad de Buenos Aires, con el propósito de poner fin a las sangrientas disputas políticas que habían desangrado al país desde los tiempos de la independencia.
Durante la sesión se expusieron distintas versiones sobre el origen y sentido del nombre La Plata, como aquella que indicaba que respondía a una propuesta surgida de uno de los proyectos llegados de Europa confeccionado por el alemán Hubert Stier, autor de los planos del palacio municipal. No obstante fue remarcado el hecho de que en el mensaje a la Legislatura para la aprobación de la creación de la nueva capital provincial, el gobernador Dardo Rocha se refirió a la ciudad como la “Nueva Buenos Aires” o “Nueva Capital” pero no mencionó el nombre de “La Plata”. Rocha, sin embargo sostuvo que no pretendía imponer un nombre pero sí aspiraba a que el elegido “no haya tenido resistencias en el pasado ni las levante en el futuro”.
En rigor, el nombre de “La Plata”, atribuido al legislador José Hernández, apuntaba homenajear al Río de La Plata, como eje central de la política y economía de un país agroexportador que miraba al puerto, pero además estaba sujeto en la creencia de los primeros conquistadores españoles que imaginaron que el brillo y color de las aguas del río se debía a los yacimientos de plata que se encontraban en la región. El “argentum”, o sea “plata” en latín.
Tanto en el Senado como, ese mismo día, en la Cámara de Diputados, el proyecto fue aprobado por unanimidad. En ambas cámaras, la votación fue seguida de aplausos y algarabía por parte de los presentes, mientras en las calles se vivía un clima de euforia entre los manifestantes que aguardaban la definición.
Tras la sanción de la ley, que llevó el número 5685, el titular de la Cámara Baja, Arturo De Elías, sostuvo que: “la voz y la figura de Evita constituyen un mandato para la eternidad, y eso representa una definición del Movimiento Peronista”.
Si bien no fue mencionado explícitamente entre los fundamentos en todo momento sobrevoló el vínculo especial que unía a Evita con la ciudad de La Plata forjado desde antes de convertirse en figura política. En 1943, cuando aún era actriz, residió durante algunos meses en la ciudad donde, según se dice, habría formado parte del elenco de radioteatro de Radio Provincia. Dos años más tarde, regresó a La Plata para protagonizar un hecho que marcaría definitivamente su vida: su casamiento en secreto con Perón, celebrado el lunes 10 de diciembre de 1945 en la iglesia San Francisco de Asís. Los padrinos fueron Domingo Mercante y Juana Ibarguren, la madre de la novia. Ofició la ceremonia , fray Francisco Sciammarella, superior del convento que funcionaba en el mismo predio del templo. La pareja realizaba visitas frecuentes a La Plata, tanto para los festejos del 19 de noviembre (aniversario de la fundación de la ciudad) como para celebrar su aniversario de bodas.
Gimnasia y Esgrima de Eva Peron
Por otra parte, la histórica movilización del 17 de octubre de 1945 —considerada el nacimiento del peronismo— tuvo su origen en Berisso y Ensenada, entonces localidades pertenecientes al partido de La Plata, y fue liderada por la propia Eva y el dirigente sindical Cipriano Reyes.
También debe mencionarse que Evita compró y donó una antigua casona para la CGT, donde actualmente funciona el Museo de los Trabajadores Evita de la CGT Regional La Plata, mientras que la Fundación Eva Perón tuvo un papel clave en la construcción de la República de los Niños, una de las obras más emblemáticas de la ciudad.
Debate sobre personalismo
En la Argentina de aquellos años se consolidaba una renovada exaltación de las figuras políticas, en el marco de lo que supo denominarse como caudillismo o personalismo que había llevado a que una buena parte de las ciudades llevaran nombres de figuras de la política. Un caso bastante poco común fue el del distrito de Arrecifes fue rebautizado en 1901 con el nombre de Bartolomé Mitre cuando aún el ex Presidente estaba vivo (falleció el 19 de enero de 1906) y en 1973 volvió a llamarse Arrecifes. No obstante, tres años más tarde, en 1976, el gobierno militar volvió a designarlo como Mitre, nombre que mantuvo hasta 1997 cuando recuperó su nombre original. Otros ejemplos: El partido de Salto pasó a llamarse Marcelino Ugarte, gobernador conservador de la provincia de Buenos Aires entre 1902 y 1906 y desde 1914 hasta 1917; en tanto, a la muerte del militar José Felix Uriburu, máximo responsable del primer golpe de Estado de la historia nacional, el distrito Zárate fue designado con su nombre hasta 1946, cuando fue restablecido su nombre inicial.
Entonces era habitual que tras la muerte de un político destacado se bautizara una plaza, una calle o una ciudad como forma de tributo a su memoria. Esta costumbre recién se puso en debate a partir de los años 60.
En tal sentido, el profesor de Historia y exdirector del Archivo Histórico Provincial Ricardo Levene” Claudio Panella: “La imposición de nombres a las provincias y ciudades siempre es un acto político, y a través del tiempo hubo muchísimos cambios de denominación en el país en general y en la provincia en particular. El de Eva Perón por La Plata hizo mucho ruido por la importancia de la ciudad y por el nombre elegido. Pero fue un caso más entre miles”, señaló tiempo atrás el investigador al referirse al tema consultado por el portal 90Líneas.
Existen varias historias concomitantes a la de La Plata —que en 1952 adoptó el nombre de Eva Perón— en otras regiones del país donde también se designaron localidades con su nombre. En 1947 se oficializó el diseño del barrio Ciudad Evita, una urbanización destinada a brindar vivienda a migrantes en el partido de La Matanza. Fue el primer barrio argentino en llevar el nombre de una mujer política. Según se afirmó en su momento, el arquitecto Edward Howard diseñó su trazado con la intención de que representara el perfil de Eva Duarte. El nombre fue modificado a Ciudad General Belgrano en 1973 y, posteriormente, a Ciudad General Martín Miguel de Güemes en 1976. Finalmente, en 1983 recuperó su denominación original y, en 1997, fue declarado Lugar Histórico Nacional.
El 20 de julio de 1951, un año antes de que a La Plata le cambiaran el nombre, el Congreso Nacional sancionó la Ley 14.037, que dio origen a las provincias de La Pampa y Chaco. La iniciativa fue impulsada por Eva Perón en su carácter de presidenta del Movimiento Peronista Femenino. La Convención Constituyente pampeana resolvió otorgar a la nueva provincia el nombre de su impulsora. En el caso del Chaco, inicialmente se la denominó “Presidente Perón”, pero en 1952 también fue renombrado como “Eva Perón”. Sin embargo, ambos nombres fueron eliminados tras el golpe de Estado de 1955.
Otro antecedente relacionado ocurrió en Quilmes, donde a fines de mayo de 1952 el Concejo Deliberante emitió una declaración manifestando que “vería con agrado que el bloque del Partido Peronista de la Honorable Legislatura de la Provincia de Buenos Aires eleve un proyecto de ley para dar el nombre de Eva Perón al actual partido de Quilmes”. Sin embargo, dicha iniciativa nunca se concretó.
Por último, también existió una Ciudad Eva Perón en Mendoza, inaugurada el 26 de febrero de 1953 por el presidentes Perón y su par chileno, Carlos Ibáñez del Campo. Esta ciudad fue construida por iniciativa de Eva Perón, con recursos de la Fundación Eva Perón. Actualmente, corresponde a la localidad de Las Cuevas, en la provincia de Mendoza.
Los cambios en la ciudad
Como en una cadena de efecto dominó, el cambio de nombre provocó una serie de modificaciones en la identidad de espacios y entidades de la capital de la provincia de Buenos Aires. Mediante un decreto, se reemplazó el escudo original de La Plata por uno que incorporaba la imagen de Evita y se rebautizaron las avenidas principales: 13 pasó a llamarse Eva Perón, y 7, Juan Perón. La CGT también propició el cambio de nombre para la Plaza Moreno donde se proyectaba la instalación de un monumento recordatorio.
A su vez, instituciones como la Universidad Nacional de La Plata pasaron a ser “de Eva Perón”, lo mismo que los tradicionales clubes Estudiantes y Gimnasia. No obstante la adecuación a la situación de parte de cada una de las instituciones fue bien distinta: Mientras los triperos adoptaron rápidamente el nombre tras su aprobación en una asamblea societaria, el club de los albirrojos exhibieron resistencia y solo comenzaron a usar el nombre tras la intervención del club producida en octubre de 1952. En esos meses se produjo el ascenso de Gimnasia y, simultáneamente, el descenso de Estudiantes que, no pocos Pinchas atribuyen a una decisión del gobierno de turno.
Así, el nombre Eva Perón comenzó a impregnar todos los rincones de la vida cotidiana: desde la señalética y la cartelería urbana, hasta las actas de nacimiento, las escrituras, los títulos de graduación de establecimientos educativos y facultades, la papelería y los formularios de los trámites administrativos tanto provinciales como municipales, e incluso las lápidas del cementerio. Asimismo, los documentos -libretas cívicas para las mujeres y de enrolamiento para los hombres- emitidos en ese período.
A la Universidad y los principales clubes de fútbol local se sumaron: el Museo de Ciencias Naturales de Eva Perón, la Catedral de Eva Perón, el ramal ferroviario de Eva Perón, etc.
Si bien hubo resistencia, no se registraron conflictos de relevancia. Sin lugar a dudas la mayor repulsa a la medida se vivió en el ámbito universitario, donde se encontraba la vanguardia de oposición al gobierno peronista.
La restitución del nombre
El 16 de septiembre de 1955 un golpe de Estado liderado por las Fuerzas Armadas con apoyo de la oposición y la Iglesia, derrocó a Perón. El nuevo régimen proscribió al peronismo y dio inicio a un periodo de “desperonización”, con la idea de eliminar todo rastro o legado del gobierno depuesto. En la provincia de Buenos Aires asumió como interventor federal el coronel Arturo Ossorio Arana.
El 27 de septiembre de 1955 el interventor a cargo del Poder Ejecutivo provincial dictó el decreto-ley N° 10 mediante el cual dispuso restituir la denominación de La Plata al partido y a la ciudad capital de la provincia de Buenos Aires. En los considerandos de la medida se indicó que “la asignación del nombre de Eva Perón a la ciudad capital de la provincia constituye una valoración contemporánea sin la significación que confieren las resonancias históricas pretéritas”. Según la nueva normativa “debe dejarse librado al juicio de la historia la razón y merecimiento de distinciones que exaltan a figuras que han intervenido en nuestra vida pública”. Asimismo se indicó que “inconmovibles razones históricas y el aval de una tradición hondamente arraigada, señalan la propiedad del antiguo nombre de la ciudad capital” bonaerense.
Al igual que lo dicho cuando se impuso el nombre de Evita, las autoridades atribuyeron la decisión obedecía a “un verdadero clamor ha proclamado el ferviente anhelo popular de restituir su primitiva designación”. Desde su portada El Día adelantó la decisión del nuevo gobernante de ordenar la restitución del nombre original de la ciudad y afirmó que la misma tenía como sustancia “un anhelo del pueblo platense” que propició un “verdadero clamor popular que pugnaba fervientemente por la recuperación de la primitiva designación”.
El anunció lo realizó Ossorio Arana apenas asumió el cargo, en la Casa de Gobierno bonaerense, y en los fundamentos del decreto se mencionaba que “la asignación del nombre de Eva Perón a la ciudad capital constituye una valoración contemporánea sin la significación que confieren las resonancias históricas pretéritas”. A través del mismo decreto se restableció el uso del escudo original de la ciudad, tal como lo había establecido la ordenanza municipal del 17 de abril de 1891 y se volvió a designar a con el nombre Luis Monteverde a la avenida 7, y General Justo José de Urquiza a la avenida 13. El 29 de septiembre, dos días después de la rúbrica del decreto, la medida comenzó a regir al ser publicada en el Boletín Oficial.
Casi no existe documentación sobre el período de tres años en que la ciudad de La Plata llevó el nombre de Eva Perón. Tras el golpe de Estado, los militares se encargaron de eliminar prácticamente todo lo relacionado con el peronismo, borrando las huellas de aquella etapa. Hoy, no hay muchos que saben que alguna vez la ciudad llevó otro nombre. En los aniversarios de La Plata, el dato suele obviarse y apenas subsiste perdido en la memoria de viejos habitantes de la ciudad y en algunos testimonios materiales como diarios de la época, almanaques o documentos preservados en museos o atesorados en archivos particulares.