miércoles 12 de noviembre de 2025

Cascote Bértola habló tras su detención en Israel: "Nos trataron como terroristas por llevar ayuda"

El capitán del velero Estrella y Manuel, Cascote Bértola, contó cómo fue la detención de la Flotilla Sumud y los días posteriores en Israel.

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"Nos trataron como si fuéramos terroristas. Rompieron las cámaras, los equipos y nos apuntaban con fusiles. Fue un operativo de guerra contra barcos civiles que llevábamos comida y medicinas", relató en diálogo con Página 12.

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Bértola, vecino de La Plata y fanático de Estudiantes, fue el capitán del velero Estrella y Manuel, una de las cuatro embarcaciones que zarparon desde Barcelona a fines de agosto con el propósito de "visibilizar la situación del pueblo palestino y entregar ayuda humanitaria". Según explicó, "nada entra ni sale de Gaza si Israel no lo permite".

El navegante contó que se sumó a la flotilla casi por casualidad: "Estaba en Caracas como veedor electoral cuando me invitaron a participar. Faltaban capitanes, había miles de voluntarios pero pocos marinos. Tres días después del Zoom ya estaba en Barcelona conociendo mi barco".

Durante la travesía, los ataques comenzaron incluso antes de llegar al Mediterráneo oriental. "Mientras estábamos fondeados en aguas territoriales de Túnez, cayó un dron incendiario a dos metros del tanque de gasoil. Si impactaba directo, nos hundía. Fue claramente un ataque intimidatorio", denunció.

Flotilla Sumud Cascote Bértola
Cascote Bértola durante su estadía en Jordania, antes de regresar a Argentina

Cascote Bértola durante su estadía en Jordania, antes de regresar a Argentina

Luego, entre Sicilia y Grecia, sufrieron nuevos hostigamientos. "Nos tiraron más de 12 drones explosivos. Nos quemaron una vela, tumbaron un mástil y dejaron fuera de servicio a dos barcos", recordó. Según Bértola, después de esos ataques algunos gobiernos europeos enviaron escoltas navales: "España, Grecia y Turquía mandaron buques militares, pero cuando llegamos cerca de Gaza, se dieron vuelta y nos dejaron solos".

El abordaje en la madrugada, a kilómetros de Gaza

La captura ocurrió de noche, en plena navegación hacia la Franja de Gaza. "Empezaron a interceptarnos a las once y a nosotros nos tomaron a las cuatro de la mañana, a unas 40 millas de la costa, todavía en aguas internacionales", explicó.

Los barcos israelíes usaron inhibidores de señal para cortar las transmisiones en vivo. "Nos rodearon, nos cruzaban la proa y amenazaban con chocar. Después vinieron las lanchas rápidas, nos apuntaron con reflectores y nos tiraban chorros de agua para que desviáramos el rumbo. Hasta que se bajó la infantería de marina: diez soldados por lancha, fusiles en mano. Ahí se terminó todo", recordó.

Tras el operativo, Bértola fue trasladado al penal de Ktzi’ot, en pleno desierto del Néguev. "Nos llevaron a una cárcel que estaba vacía, preparada especialmente para nosotros. Nos metían en celdas para ocho personas y ponían quince. Nos cambiaban de celda todo el tiempo, sólo para torturarnos", contó.

Prisión de Ktzi’ot
El penal de máxima seguridad Ktzi’ot, en el sur de Israel

El penal de máxima seguridad Ktzi’ot, en el sur de Israel

El trato, según describió, fue inhumano: "Durante dos días no nos dieron comida. No nos dejaban bañarnos ni salir al patio. A mí me quitaron los medicamentos y cuando pedí que me los devolvieran, un guardia me tiró las pastillas en la cara y me dijo: 'Culpá a los que te trajeron acá'".

También denunció hostigamientos a los líderes de la flotilla. "A los organizadores principales los hicieron caminar por el desierto de noche y les armaron simulacros de fusilamiento. No fue una detención, fue un secuestro. No habíamos violado ninguna ley", sostuvo.

La liberación y el regreso desde Jordania

La liberación se concretó el 7 de septiembre, luego de gestiones diplomáticas y reclamos de organismos internacionales. "El cónsul argentino fue el primero en ir a vernos. Nos pidió calma y gestionó para que me devolvieran mis medicamentos, pero nos dijo que el gobierno no iba a intervenir porque es aliado de Israel", relató Bértola.

"Nos despertaron a las tres de la mañana, sin decirnos adónde íbamos. Pensábamos que nos llevaban a Tel Aviv, pero en un momento vimos que estábamos en una frontera. Subió el ministro de Relaciones Exteriores de Jordania y nos pidió silencio porque era una zona caliente. Una hora después ya estábamos en territorio jordano", recordó.

Una vez allí, los recibieron en el Consulado de Uruguay, ya que Argentina no tiene sede diplomática en Amán. "Nos compraron ropa, nos llevaron a comer y a un centro médico. Éramos tres argentinos y dos uruguayos. Nos trataron con una calidez enorme", contó.

"Si el mundo acepta este genocidio, estamos perdidos"

Hijo de militantes desaparecidos durante la dictadura, Bértola combina su oficio de navegante con el activismo por los derechos humanos. Explicó que su participación en la Flotilla Libertad es parte de esa misma convicción: "Siempre fuimos solidarios con Palestina. Creemos en la autodeterminación de los pueblos. Lo que pasa hoy en Gaza es un genocidio transmitido en vivo".

El capitán definió la situación como "un campo de concentración a cielo abierto donde viven más de dos millones de personas". Y advirtió: "Si el mundo acepta que se puede masacrar a un pueblo entero en directo y no pasa nada, estamos perdidos como humanidad. Si callamos frente a esto, el mañana va a ser invivible".

cascote bertola
Cascote Bértola fue capitán del barco Estrella y Manuel en el que viajaban otros argentinos

Cascote Bértola fue capitán del barco Estrella y Manuel en el que viajaban otros argentinos

Consultado sobre el posible acuerdo de paz, Bértola fue categórico: "No hay paz posible mientras haya francotiradores disparando a gente que va a buscar comida. El problema no es quién firma el acuerdo, sino que hoy se está masacrando a un pueblo civil".

También trazó un paralelo con la historia argentina: "Nosotros sabemos lo que significa que un Estado te desaparezca. Lo vivimos. Y por eso no podemos callarnos frente a lo que pasa en Gaza".

Finalmente, expresó su esperanza en que la comunidad internacional actúe: "Ojalá pare la guerra y vuelvan los rehenes, pero si el mundo sigue mirando para otro lado, esta será una herida que no va a cerrar nunca".

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