Un testigo habitual de la Zona Roja contó cómo se cobraba por "parar" en el lugar y vinculó a El Cabezón con la venta de drogas y la explotación de mujeres.
Durante la última audiencia del juicio oral por delitos conexos a la muerte de Johana Ramallo, un testigo que frecuentaba la Zona Roja de La Plata brindó un relato clave. El hombre describió el funcionamiento interno del circuito de prostitución, mencionó amenazas, venta de drogas y apuntó directamente al principal acusado, conocido como El Cabezón.
En rigor el testigo describió lo que ya se sabe en cualquier rincón platense, pero esta vez lo confirmó ante tres jueces y la atenta mirada de representantes de los ministerios públicos de la acusación y la defensa.
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Tras la novena audiencia del juicio oral y público por delitos vinculados a la muerte de Johana, el relato expuso el entramado de control, amenazas y narcotráfico que operaba en la Zona Roja al momento de la desaparición de la joven.
El hombre, que solía concurrir al lugar, relató que allí existía una estructura organizada que cobraba a las mujeres para poder trabajar. Según su declaración, el principal acusado, Carlos "El Cabezón" Rodríguez, tenía un rol central en ese esquema y mantenía vínculos directos con la venta de drogas. El testigo aseguró haber conocido a Johana y dijo haberla visto en reiteradas ocasiones junto a El Cabezón. "Pasaba con el auto, había tres o cuatro chicas y estaba él", describió el testigo y agregó que, según su visión, la presencia del imputado estaba relacionada con el suministro de estupefacientes en el lugar.
El testigo también recordó un episodio en el que Johana le contó haber sido amenazada con un cuchillo por el hijo de Celia Giménez, otra de las acusadas. "Tenía que pagar para estar en el lugar", afirmó al respecto y añadió que tanto Giménez como Celia Benítez, una tercera apuntada; se dividían la Zona Roja y controlaban los espacios donde las mujeres trabajaban.
Sobre esta última indicó que era una figura con "presencia activa" en el circuito. "La conocía de preguntarle por las chicas", señaló el testigo y contó además que en una oportunidad la trasladó hasta un lugar donde la mujer retiró unos cinco gramos de cocaína "para fraccionar y vender".
Al referirse a Johana, el testigo la describió como "una chica tranquila" que en el último tiempo "estaba más adicta". Contó que la última vez que la vio sufrió una sobredosis que derivó en una internación en el Hospital San Martín. Días después, desapareció. El hombre afirmó que tras ese episodio se quedó con el celular de Johana y que, tiempo más tarde, lo entregó a otra mujer en situación de prostitución como forma de pago. Nunca volvió a verla y recién después supo de su desaparición.
El debate se desarrolla ante los jueces Andrés Basso, Germán Castelli y Nelson Jarazo, integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°2 de La Plata. Los imputados —Carlos Rodríguez, Hernán D'Uva Razzari, Hernán Rubén García, Carlos Alberto Espinoza Linares, Mirko Alejandro Galarza Senio, Celia Benítez, Celia Giménez y Paola Erika Barraza— siguen las audiencias de manera remota. Todos están acusados de integrar una red criminal dedicada a la trata de personas, venta de drogas, explotación sexual, encubrimiento agravado y falso testimonio, delitos que habrían ocurrido en torno a la desaparición de Johana el 26 de julio de 2017.
Johana fue vista por última vez en la esquina de 1 y 63. Un año más tarde, sus restos fueron hallados en Berisso y recién en 2019 confirmados mediante estudios de ADN. Su familia denunció durante años la falta de avances en la investigación y la inacción judicial.