Nació en Ensenada en 1950, pero podría decirse que a partir de los pasos que dio en su trabajo pastoral y solidario, Cajade es un hombre arraigado en los tres distritos de la región.
Su muerte fue una herida que atravesó a cientos de chicos y chicas que lo conocieron a lo largo de 20 años, cuando los rescató de la calle, de situaciones de violencia o de condiciones de vida que los sometían al hambre, al frío y la falta de amor.
Formado como sacerdote al calor de las discusiones sobre el aggiornamento que propuso para la Iglesia el Concilio Vaticano II, encarnó como nadie en la práctica esa doctrina.
Carlos Cajade 3
El cura, el fútbol y lo pibes del Hogar, una constante en la vida pastoral de Carlos Cajade
Una caravana de dolor
Fueron esos pibes los protagonistas de aquellas caminatas de silencio y oración que caracterizaron los días previos a la muerte del cura. También los que esperaron cargando su tristeza frente al sanatorio Ipensa, donde estaba internado. Y los que lo vieron asomarse a la ventana, ya en sus últimas horas, para recibir de su mano levantada el saludo final y la bendición.
La salud de Cajade resistió lo que pudo al avance de un agresivo tumor que le detectaron un par de meses antes. El desenlace fue rápido y por eso sorprendió a tantos que no estaban con él en el día a día. Una bandera desplegada por los jugadores de Estudiantes en un partido con Quilmes jugado por aquellos días encendió la preocupación: "Fuerzas Carlitos Cajade", decía.
Cajade Bandera de Esudiantes
La bandera con la que salió el plantel de Estudiantes en los día en que Carlos Cajade ya estaba enfermo
Había sido operado el 12 de septiembre y desde entonces compartió todas las instancias de su enfermedad con la comunidad y esta lo acompañó. Hubo un día en el que más de mil personas peregrinaron por la ciudad para pedir por su salud.
La despedida de Carlos Cajade
La enorme participación durante la despedida es la mejor medida del alcance de su pérdida. Una multitud pasó por la capilla del Hogar de la calle 643 entre 12 y 13 durante todo el domingo 23 de agosto, cuando fue el velorio y la misa.
La revista La Pulseada –fundada también por el cura– reflejaba algunas pinceladas de aquellos días en el número de noviembre de 2005, cuando todavá buscaba las razones para seguir adelante sin su mentor y director.
Se cuenta allí que había chicos, adolescentes, jóvenes y grandes que lloraban desconsoladamente, pañuelos blancos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, curas compañeros de lucha y rezos por un país sin excluidos. Gente pobre, gente acomodada pero que solía ayudarlo, militantes y hasta funcionarios.
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Cajade y los chicos del Hogar, siempre juntos
Foto | Archivo AGLP
Su lugar en el mundo
El ritual de despedida se repitió un año después, el 18 de octubre de 2006, cuando su cuerpo fue trasladado en una interminable caravana desde el panteón del Arzobispado en el Cementerio de La Plata al hogar de la calle 643, donde desde entonces descansa rodeado de chicos y chicas que ni siquiera lo conocieron, pero saben todo de él.
Los sacerdotes miembros de la Federación de Presbíteros de Schoenstatt, comunidad a la que perteneciera, junto a miles de personas de personas, vecinos, amigos y colaboradores, estuvieron presentes en una peregrinación popular que recorrió seis kilómetros por las avenidas 72 y 7 hasta el predio.
traslaado al hogar Carlos Cajade (8)
La caravana que acompañó el féretro de Cajade desde el Cementerio al Hogar, donde hoy descanza
Foto | Archivo AGLP
Era un acto de justicia para tantos pibes que lo querían cerca y que terminaron enojados un año antes cuando Carlitos quedó en el frío panteón del Cementerio. Lo querían con ellos, como él había pedido.
"Lo llevaron entre todos. Alegres y tristes, más alegres que tristes, empuñaron el féretro directo hacia el Hogar. 'Dejen que los pibes vengan a mí', exige la inscripción del altar sobre el que descansa el ataúd. En ese lugar de cara vidriada, ubicado en su sitio preferido en el Hogar, desde ese miércoles, día de la Mater –la virgen de Schöenstatt–, Carlitos, por fin, descansa", relata la crónica de La Pulseada.
Ermita donde está el cuerpo del Padre Carlos Cajade (17)
"Dejen que los pibes vengan a mi". La inscripción en el lugar donde están los restos del Padre Cajade
La iglesia de Cajade
Desde la mítica Navidad de 1984 y la creación de su obra, el cura se reveló como un distinto entre los suyos, aunque nunca sacó los pies del plato. Sin sotana fuera del altar y con un enorme carisma, conectaba con los fieles de cualquier sector social, pero con la mente siempre puesta en obtener lo mejor para los más necesitados. "Era un sacerdote que olía a barrio en lugar de a incienso", decía algún otro religioso por aquellos días.
Apelaba a su guitarra para celebrar misas inspiradoras y generaba dentro y fuera de la iglesia una empatía arrasadora. Todo el mundo lo conocía y todos en la ciudad colaboraban con gusto con su trabajo.
"Construyó un mito de sí mismo y de cada una de sus acciones. Por eso circulan alrededor de su figura cientos de anécdotas, en buena parte incomprobables. No hay un solo Padre Cajade sino tantos como personas lo conocieron: hay un Cajade santo y otro hereje; uno público y otro secreto", dice el periodista Pablo Morosi en la introducción de su libro El santo de los pibes de la calle, que por estos días fue reeditado.
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El mural de Cajade, en uno de los espacios del Hogar
Foto | Archivo AGLP
En ese texto el autor del libro plantea que repasar la vida y la obra de Cajade es también meterse con el derrotero de cuatro décadas de la iglesia platense. "Sus reproches al verticalismo y las arbitrariedades de la estructura eclesial lo ubicaron en los bordes de una institución dominada por el conservadurismo a la que sirvió y amó aun con sus diferencias", dice y avanza sobre sus cuestionamiento al celibato al que consideraba una imposición absurda y arbitraria que aislaba a los clérigos de las vivencias del resto de la gente. "Lo hizo desde el discurso, pero también desde la acción: se enamoró y tuvo tres hijos a los que crió, sin reconocerlos formalmente".
Allí concluye también que su principal legado está en el Hogar de la Madre Tres veces Admirable, en su ejemplo como modelo de intervención de hogar-abrigo para la infancia que llegó a alcanzar a unos 500 niños y adolescentes en forma directa y a otros 3000 de manera indirecta.
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Una Navidad resultó ser fundacional para el hogar de Carlitos Cajade
El crecimiento de una obra que sigue en pie
Además del hogar, el lugar de crianza comunitaria y convivencia que hoy sigue en pie, la obra creció con otras casitas para bebés, niños y jóvenes que funcionan en otros espacios para dar contención a las familias golpeadas por la desocupación y la pobreza. Y promovió además iniciativas productivas con las que buscó brindar herramientas a esas mismas familias. Hubo huertas, granja, panadería, imprenta, emprendimientos textiles y hasta una revista.
Hogar del Padre Cajade (10)
El Hogar de la Madre Tres Veces Admirable hoy
Ignacio Amiconi | AGLP
Su herencia es también un peso que quienes lo sucedieron en la lucha vienen sobrellevando sobre sus espaldas. Muchos de los egresados del Hogar son hoy educadores y pilares fundamentales en su continuidad. Seguirán trabajando para ello hasta cumplir el sueño del cura: cerrar el Hogar cuando el logro de una sociedad igualitaria haga que resulte innecesaria su existencia.
Por ahora, eso sigue siendo una utopía y su trabajo una referencia imprescindible, por lo que el lema acuñado por el cura fallecido hace 20 años sigue latiendo fuerte y suena en cada marcha de Los Chicos del Pueblo, el espacio del cual también fue promotor y fundador en la lucha de los años ‘90: " Con ternura venceremos".