Daverio ofrecía atención grupal junto a su equipo, Gestando entre Pares, en el que lo acompañaban una psicóloga, un pediatra y tres parteras. El control del embarazo se daba en encuentros en su consultorio de 38 esquina 12, donde hablaban de diferentes temas con las embarazadas y sus acompañantes, agrupados según la fecha probable de parto. También ofrecían la posibilidad del parto domiciliario, con un "Plan B" que consistía en salir hacia la clínica donde trabajaba el obstetra en caso de emergencia.
Teresa tenía factores de riesgo como la cicatriz de la cesárea en la que había nacido su hija de tres años, la pérdida de su segunda gesta, de cinco meses, ocurrida el año anterior y sus 38 años, pero recibió la misma atención que sus compañeras con embarazos sanos, a pesar de que la ley sostiene que hay que adaptar los cuidados a las necesidades de cada mujer. El obstetra le indicó que podía tener un parto vaginal e insistió en varias oportunidades con que, incluso, podía tenerlo en su domicilio, algo a lo que la pareja siempre se oponía.
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El consultorio de Daverio, en 12 y 38, La Plata.
Los hechos denunciados
El miércoles 19 de abril de 2017, a las 5 de la madrugada, Teresa rompió la bolsa y avisó al grupo de Whatsapp del equipo, donde le respondieron que hiciera vida normal y avisara si se aceleraban las contracciones. A las 20, la partera pasó por su domicilio, en Gonnet, le hizo un tacto, dijo que todavía faltaba y se fue. Al día siguiente, Teresa y su pareja insistieron con salir hacia la clínica, sobre todo pasado el mediodía, cuando el dolor se acentuó.
El obstetra abandonó su guardia en el Hospital Horacio Cestino de Ensenada, donde era jefe de Guardia del Servicio de Tocoginecología y llegó a la casa de la pareja. Allí también se presentó la partera y un médico aún no recibido de obstetra al que Teresa y su esposo no conocían. Daverio llevó un banco de parto, a pesar de que ella había dejado en claro que no quería parir en su casa y dijo que si salían, la bebé iba a nacer en el camino. Hizo un tacto, esperó unos minutos y regresó a su guardia.
La partera y el médico novato recomendaron baños de inmersión para aliviar el dolor, a pesar del riesgo de infecciones. En la bañera, cerca de las 21, Teresa sufrió un dolor agudo y gritó para que la llevaran a un hospital. Los profesionales indicaron que había tiempo para ir hasta la Clínica de la Comunidad de Ensenada, donde atendía el obstetra, que ya había terminado su guardia.
Una vez allií, Daverio acompañó a Teresa hasta la habitación, donde insistió con que "era una pena que se perdiera el parto natural que tanto anhelaba" y le ordenó que pujara. Ella le gritó para que le hiciera una cesárea. En el quirófano, al hacer el corte, el obstetra se sorprendió al ver que el útero se había desgarrado por un desprendimiento de placenta que asfixió a la bebé. Hubo que reanimarla en la neonatología y vivió solo unas horas, con daño cerebral severo. Teresa fue operada por Daverio y la médica acusada.
Con la representación de los abogados Alfredo Gascón, Miguel Ángel Molina y Jerónimo Gascón, en enero de 2018 la pareja denunció al médico. Según las pericias, tras la rotura temprana de la bolsa, Teresa debía ser internada, con control de temperatura, pulso y latidos fetales, evitando tactos y baños de inmersión -que el equipo médico recomendó para aliviar el dolor-. También indican que si el trabajo de parto no comenzaba en 12 horas, había que inducirlo y que la placenta y el cordón estaban infectados.
El segundo juicio contra Daverio
El obstetra enfrentará otro juicio por "lesiones culposas" por la parálisis cerebral de la hija de María José Suárez y Fernando Cipollone, que nació sin signos vitales, en junio de 2017, y fue reanimada durante casi media hora. En esa causa está acusado de desatender la desaceleración de crecimiento que mostraba una ecografía y que podía indicar problemas con la placenta. El abogado de la familia, Alfredo Gascón, sostiene que, de haberse constatado el diagnóstico mediante una ecodóppler, se tendría que haber practicado una cesárea, ya que la bebé no iba a contar con la oxigenación necesaria para un parto. La misma acusación pesa sobre la partera que atendió ese parto.
En esa causa también está acusado de flasificar la historia clínica del embarazo. De momento, solo resta que se fije la fecha para el inicio del juicio.
Catorce mujeres se quedaron sin obstetra a poco de parir
En abril de 2017, tras el parto de Teresa, el equipo citó a Anabel Baldasarre y a la otra mujer del grupo de abril. A ambas todavía le faltaba dar a luz. Las parteras les informaron de la pérdida de Teresa y el shock de Daverio y agregaron que no iban a asistir sus partos, pero podían ir a la guardia del policlínico San Martín, donde tal vez estuviera el médico novato.
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La web de Gestando entre Pares.
Anabel enfureció al constatar que ese era el "Plan B". Poco después, junto a su marido, Guillermo Carrizo, encontró una obstetra en una clínica de La Plata, donde el 27 de abril tuvo a su hija en un parto respetado, como imaginaba. Los momentos posteriores, en cambio, contrastaron con sus ilusiones. Aunque esperaban una bebé sana, Luz nació con fisura de paladar, mandíbula retraída y dificultades respiratorias y casi le practican una traqueotomía. Después del parto, Anabel tuvo una hemorragia que fue contenida a tiempo.
Durante el primer año, su bebé tuvo problemas para ver, escuchar y mantenerse estable y le diagnosticaron el infrecuente Síndrome de Joubert, de orígen genético, que implicaba una malformación del cerebelo -el órgano que coordina los movimientos-. En el cerebelo, Luz tenía un quiste que se había visto en la primera y segunda ecografía. En ambos casos, el ecografista recomendó una resonancia magnética fetal para identificarlo y así evaluar la vía del nacimiento y la atención necesaria. Al ver esos estudios, Daverio les aconsejó que se relajaran, que al nacer Luz no iba a tener nada. En la tercera ecografía, una médica no vio el quiste y el obstetra reafirmó que Anabel podía parir en su casa.
En un principio ella había elegido la clínica, pero tras escuchar a las parteras repetir en cada encuentro que el mejor lugar era el hogar, cambió de idea. En 2017, la atención en domicilio valía $25 mil, el equivalente a 1.400 dólares de entonces. En la clínica, los honorarios se reducían a $15.000 pero se agregaban otros $7.000 para la habitación y solo aceptaban efectivo ya que no trabajaban con obras sociales, salvo ante cesáreas. En esas ocasiones, Daverio ganaba $7.900, en promedio, lo mismo que el resto de sus colegas.
Ese mismo día en que fue citada Anabel, el equipo convocó a las 12 mujeres del grupo de mayo y les informaron que tampoco iban a poder atender sus partos. Aunque la Ley 26.529 de Derechos del Paciente establece que un médico "sólo podrá eximirse del deber de asistencia cuando se hubiere hecho cargo otro profesional", las 12 mujeres se fueron sin una derivación y con una lista de teléfonos de siete profesionales que hizo el equipo luego de que la exigieran.
Más acusaciones contra el obstetra
En la investigación iniciada en 2020 y publicada en tres entregas en 0221.com.ar, se dieron a conocer testimonios de expacientes de Daverio que daban cuenta de una atención contraria a la Ley de parto humanizado.
En 2008 Gisela Lizarralde, de 25 años, lo conoció cuando trabajaba en la Clínica de la Ribera de Ensenada. Según recordó, el día del parto, el obstetra se encontraba atendiendo en el consultorio de la clínica y una partera hizo el seguimiento. Le pusieron oxitocina para acelarar las contracciones, le ataron los pies y la dejaron sola.
Cuando la bebé estaba por nacer, la partera recibió la orden de esperar y la pulsaciones de la bebé bajaron, motivando que la parturienta se asustara y pidiera por su obstetra, quien llegó indicando que había que hacer una cesárea. Gisela se asustó aún más porque era una cirugía y no entendía la necesidad. Su familia también se sorprendió y, tras increparlo, el médico decidió asistir un parto vaginal en el que practicó una episiotomía sin informar, un enfermero hizo presión sobre la panza para empujar a la bebé practicando la maniobra de Kristeller y le ordenaron que no gritara. Su marido pudo entrar hacia el final. La bebé nació bien y se la llevaron para los controles.
Por su parte, Abigail Bernasconi lo conoció en 2012, cuando tenía 20 años. A las 36 semanas de embarazo, el médico le diagnosticó colestasis: un incremento de los ácidos biliares que trae riesgo de muerte fetal entre las semanas 37 y 38, cuando debe practicarse una inducción o cesárea. Daverio le recetó ácido ursodeoxicólico y análisis de sangre periódicos, pero no mencionó la inducción ni la cesárea.
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La Clínica de la Ribera de Ensenada, donde el obstetra trabajó.
El día del parto, en la Clínica de la Ribera, tras la inducción iniciada por la partera, Abigail pasó todo el día con contracciones y sin dilatar. Pidió por Daverio, que llegó una hora después y decidió retomar la inducción al otro día. Cuando le preguntó por qué no le hacía una cesárea, le respondió que no había anestesista y nadie quiere hacer esas intervenciones de noche. Tras la presión de la familia de ella, el obstetra realizó la intervención y la bebé nació bien.
Barbara Bourbotte, otra paciente que lo conoció en 2016, cuando ya había formado su equipo, Gestando entre Pares, recuerda que tuvo la misma patología que Abigail y que el obstetra programó una cesárea. Cuando ella quiso contarlo a sus compañeras de grupo, las parteras le pidieron que no lo hiciera, para "no sugestinarlas", insistiendo en un punto que solían remarcar en todos los encuentros que sostiene que el miedo obstruye la producción de oxitocina, la hormona que motoriza el parto vaginal.
Si bien el parto respetado suele confundirse con el vaginal o el domiciliario, son conceptos diferentes. El parto respetado es aquel en que se respetan los derechos de las mujeres y sus familias, se les informa sobre las intervenciones necesarias y se respeta el proceso fisiológico. En ocasiones, el parto vaginal no es posible porque está en riesgo la vida de la paciente o del bebé y debe practicarse una cesárea. Por su parte, el parto domiciliario es el que ocurre en el hogar y creció en las últimas décadas motivado en buena medida por una búsqueda de las mujeres por evitar la violencia obstétrica.
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Gestando entre Pares propone una atención grupal.
Las cesáreas injustificadas crecieron a partir de la década del '70, motivadas por las mayores ganancias que representan para los centros de salud y por la previsibilidad que daban a los médicos, alcazando índices del 70% en privados y 30% en públicos -según datos de las obras sociales del país-. Esto motivó el surgimiento de agrupaciones que demandaban una atención respetuosa del embarazo y el parto en todo el mundo. En ese marco, creció la puja de las mujeres por vivir la experiencia de un parto vaginal y también los debates acerca de cuándo es posible y cuándo no.
Otras paciente que conoció a Daverio en 2016, Ana Eugenia Bologna, informó que a las 30 semanas de embarazo le pidió una ecografía luego de sufrir una fuerte descompostura y el obstetra dijo que no hacía falta. Dos semanas después amaneció con pérdidas y fue al Hospital Español, donde le dijeron que no tenía líquido amniótico, que se quedara para una cesárea. Su bebé nació con un kilo y medio porque la placenta había dejado de funcionar y tenía signos de descomposición. Por eso, ella debió quedar internada una semana, con antibióticos. Un año después le diagnosticaron a su hijo un desarrollo asimétrico de los hemisferios cerebrales que trataron con terapia ocupacional, osteopatía y natación.
El paso de Daverio por el ICM
Desde el año 2011 y hasta principios de 2015, Daverio trabajó en el Instituto Central de Medicina (ICM) como “médico visitante”: sin ser parte del staff, utilizaba las instalaciones a cambio de un pago.
Una fuente reservada con acceso a la dirección del ICM informó que, durante ese período, de los 47 nacimientos que asistió, 26 fueron cesáreas, un 55% del total, más del triple de lo recomendado por la OMS.
En su mayoría, eran madres que llegaban con trabajos de parto avanzados, junto a Daverio, y tomaban por sorpresa al equipo médico. Dos bebés debieron ser derivados a neonatologías de mayor complejidad. Ante las quejas del personal por las reiteradas faltas de aviso del obstetra, la dirección decidió que dejara de trabajar allí como médico visitante.
La palabra de Daverio
En 2022, Daverio accedió a una entrevista, en el hospital Horacio Cestino, donde estaba de guardia. Durante el encuentro de tres horas, evitó dar precisiones sobre la atención que brindó a Teresa Falcone, aseguró que las pericias en la causa de María José Suárez le dieron la razón y omitió responder acerca de las diferencias entre la historia clínica original y la que transcribió y entregó en la fiscalía, donde figuraba el estudio que le reprochan no haber hecho. Además, aseguró que derivó a las pacientes del grupo de mayo. Por otro lado, insistió en que se escuchara al resto de las pacientes que había atendido, que tuvieron buenos resultados, contradiciendo lo que él mismo había sostenido un año atrás, en una presentación pública, cuando aseguró que hay que cumplir con los derechos de las mujeres en todos los casos.
"El parto respetado no es más que cumplir con los derechos establecidos en la ley y que deben ser garantizados por los equipos de salud. Es una responsabilidad que tenemos como garantes de derechos: no podemos decidir hacer o no hacer una cosa u otra cuando están en juego los derechos de las personas que atendemos”, había asegurado entonces.