viernes 29 de noviembre de 2024
Portada Daveiro.jpg
Omisión de estudios

El pasado desconocido del obstetra de La Plata, referente del parto respetado, que enfrenta dos juicios

Expacientes de Fernando Daverio, que lo conocieron antes de que se convirtiera en referente del parto respetado en La Plata, recuerdan haber recibido una atención contraria a la garantizada por la ley de parto humanizado. El paso del obstetra por el Instituto Central de Medicina.

--:--

El 6 de noviembre, el obstetra Fernando Daverio junto a parte de los profesionales que integran su equipo, Gestando entre Pares, enfrentará el primero de dos juicios por denuncias de 2017, en el Juzgado Correccional 2, a cargo del juez Diego Tatarsky. Daverio está acusado de Lesiones culposas y Homicidio culposo por la histerectomía de Teresa Falcone y la muerte de su bebé, Chavela. Luego deberá afrontar un segundo juicio, acusado de "lesiones culposas", por la parálisis cerebral de Nina Cipollone, para el que aún no se ha designado la fecha.

En 2017, Daverio era referente del parto respetado en La Plata. En enero ya tenía turnos agotados hasta junio. Las opiniones de expacientes publicadas en grupos de Facebook sobre embarazo y parto eran siempre favorables. Ese año, Gisela Lizarralde leyó en Facebook el relato de parto de una de esas mujeres y quedó pasmada: hablaba del mismo médico que había atendido su parto, nueve años atrás.

Lee además

Sentada en el comedor de su casa, en Tolosa, con ropa cómoda y el pelo oscuro en un rodete, una tarde de septiembre de 2022, Gisela recuerda aquel asombro.

—Ella contaba una experiencia divina, excelente, de parto humanizado. Era todo lo opuesto de lo que Daverio me hizo a mí. ¿Cómo pudo haber cambiado tanto?

AMI_5615.jpg
Gisela Lizarralde en su casa de Tolosa.

Gisela Lizarralde en su casa de Tolosa.

En 2008 Daverio aún no había formado su equipo. Trabajaba en la Clínica de la Ribera, la más importante de Ensenada, donde seguía los embarazos en el consultorio y se presentaba el día del parto. Gisela lo conoció en septiembre y le agradó su trato amable. Tenía 25 años, era primeriza y solo requirió estudios básicos.

La madrugada del 23 de abril de 2009 comenzó con contracciones. Al mediodía, fue con su marido y su madre a la clínica y quedó internada. La partera dijo que Daverio estaba atendiendo en el consultorio y llegaría al terminar. Le puso una vía en el brazo y comenzó el goteo de oxitocina sintética -indicada para partos detenidos o inducciones, pero usada rutinariamente para acelerar la dilatación-.

Desde ese momento, Gisela sintió contracciones mucho más frecuentes y dolorosas hasta que, a las 17, le dieron anestesia y la llevaron a la sala de partos. Estaba sola, tenía frío, miedo, y buscaba una posición menos incómoda que acostada, hasta que le ataron los pies para inmovilizarla.

Cerca de las 20, la partera anunció que la bebé iba a nacer y avisó a la familia, pero cuando se lo informó por teléfono a Daverio recibió la orden de esperar y frenó el goteo. Gisela le escuchó decir que las pulsaciones habían bajado y se asustó. Pidió por su obstetra, que llegó y dijo que había que hacer una cesárea. Ella se asustó aún más porque implicaba un corte en el abdomen y en el útero y no entendía la necesidad.

AMI_5710.jpg
Gisela y su hija, Francisca.

Gisela y su hija, Francisca.

Su marido y su madre tampoco entendieron cuando Daverio se los informó y le recriminaron la demora en atender el parto. Al ver su reacción, el obstetra regresó y le pidió a Gisela que pujara. Le hizo una episiotomía de la que se enteró al sentir el ardor del corte en el periné porque ya había pasado el efecto de la anestesia. Un enfermero aplicó la maniobra de Kristeller: con los antebrazos sobre las costillas de ella, volcaba su peso para empujar a la bebé. Gisela gritó pero le ordenaron que se callara. Poco antes del nacimiento, pudo ingresar su marido. Francisca nació bien y se la llevaron para los controles. Daverio no volvió a presentarse después del parto.

La sobreintervención del parto

Cuando el parto pasó del hogar al hospital, a mediados del siglo 20, en Argentina se redujo la mortalidad neonatal y postneonatal de 78 por cada mil, en 1947, a 8,4 por cada mil, en 2022, según las estadísticas actuales del Ministerio de Salud nacional. Para ese año, las muertes maternas descendieron un 65% comparadas con los primeros registros, de 1980, cuando fallecieron 485 mujeres.

En simultáneo, surgió el sobreintervencionismo médico. Los procedimientos para prevenir o tratar patologías conocidos como intervenciones fueron cada vez más rutinarios. Por el ahorro de tiempo y las ganancias, las cesáreas alcanzaron índices del 70% en privados y 30% en públicos, según datos de las obras sociales del país.

A partir del año 2000 surgieron a nivel mundial agrupaciones que exigían una atención que respetara como procesos sanos al embarazo y el parto. En Argentina, el sobrentervencionismo médico fue calificado como una forma de violencia obstétrica por la ley 26.485 para erradicar la violencia contra las mujeres, sancionada en 2009. Aún así, nada cambió.

En febrero de 2012 Daverio dio su primera entrevista al programa de radio local Vos Sabés, que informaba sobre el embarazo, el parto y la maternidad. Su conductora, la activista Lorena Ribot, lo presentó como “un médico que está de este lado”. En esa emisión, el obstetra aseguró: “Hay que dejar las intervenciones para los casos que realmente las necesitan, ahí es cuando se salvan vidas”.

Dos meses después, Abigail Bernasconi, estudiante de 20 años, quedó embarazada. Iba a criar a su bebé sola, con la ayuda de su madre y su hermano. Buscando en internet encontró a Daverio. Él le indicó estudios básicos y le dio impresa la Ley de parto humanizado. A las 36 semanas de embarazo, le diagnosticó colestasis: un incremento de los ácidos biliares que trae riesgo de muerte fetal entre las semanas 37 y 38, cuando debe practicarse una inducción o cesárea. Le recetó ácido ursodeoxicólico y análisis de sangre periódicos, pero no mencionó la inducción ni la cesárea.

Clinica de la Ribera de Ensenada.jpg
La Clínica de la Ribera de Ensenada.

La Clínica de la Ribera de Ensenada.

El jueves 19 de diciembre, Abigail cumplió 38 semanas y Daverio le indicó internarse urgente, sin más. En la mañana del viernes, en la clínica, le preguntó si quería inducción o cesárea y ella eligió la primera, pero como no había lugar, tuvo que regresar al día siguiente. Ese sábado, una partera inició el goteo de oxitocina y Abigail pasó todo el día con contracciones, junto a su hermano.

Para las 20 casi no había dilatado y estaba exhausta. Pidió por Daverio, que llegó una hora después y decidió retomar la inducción al otro día. Abigail ya no entendió. Preguntó por qué, si el jueves era urgente, ahora quería esperar hasta el domingo. Le preguntó, también, por qué no le hacía una cesárea.

—Me respondió que era tarde, que no había anestesista y que de noche nadie quiere hacer cesáreas.

Su cuñada, que esperaba afuera junto a su madre, se extrañó y consultó con una amiga obstetra, que le respondió que había que sacar a la bebé urgente porque con la colestasis peligraba su vida. La madre de Abigail exigió explicaciones a Daverio, quien respondió que era su hija la que no quería una cesárea. Abigail supo del riesgo por su familia. En media hora, el quirófano estuvo listo. Daverio le hizo la cesárea y su hija nació bien. Tras el alta, la bebé tuvo fiebre y ella lo llamó para que le recomendara un sanatorio. “La fiebre no tiene nada que ver con la colestasis”, respondió el obstetra.

El único médico para partos domiciliarios en La Plata

Aunque suele confundirse el parto respetado con el domiciliario son conceptos diferentes. El primero es aquel en que se respetan los derechos de la mujer y su familia y el segundo, el que transcurre en el hogar. Los partos domiciliarios crecieron a partir de 2010, en una búsqueda de las mujeres por evitar la violencia obstétrica y también porque se supo cada vez más sobre la influencia del entorno en el proceso fisiológico del nacimiento.

Mientras un ambiente íntimo y cálido favorece la segregación de oxitocina -la hormona que produce las contracciones que dilatan el cuello uterino y empujan al bebé- un ambiente frío, muy iluminado y hostil, la obstruye, generando adrenalina, la hormona que detiene el proceso.

Estos partos suelen ser atendidos por parteras: licenciadas en Obstetricia recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para embarazos sanos. Pocos equipos incluyen obstetra y pediatra. Salvo excepciones, las obras sociales no los cubren. No existen cifras oficiales sobre la cantidad de partos domiciliarios planificados en Argentina. El Ministerio de Salud Nacional informó que el 99,4% de los 444.957 nacimientos de 2022 fue atendido por médicos o parteras -el 62% en hospitales públicos-. En 2019, informaba que el 0,2% de los 625.441 nacimientos ocurrió en domicilios, sin distinguir cuántos se habían planificado.

parto domiciliario.jpg
Desde hace más de una década, los partos domiciliarios comenzaron a crecer en el país.

Desde hace más de una década, los partos domiciliarios comenzaron a crecer en el país.

Quienes los asisten afirman que son seguros porque se prevé la derivación ante la emergencia. En países como Canadá, Inglaterra y Holanda están integrados a los servicios de Salud. En Argentina, a falta de un sistema de derivación eficaz, los médicos lo desaconsejan.

En 2013 Daverio era el único obstetra que asistía partos domiciliarios en La Plata. Afirmaba haber atendido más de 50. El primero había sido cuatro años atrás, cuando recibió a su primogénito, que tuvo con su esposa, con quien luego tuvo otros dos hijos, también en su hogar. En 2014 conformó el equipo Gestando entre Pares, en el que lo acompañaban un pediatra, una psicóloga y tres parteras, incluida su pareja. Ofrecían atención grupal y la posibilidad de parir en una clínica o en el domicilio, con un “Plan B” ante la emergencia, que consistía en el traslado hacia la clínica donde el equipo trabajaba.

Eliana Barreto comenzó a asistir a los encuentros grupales en 2014, luego de que tres mujeres se lo recomendaran para su primer embarazo. Allí aprendió de otras embarazadas y de las parteras, que le hablaron de los beneficios del parto domiciliario. Comenzó a informarse sobre el tema junto a su esposo hasta que se decidió por esa opción, con la tranquilidad que le brindaba el equipo médico y el “Plan B”.

Las contracciones comenzaron la medianoche del 9 de mayo de 2015. La partera llegó a la madrugada y alivió el dolor con masajes. Al mediodía, cuando el trabajo de parto se intensificó, llegó Daverio y la asistió.

—No pujaba bien, así que el médico me ayudó. Unas cositas que tuvo que intervenir, pero apenas.

A las 13.50 nació Camilo y lo pusieron en su pecho. Ahí lo revisó el pediatra y el padre cortó el cordón umbilical. Una vez que el equipo se retiró, quedaron los tres a solas.

—Fue un parto hermoso. Hermoso. Me permitió saber que podía, que había sido también todo rédito mío.

Tras esa experiencia, Eliana y su esposo volvieron a elegir a Gestando entre Pares para los partos de los dos hijos que llegaron después y que también nacieron en su hogar.

Eliana Barreto y su familia.jpg
Eliana Barreto junto a sus tres hijos y su esposo.

Eliana Barreto junto a sus tres hijos y su esposo.

La atención grupal

En más de una entrevista, Daverio solía recalcar que el cambio comenzaba en la formación médica y que él hacía su aporte como docente en la Facultad de Medicina, donde enseñó la materia Obstetricia, entre 2013 y 2014. Más tarde afirmó que debió dejar el cargo porque "el espacio de formación universitario no está preparado para estos cambios todavía".

Su propuesta buscaba transformar el modo de atención, reemplazando la clásica sala de espera blanca de luz fría donde las mujeres aguardaban su turno para el control médico individual, por encuentros grupales de tres horas en los que hablaban con otras embarazadas que atravesaban la misma etapa de gestación, junto a sus acompañantes y las parteras.

Según Daverio, esto permitía abordar temas soslayados por la Obstetricia vigente, como "Linaje materno" o "Vínculo prenatal a través de la música y el canto". El obstetra destacaba que la atención grupal revalorizaba la palabra de la mujer. “La sabiduría está en ellas, no está en nosotros. Es muy importante que las mujeres se enriquezcan con su propia sabiduría”, afirmó en una entrevista radial de septiembre de 2014.

Ese mismo mes, a Barbara Bourbotte le diagnosticaron colestasis. Tenía 31 años, era primeriza y se atendía con el equipo desde hacía seis meses. Daverio programó una cesárea y ella comprendió. Para asimilar el cambio, esperaba la contención de su grupo pero en el siguiente encuentro, las parteras la llamaron aparte.

—Me pidieron que no le dijera a mis compañeras que iba a cesárea, para no sugestionarlas. Me sentí tabú.

En la fecha programada, Bárbara fue con su marido al sanatorio, donde le informaron que él no iba a entrar al quirófano. Cuando ingresó, estaba tan nerviosa que le subían las pulsaciones. Al verla así, el anestesista se le acercó al oído y le dijo: “O te calmás o te duermo y a tu bebé lo ves mañana”.

—Cuando le conté a Daverio, me respondió que era un cocainómano con el que ya se había peleado y que él no podía elegir el equipo médico.

Tres días después, Bárbara regresó con su familia a su hogar, en Verónica. El recuerdo engendró en ella un temor persistente a volver a dar a luz.

"No es una estrella de rock"

En 2015 se promulgó el decreto reglamentario de la Ley de Parto Humanizado, pero correspondía a los ministerios de salud provinciales supervisar su aplicación y todavía faltaban cinco años para que Buenos Aires adhiriera a la ley.

Por entonces, si se buscaba en internet una atención respetuosa en La Plata, Daverio encabezaba los resultados. Su opinión fue consultada en dos libros sobre el tema y ya había brindado 16 entrevistas a medios locales. En una de esas entrevistas definió a las intervenciones médicas como: “Toda actitud impuesta a una mujer en trabajo de parto”.

—La intervención no quiere decir no respeto —distingue el obstetra Gonzalo Guzmán, jefe del servicio de Tocoginecología de la Maternidad Estela de Carlotto, una institución pública centrada en la atención con garantía de derechos, en Moreno—. A veces hay intervenciones necesarias. Tienen que estar bien fundadas e implementadas con un criterio correcto, consensuadas con la persona gestante y la familia. La intervención sin consensuar, sin explicar, rutinaria, sí es un modo de violencia.

Tras escuchar todas las entrevistas a Daverio, Ana Eugenia Bologna lo eligió. Con 35 años, esperaba su primer hijo para noviembre de 2016. El padre, con quien no convivía, la acompañó al principio y luego siguió sola. Aunque se sentía a gusto con el grupo, le preocupaba el precio del parto: unos 22 mil pesos o casi 1.500 dólares que ella, con su sueldo de muralista, no tenía. Quiso cambiar pero no encontró nada tan completo para un parto domiciliario y optó por pagar en cuotas.

Con 30 semanas, tras una fuerte descompostura, le pidió a Daverio una ecografía. Aunque lo básico era una por trimestre y habían pasado cuatro meses desde la última, él respondió que no hacía falta. Dos semanas después amaneció con pérdidas. Fue al Hospital Español, donde se hacía los estudios, para una ecografía. Allí le dijeron que no tenía líquido amniótico, que se quedara para una cesárea. Ella no entendía cómo, si nunca había roto la bolsa. Fue a ver a Daverio, que disintió y quiso repetir el estudio, pero era viernes y debían esperar hasta el lunes. La otra opción, indicó el obstetra, era regresar al Español para una cesárea porque su hijo iba a necesitar atención neonatológica y ahí tenían una de las mejores de la ciudad.

guardia hospital español_0003.jpg
Hospital Español de La Plata.

Hospital Español de La Plata.

Ana optó por regresar al Español. Cuando informó quién era su médico, la obstetra de guardia lamentó: “¡Ja! Los del parto respetado”. Al hacer la incisión, la oyó decir: “¡Mirá cómo está esto! ¡Todo negro! ¡Sacale una foto para que vean lo que hacen los de los partos respetados!”. Más tarde le informaron que su hijo pesaba un kilo y medio porque la placenta había dejado de funcionar y tenía signos de descomposición. Por eso, ella debió quedar internada una semana, con antibióticos.

Durante el mes en que León estuvo en la neonatología, todos los análisis dieron bien. Cuánto tiempo había estado sin alimentarse o qué secuelas tendría, nadie supo informarle a Ana. Un año después le diagnosticaron un desarrollo asimétrico de los hemisferios cerebrales que trataron con terapia ocupacional, osteopatía y natación.

Mientras su hijo estuvo internado, Ana veía a otros obstetras visitar a los bebés de sus pacientes y se preguntaba por el suyo. Las parteras del equipo habían acudido cuando les pidió ayuda con la lactancia, pero Daverio no. Tras el alta, fue a su consultorio y él argumentó que no tenía permitido ingresar al Español porque allí se oponían a su atención respetuosa.

—Podía llamar, mandar un mensaje, algo. Creo que me hubiera sentido diferente. Pero además, las parteras trabajaban con él y entraron. No es que si cruzaba la puerta iban a estar todos atrás de Daverio. No es una estrella de rock.

Médico visitante

Desde el año 2011 y hasta principios de 2015, Daverio trabajó en el Instituto Central de Medicina (ICM) como “médico visitante”: sin ser parte del staff, utilizaba las instalaciones a cambio de un pago.

Una fuente reservada con acceso a la dirección del ICM informó que, durante ese período, de los 47 nacimientos que asistió, 26 fueron cesáreas, un 55% del total, más del triple de lo recomendado por la OMS.

Instituto Central de Medicina.jpg
Daverio trabajó en el Instituto Central de Medicina como médico visitante.

Daverio trabajó en el Instituto Central de Medicina como médico visitante.

En su mayoría, eran madres que llegaban con trabajos de parto avanzados, junto a Daverio, y tomaban por sorpresa al equipo médico. Dos bebés debieron ser derivados a neonatologías de mayor complejidad. Ante las quejas del personal por las reiteradas faltas de aviso del obstetra, la dirección decidió que dejara de trabajar allí como médico visitante.

Daverio, después del 2017

Tras los hechos de 2017 por los que atravesará dos juicios, el obstetra se integró a la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir, en 2018, año en que también formó parte del panel de dos charlas sobre Aborto y Salud Pública.

En mayo de 2020, el diario Clarín publicó una nota con las denuncias de Teresa Falcone, de las once mujeres del grupo de mayo -que sostienen que interrumpió la atención sin derivarlas, días antes de parir- y de María José Suárez. En respuesta, un comunicado en las redes sociales de Gestando entre Pares repudiaba “la manipulación ejercida por Clarín en torno al Parto Respetado” y aclaraba que la muerte de una mujer o de su hijo durante el parto era algo “inesperado, posible y muchas veces inevitable”.

Hasta ahora, Daverio no había hablado en entrevistas sobre las denuncias por las que afrontará dos juicios ni sobre los testimonios de expacientes que se publicaron por primera vez en esta investigación.*

*La presente nota forma parte de una serie de entregas que incluyen una entrevista con el obstetra, Fernando Daverio.

También te puede interesar

Dejá tu comentario

Te puede interesar