La madrugada del 23 de abril de 2017 quedó grabada en la memoria de muchos vecinos de Villa Elisa. Fue una noche espesa, como esas que se cierran con neblina y olor a pasto mojado. Pasaban las 2 de la mañana cuando una moto y un auto chocaron violentamente en la zona de diagonal 50 entre 12 y 15. En la moto iban Leandro Rodríguez, de 24 años, y Camila Herrera, de 18. Ambos murieron. Él en el acto. Ella minutos después, en el hospital. En el auto, un Volkswagen Fox rojo, iba Federico Rogelio Rodrigo, que hoy se sienta en el banquillo de los acusados en el juicio oral que comenzó hoy luego de varias suspensiones.
La sala del Juzgado Correccional N° 4 de La Plata, a cargo de la jueza Claudia Grecco, es la testigo de esta instancia por el choque fatal. A más de siete años de aquella madrugada trágica, el proceso busca responder una pregunta tan simple como dolorosa: ¿quién fue responsable de las muertes de Leandro y Camila?
Las posiciones ya están planteadas. Por un lado, la fiscal de juicio Victoria Huergo intentará demostrar que el conductor del auto circulaba a una velocidad excesiva y que invadió el carril contrario, generando una colisión inevitable. Por el otro, la defensa de Rodrigo —encabezada por el abogado Felipe Granillo Fernández, miembro de uno de los estudios jurídicos más prestigiosos de La Plata— intenta demostrar lo contrario: que las circunstancias no son concluyentes, que las pericias no son definitivas, que la tragedia no tuvo responsables claros.
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Una noche rota en Villa Elisa
El expediente judicial es técnico, pero el dolor es humano. Según la causa, el choque fue brutal. La moto impactó contra el auto y quedó destruida. Rodríguez sufrió la amputación de uno de sus brazos y murió prácticamente en el acto. Camila Herrera sufrió múltiples fracturas y fue trasladada de urgencia al Hospital San Roque de Gonnet, donde falleció a los pocos minutos.
No hubo testigos directos del choque, pero sí un dato inquietante: un testigo afirmó haber visto al acusado, momentos antes del siniestro, orinando borracho sobre un monumento de la zona. Esa imagen puede ser clave.
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La fiscal Victoria Huergo a cargo de la acusación pública en el juicio oral.
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Sin embargo, en términos judiciales, la clave está en las pericias. La causa se dirime entre el exceso de velocidad y la invasión de carril. La ausencia de testigos presenciales obliga a que el juicio se juegue en el terreno técnico: velocidad, trayectorias, impacto, huellas, alcohol.
La jueza Grecco escuchó todo en silencio. Anotó, miró. Se detuvo especialmente cuando el primer perito forense comenzó a explicar las lesiones de las víctimas. El ambiente en la sala se volvió denso. La madre de Camila lloró en silencio.
El juicio y los abogados
Del lado de la acusación, quien representa a la familia Herrera es el abogado Cristian Mendy, quien asumió el rol de particular damnificado.
No es menor el detalle de que Federico Rodrigo tenía 25 años al momento del siniestro, una edad similar a la de Leandro. El fiscal buscará establecer si el acusado había consumido alcohol, algo que, de confirmarse, podría agravar su situación.
La estrategia de la defensa se asienta sobre la duda razonable: al no haber testigos presenciales, todo lo que se diga deberá pasar por el tamiz de las pericias.
Pericias, velocidades y una esquina marcada por la tragedia
En el cruce de diagonal 50 entre 12 y 15 hay una placa con dos nombres grabados en pintura: “Camila y Leandro”. Familiares de las víctimas la colocaron poco después del hecho. Cada tanto, alguien deja una flor. La esquina quedó marcada.
No hay forma de reconstruir el dolor, pero sí la verdad. Y la verdad, en este caso, va a estar en los centímetros.
La causa se encuadra dentro de la figura penal de homicidio culposo calificado, que prevé penas de hasta seis años de prisión si se comprueba que hubo conducción imprudente, negligente o antirreglamentaria. La familia de Camila pedirá una condena firme y efectiva.
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Claudia Grecco, jueza a cargo del veredicto y eventual sentencia.
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La palabra pendiente
El juicio recién comienza. Se prevé que se extienda al menos una jornada más, con declaraciones de peritos e informes médicos. En el medio, habrá tensión, reconstrucciones, emociones.
Pero, sobre todo, habrá una palabra pendiente: responsabilidad. ¿Quién fue responsable de la muerte de Leandro Rodríguez y Camila Herrera? Esa pregunta, siete años después, todavía necesita una respuesta.