Esta es la particular y singular historia de un ex futbolista y entrenador nacido en La Plata, Héctor José Maisón, fue distinguido en un pueblo de Francia donde dejó un legado que hasta hoy continúa, tanto como figura futbolística, como formador.
Esta es la historia de un crack de La Plata, que tuvo su vida en Francia y protagonizó momentos increíbles y memorables.
Esta es la particular y singular historia de un ex futbolista y entrenador nacido en La Plata, Héctor José Maisón, fue distinguido en un pueblo de Francia donde dejó un legado que hasta hoy continúa, tanto como figura futbolística, como formador.
A los 88 años pudo ver con sus ojos cómo el Estadio Municipal de Pont-Saint-Esprit fue rebautizado con su nombre (anteriormente se llamó Clos Bon-Aure). El “Coco” Maisón se radicó en Francia en 1961, cuando llegó al Niza y al sexto año alcanzó la gloria con el Olympique de Lyon obteniendo la Copa Francia, en su 50ª edición, lo que aquí equivale a la Copa Argentina y que entre los galos se disputa desde 1917.

El 4 de noviembre de 1967, el Racing Club de Avellaneda venció 1 a 0 al Celtic de Escocia en Uruguay y fue campeón de la Copa Intercontinental.
Aquel día, el crack platense pasó a ser más famoso, ya que en los últimos minutos de la final que le ganaron 3 a 1 al Sochaux, tras elevar un remate para ganar tiempo, esa pelota terminó cayendo en el palco donde estaba el general Charles de Gaulle, mandatario francés.
El Estadio Parque de los Príncipes con sus 35 mil almas se levantó en un aplauso, y las fotos aparecieron en los diarios y revista. “Un pase perfecto a de Gaulle, que levantó los brazos y despejó el balón”, se describió. Esa tarde, el General también estrechó la mano del platense de 31 años.
Más allá de que nació en Ensenada el 20 de abril de 1936, criado un poco en El Mondongo y algo más en Los Hornos, mostraba avidez por la pelota desde chico. Se destacaba en el medio, en la posición que entonces llamaban “entreala”, volante izquierdo con vocación para el ataque. Sin embargo, Maisón se fue de nuestra ciudad sin otro pergamino que haber compuesto un equipo de barrio muy famoso, “Mate y Venga”, que auspiciaba el estudio jurídico del recordado abogado penalista Roberts Alcorta.
Se probó en Argentino de Quilmes, donde con edad de Cuarta saltó a la Primera B de AFA (31 partidos y dos goles en las temporadas 1956-57); despegó en un préstamo a Temperley (21 partidos y 7 goles, en 1959) y lo adquirió Tigre desde donde elevará su condición deportiva y social, en el fútbol francés.
“Coco” jugó 38 encuentros en el club de Victoria, en el actual Estadio José Dellagiovana; salió en la colección de figuritas Crack y le agradecerá al presidente Ricciardi, que tenía joyería, aquella chance que le dio a venderlo en 1961. “Viajó con nuestra madre (María Elena Ottonelli) que me tuvo con tan solo 17 años, en Niza”, relata Adriana Maisón a 0221.con.ar, la primogénita, quien dio a este medio la noticia del acto de hoy, donde se rebautizó una cancha de fútbol con el nombre de Héctor J. Maisón.
“Héctor Maisón, roi du terrain” (rey del campo) se lee en una revista del tiempo en que lució los colores de Lyon. La final de la Copa de Francia y la anécdota del pelotazo vuelve una y mil veces. "Unos minutos antes del final del partido, para no perder el balón, hice un remate alto, que subió y subió, aterrizando en la tribuna presidencial en brazos del General de Gaulle”, supo explicar Maisón.
A pesar del talento en dos grandes instituciones, la condecoración llega desde otra ciudad, donde lo admiran y respetan desde que allí fue vivir y trabajar en club regional, el Bresier, de la ciudad portuaria de Point-Saint-Sprit. Aquí fue profesor de educación física en escuelas primarias y entrenador de fútbol formativo. “Me daba muchos dolores de cabeza dirigir a los profesionales”, confesó ya alejado de toda la competencia.
Para la cita tan esperada de este sábado 23 de noviembre, se lo vio llegar con felicidad y esfuerzo, producto de una enfermedad que lo aqueja. Lo aplaudieron 400 personas. Aquí, Adriana ansía volver a verlo una vez más, pero en Francia, donde jamás pudo volver.
“Mi vida con papá se divide en dos, por un lado, la fama que tuvo en el fútbol, y por eso recibe estos reconocimientos como el de un Estadio. Y la otra parte fue a partir de 1971, cuando nos vinimos a la Argentina y él volvió a Francia. Siempre le dije que las puertas de casa están abiertas. Son cosas de la vida que mis padres se separaron”, expresó la hija mayor, de 62 años, dedicada a la artesanía, en su casa hornense de calle 139 entre 61 y 62.
“Coco” ha vuelto en visitas esporádica y la última fue “en septiembre de 2011, estuvo 18 días y fuimos a mirar un partido de Gimnasia”, relata Patricia Maisón, docente, la segunda hija nacida en Francia el 21 de diciembre de 1963 y que ya prepara el tercer viaje (su última visita fue en 1992). Son las chiquitas que en Niza guardaban silencio cada vez que papá cerraba los ojos para descansar después de dejar la piel en un campo de juego.