domingo 13 de julio de 2025

"Terruños": un viaje por la agroecología y un homenaje a la investigadora Leda Giannuzzi

El fotógrafo platense Nicolás Freda recorrió junto a su pareja, la profesora de danzas africanas Camila Mainetti, distintos lugares de Latinoamérica.

Surgió como algo visceral. Dice el fotógrafo Nicolás Freda que la idea de un viaje por Latinoamérica comenzó en febrero de 2022, un mes antes de que se enfermara su madre, la investigadora platense y doctora en Ciencias Químicas Leda Giannuzzi. En un principio lo imaginó solo, quizás en moto, recorriendo y registrando experiencias de agroecología.

"Con su enfermedad, esa idea se desintegró, pero volvió a aparecer un año más tarde, mientras atravesaba el momento más duro: recorría geriátricos para mí papá (de quien estoy a cargo desde la pandemia) y a su vez mi madre estaba en la etapa final de ese proceso de un cáncer terminal. Un golpe durísimo al corazón donde todo se derrumbaba", recuerda el autor del trabajo Terruños, un pequeño registro fotográfico de diferentes experiencias de agroecología que conoció viajando por diferentes países de Latinoamérica.

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La presentación es el domingo 13 de julio a las 18 en Espacio Foli (41 #915 e/ 13 y 14), con entrada libre y gratuita, y además de la exhibición del libro, habrá un conversatorio sobre “Futuros (im)posibles: ¿cómo sembrar e imaginar un mañana?”, en el que participarán Andrea Suárez Córica, Leopoldo Rueda, Elena "Beti" Senattori y Victoria Irene, con la moderación de Mati López.

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El libro

El libro "Terruños" se presenta en La Plata este domingo

Hacía pocos meses que Nico Freda había empezado a salir con la profesora de danzas africanas, Camila Mainetti. Y entonces el viaje cambió. Lo pensaron juntos, pero en auto y, sobre todo, por Sudamérica. Salieron, a toda intensidad, el 29 de diciembre de 2023 rumbo al norte argentino. “Cami no conocía esa zona para la que soñábamos arrancar (Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela), y yo quería volver a varios lugares -continúa el fotógrafo, miembro del colectivo SADO-. Ese fue el puntapié, pero estaba todo tan difícil en ese contexto que era imposible proyectar, había que estar donde había que estar. A los meses falleció mi mamá y mi viejo pudo establecerse bien en el geriátrico. Fue así que el viaje empezó a tomar forma; nos pusimos en campaña, vendimos los autos que teníamos y compramos una Kangoo nueva en el momento justo. Preparamos una especie de mueble donde se armaba una cama y donde también podíamos cocinar. Hicimos básicamente una mini casita rodante”.

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Nico y Cami, en un viaje por la agroecología.

Nico y Cami, en un viaje por la agroecología.

Pidieron licencias en sus trabajos, dejaron a colegas en sus puestos y Nico reactivó un viejo proyecto de fotografía documental ligado al mundo agroecológico. Se armó un posible mapa. Fue así que personas claves como Marcos Filardi lo ayudaron con contactos de personas en diferentes países. Hasta que ocurrió algo inesperado. “El proyecto estuvo a punto de no ser, ya que ni bien arrancamos nos robaron varios bolsos y en uno de ellos estaba mi cámara. Intentamos recuperarla pero nada. Así y todo seguimos viaje, aunque esa situación nos había amargado mucho. Luego de unas semanas se me ocurre que quizás mi hermana podría prestarme su cámara y me la mandara desde La Plata. Publiqué una historia de IG preguntando si 'por casualidad' alguien viajaba a Perú en esos días, y una amiga al toque me respondió que sí. Cami siempre me dice que 'soy insistidor', así que quizás algo de razón tenga. Luego de muchas vueltas y gestiones la cámara llegó a mis manos y el proyecto volvió a girar, por todo este motivo es que en Bolivia no hay registro”.

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En el camino hubo diversas revelaciones, sin ningún tipo de idealización. Subidas extremadamente empinadas que hacían temblar el auto, o las veces que se quedaron en el barro, en una ocasión ayudados por unas “cholas” en Cusco.

Así lo cuenta Nico Freda: “El viaje fue hermoso; por un lado, el deseo de conocer experiencias, gente nueva, sabores, mercados, historias, culturas antiguas mezcladas en la contemporaneidad del altiplano. Por otro, un viaje que nos unió como pareja al convivir 24 horas durante meses arriba de un auto, pasando por infinitas situaciones, en estado de duelo por lo de mi mamá. Y a la vez era una continua toma de decisiones cotidianas, que pueden parecer sencillas, pero en otras latitudes es una aventura y desafío cada día, como por ejemplo: estar atentos cada vez que manejábamos en diferentes lugares, las rutas, la moneda de cada lugar, los papeles para pasar las fronteras, ver dónde dormir, qué comer, prestar atención a las cosas que debíamos cuidar y demás. No todo era tan 'idílico' como se puede pensar”.

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Rememora la llegada a la casa de Alain, una especie de guardián de semillas cerca de Cusco, como una verdadera odisea. "Porque era arriba de una montaña, por todo camino de tierra embarrado por las lluvias, también con precipicio, y donde no había buena señal de GPS. No sabíamos dónde era e íbamos subiendo y subiendo sin saber a dónde. Ahí Cami me quiso matar, porque yo la metía todo el tiempo en mis aventuras por ir a sacar fotos".

Después, el hecho de ir por la ruta horas y horas y de pronto, al pasar por un pueblito donde debieron bajar la velocidad por un badén, que apareciera un señor y les convide un vasito de caña a través de la ventanilla. "Y terminar entrando y compartir el inicio del carnaval rodeados de gente de ahí, colores, espuma, serpentinas, picardía y juego. Nos dieron de comer en la calle, nos traían cosas, nos venían a hablar. Estaban de fiesta a full, y nos invitaban a quedarnos porque duraría días".

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En paralelo, durante los cuatro meses y medio de viaje, se dio un recorrido por la agroecología que se abría a cada instante y con cada contacto nuevo, aunque sin poder permanecer las semanas que hubieran deseado. Conocieron viajeros (la mayoría argentinos) que están recorriendo Latinoamérica hace años.

Y a Patricio, de Cuenca (Ecuador), un señor jubilado de la Facultad de Agronomía y dedicado por años a la red de Economía Social y Solidaria, que los alojó en su casa durante días y los llevó a conocer ferias, experiencias de agroecología, la ciudad de Cuenca, su cultura y sus costumbres. "Y con esa generosidad, conocer una partecita de la selva ecuatoriana y sus comunidades que siguen viviendo ahí con sus prácticas indígenas. Las infancias, esa libertad que tienen en la naturaleza, es impactante. Que niñas de 7 y 9 años nos muestren el lugar mejor que nadie, se manden al río con mucho caudal, sepan dónde está cada piedra, dónde pisar, dónde no. Todo el día descalzas subidas a los árboles y trayéndonos “regalitos”, como “ofrendas”: un fruto, una semilla, una comida", describe Nico Freda.

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"Fue una especie de 'pantallazo' de un modo de 'habitar los días' en el que nos gustaría profundizar. Conocimos gente visionaria, trabajadora y realista, de corazón abierto, que nos mostraron que hay otras posibilidades de vivir bien", sintetiza Nico, que a su vez es nieto de los escritores Joaquín Giannuzzi y Libertad Demitrópulos. A partir del viaje, hoy estudia la Tecnicatura en Agroecología de la UNLP tras haberse recibido de la carrera de Cine en la Facultad de Artes.

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Leda Giannuzzi, retratada por el fotógrafo Nicolás Freda, su hijo

Leda Giannuzzi, retratada por el fotógrafo Nicolás Freda, su hijo

Palabras para Leda

Sin aspavientos, Nico Freda desea dedicarle unas palabras a su madre, a quien el libro Terruños rinde homenaje. Leda Giannuzi, fallecida en 2023, fue una de las creadoras de la primera Cátedra de Soberanía Alimentaria del país. Investigadora del CONICET, doctora en Ciencias Químicas, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos y profesora de la cátedra de Toxicología de la UNLP, sus últimos trabajos estuvieron orientados a la generación de alternativas tecnológicas eco- compatibles para remover cianobacterias y cianotoxinas.

"Su energía, amor, deseos por una sociedad más justa. Fue una científica comprometida con lo social. Recuerdo acompañarla de adolescente, cuando empezaba a sacar fotos con mis primeros rollos, a un barrio humilde donde enseñaba sobre la potabilización del agua. También de viajar juntos en varias oportunidades al Chaco con su Cátedra de Soberanía Alimentaria, a una cooperativa campesina que necesitaba acompañamiento por sequías y falta de agua potable. Dormir en sucuchos, en bolsas de dormir en el suelo en pleno invierno, y ella lo hacía porque lo sentía así. Se sentía más cerca de la gente, era muy sensible aunque no lo expresaba mucho", cierra Nico para homenajear a su madre.

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