El caso de la ciberestafa que estalló en La Plata dejó al descubierto la ingeniería detrás de un fraude que combinó criptomonedas, redes sociales y discursos seductores. Lo que en un inicio parecía un negocio legítimo terminó siendo un esquema piramidal que atrapó a más de 200 personas y provocó pérdidas millonarias.
La plataforma señalada ofrecía "inversiones automatizadas con tecnología de alto rendimiento" y aseguraba resultados rápidos y seguros. Los balances iniciales mostraban ganancias constantes, lo que reforzaba la confianza de los inversores y alentaba a sumar nuevos participantes.
Detrás de esa fachada, el mecanismo era el mismo que en tantos fraudes similares: se alimentaba de nuevos aportes de capital mientras se sostenía la ilusión de rentabilidad. Para ello, los organizadores utilizaban grupos exclusivos de WhatsApp y Telegram, donde compartían supuestos consejos financieros y captaban nuevos interesados.
En paralelo, desplegaban una estrategia en redes sociales: fotos de autos de lujo, viajes y estilos de vida ostentosos que reforzaban la idea de éxito inmediato gracias a las inversiones en criptomonedas. Ese marketing aspiracional fue la llave para atraer a cientos de personas.
La maniobra terminó develándose cuando, de un día para el otro, el dinero desapareció de las cuentas. Los damnificados comenzaron a denunciar y la Justicia caratuló la causa como "estafa reiterada y asociación ilícita". Entre las pruebas se sumaron capturas de pantalla, chats y publicaciones promocionales que exhiben el funcionamiento del esquema.
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Los estafadores prometían grandes retornos en poco tiempo. Cerca de 200 personas fueron estafadas solo en La Plata
El caso recuerda al escándalo que en 2023 golpeó a San Pedro, donde unas 20.000 personas quedaron atrapadas en una estructura similar. La diferencia es que ahora, la trama en La Plata muestra cómo los estafadores logran mutar sus métodos y apoyarse en el universo digital para multiplicar el alcance del fraude.
Mientras la investigación avanza con posibles allanamientos y congelamiento de cuentas, queda claro que el terreno de las finanzas virtuales se convirtió en un nuevo escenario para los delitos económicos, donde una pantalla y un relato convincente reemplazan a las armas y los pasamontañas de antaño.