Pese a ser oficialismo en esa estratégica sección, es opositor a la conducción partidaria local hoy encabezada por el concejal Claudio Frangul. Y como tal encabeza el armado de Protagonismo Radical en el que convergen sectores como Evolución (de Lousteau), la CON (de Federico Storani), el Radicalismo Auténtico (de Juan Manuel Casella), el Espacio de Pensamiento (del alfonsinismo “auténtico), el Movimiento Nacional de la Militancia Radical (de Luis “Changui” Cáseres), el possismo y distintos sectores de la juventud, el movimiento estudiantil y de trabajadores.
-¿Cómo describe al espacio que lo lleva a participar en esta interna?
-Estamos trabajando para construir un proceso nacional del radicalismo que está encabezado por Martín Lousteau. Entendemos que Martín expresa una línea de pensamiento más afín con la identidad del radicalismo, que tiene una mirada socialdemócrata. Esa expresión a nivel nacional creo que fortalece al radicalismo dentro de Cambiemos. No tengo dudas que con él liderando, el radicalismo va a ser mucho más protagonista que lo que es hoy.
-¿Es una crítica a como funcionó hasta ahora y a como se comportó el radicalismo dentro de Juntos por el Cambio?
-Es difícil que el PRO cambie su manera de actuar, su modalidad. Obviamente que tenemos críticas sobre como funcionó el gobierno entre 2015 al 2019 desde el punto de vista ideológico de algunas medidas, pero además desde el punto de vista institucional, porque nunca logramos articular los partidos políticos del frente. Es como que hubo una coalición parlamentaria pero no hubo una coalición de gobierno. Que el radicalismo se fortalezca va a producir que Junto por el Cambio encuentre un mecanismo de funcionamiento y democratización porque va a haber paridad de fuerzas.
-¿Por qué cree que el radicalismo no pudo tener otro rol durante los años de gobierno?
-En primer lugar, creo que fue un error la PASO entre (Enrique) Sanz y (Mauricio) Macri porque perdimos 8 a 1 y después de semejante resultado es difícil pedir paridad de fuerzas. Y después porque hubo cierta miopía para institucionalizar el funcionamiento interno. Entonces quedó todo desligado en el funcionamiento parlamentario con una discrecionalidad enorme en la toma de decisiones por parte de Macri, quien era quien conducía.
-¿Si considera que con Lousteau el radicalismo puede recuperar una línea de pensamiento socialdemócrata, implica que en estos años la UCR perdió ese rumbo y se derechizó por su vínculo con el PRO?
-No descarto que haya algún dirigente que tenga una mirada conservadora y la esconda en su filiación radical. Pero yo no creo que haya algún correligionario que sea en su esencia conservador. En general, todos los que militamos y nos criamos en el comité tenemos en claro cuál es nuestra identidad. Lo que ocurre es que había una situación de debilidad. Y además una confusión: ceder ideas o ceder identidad para sumar referencias, sumar funcionarios, sumar legisladores o concejales, muchas veces no se traduce en términos políticos o no te da peso político. Entonces el cuestionamiento está ahí. Creo que hubo una debilidad de la dirigencia nacional a la hora de intentar equilibrar la distribución del poder con los partidos de la coalición, en especial con el PRO. Pero también es una autocrítica: el volumen político está en la inserción en la sociedad, cuánto pesa tu opinión, tu liderazgo; y el radicalismo viene en crisis desde hace años y tiene mucho por trabajar en ese aspecto. Por eso creo que Martín es una alternativa para empezar a tener liderazgos nacionales con un peso importante.
-¿Esta carencia la detecta también a nivel provincial y local?
-En lo provincial se nota más la estrategia de suma de referencias. El poder está dado por contar cantidad de legisladores y concejales, pero no en la incidencia a la hora de hacer política. Nos faltaron liderazgos provinciales que le hablen directamente a la sociedad. Lo explico mejor: sabemos que cuando la democracia, las instituciones y los valores republicanos empiezan a estar en riesgo, inmediatamente la gente mira al radicalismo, porque es como está instalado que somos el partido que defiende esos valores; pero esa es nuestra identidad, lo que nos falta es mostrar que estamos en condiciones de cuidar la salud, la educación, de mejorar la seguridad, de generar condiciones de infraestructura, de gestionar en la provincia de Buenos Aires. Entonces creo que Gustavo Posse es el referente de un radicalismo que sabe gestionar y es un componente muy importante, liderando este proceso, para contarle a la sociedad que tenemos las personas mejores preparadas para resolver los problemas de la provincia de Buenos Aires.
-¿Marca en la experiencia de gestión una diferencia con el armado "oficialista" en la interna?
-En la pandemia Gustavo estuvo en la vanguardia de los intendentes en apertura de comercios, libre circulación con cuidados sanitarios, que lo chicos empiecen las clases lo antes posible. Lideró a una gran cantidad de intendentes que buscaban un punto intermedio. Demuestra su capacidad de gestionar y resolver problemas concretos. Eso no es menor porque tenemos un radicalismo en la Provincia muy acostumbrado a legislar, a participar en proyectos de ley, pero no tenemos referencias que sepan gestionar. Y de hecho en la competencia electoral que hoy tenemos en la elección del Comité Provincia se nota claramente la diferencia entre la experiencia de gestión de uno con la inexperiencia del otro.
-¿Y cómo traslada ese análisis al radicalismo de La Plata?
-Creo que en el orden local estamos mucho peor que en el nacional y provincial. Me acuerdo cuando estaba en la facultad y veíamos la definición clásica de partido político: es un conjunto de personas que piensan de manera similar, que se organizan, que trabajan por una identidad, que tienen un liderazgo, conforman un programa de gobierno e intentan disputar el poder para transformar la realidad. Cuando miro retrospectivamente no tenemos ninguna de esas características en el partido en La Plata. Hoy somos un partido ciego, sordo y mudo ante la sociedad. No opinamos ni para lo que está bien ni para lo que está mal. Los comités, que son nuestro núcleo de vida, los que hace que el partido intermedie con los afiliados y con los vecinos, están cerrados hace años. Y lo que veo como más grave es que la conducción actual definitivamente renunció a la posibilidad de que haya un proceso liderado por el radicalismo en la ciudad. Eso es centralmente lo que nos marca una diferencia con esta generación que hace ya más de 30 años que viene conduciendo a la UCR de la ciudad intercaladamente.
-Y ante esa crítica ¿Qué expresa su lista?
-El armado que encabezo con Julia Marcó implica una renovación y no solo por la edad, porque también tenemos gente grande. Sino la renovación que implica un cambio de prácticas, de cómo entender el funcionamiento partidario. Estamos seguros que el día 22 de marzo ya tenemos internalizado que al partido lo gobierna el que gana y lo gobierna el que pierde, porque tanto la mayoría como la minoría se encuentran en un Junta Central que tiene sus delegados y discute el norte que tiene que tomar el partido. Y ese no es el sentido que viene teniendo en los últimos años. El partido está prácticamente cerrado y disminuido a hacer actividades de ceremonial y protocolo. No hace actividad política.
-¿En caso de que su espacio gane la interna va a reclamar sentarse con el PRO para definir el armado de listas de concejales y legisladores de Juntos por el Cambio?
-Hoy la UCR es parte de esa coalición y la consideramos que es una herramienta válida para transformar la realidad. Y la queremos cuidar y fortalecer. Lo que estamos discutiendo acá es cuáles van a ser los nuevos liderazgos para ir a buscar a los que se fueron enojados porque las cosas no salieron bien en 2015 o 2019 y cuáles van a ser los caminos para hacer una nueva mayoría. En el ámbito local el radicalismo es parte del gobierno municipal, nosotros vamos a trabajar fuertemente para que el gobierno municipal haga la mejor gestión posible y entendemos que hay una virtud enorme del intendente Julio Garro en 2019, en tener una determinación a pesar del contexto nacional y provincial de cuidar la gestión y del trabajo que se vino haciendo, lo cual le permitió que los vecinos lo vuelvan a elegir. Eso es loable, pero el radicalismo que viene está para acompañar y fortalecer la gestión.
-Pero hay algo concreto y es que este año el radicalismo pone en juego una banca en la Legislatura y otra en el Concejo Deliberante ¿Eso cómo se resolvería si cambia la conducción del partido?
-La de ahora es una discusión endógena, del radicalismo para adentro. Cuando ganemos, tenemos que pasar un proceso de discusión para determinar cuál va a ser la forma. Las reglas de juego de la participación dentro de Juntos por el Cambio ya están claras, eso no está en discusión. Lo que está en discusión es la actitud de la dirigencia, de defender los intereses del partido y pedir mayor participación como consecuencia de un trabajo más fuerte o el acompañamiento simple que se viene dando.
-¿De todo este proceso puede salir que en 2023 el radicalismo se plante como una opción de gobierno municipal desde la cabeza para disputarle al PRO?
-Siempre, en todos los turnos electorales, el radicalismo tiene que plantear su propuesta. Y después habrá que rediscutir entre los socios de la alianza cuáles son las mejores alternativas. Pero un partido político que no tiene vocación de poder deja de ser un partido político. Un partido político que no tiene organización o no construye liderazgos, deja de ser un partido político. Entonces repito que estamos en una discusión endógena para ver cómo nos curamos y empezamos a funcionar como partido de cara a los vecinos y dejamos de ser un partido de escritorio. Resuelto eso, los mismos radicales vamos a discutir y definir el rumbo en un contexto de coalición que también es nacional y provincial. Y la herramienta de Juntos por el Cambio es válida en tanto y en cuanto el radicalismo tenga la fuerza suficiente para que no quede desperfilado en su identidad.
-¿Y en ese camino cuáles serían las primeras acciones que encararía como presidente de la Junta Central?
-Lo primero que vamos a hacer es abrir los comités, convocar a los afiliados a las discusiones y definir el norte del radicalismo para el próximo año y las elecciones políticas que tengamos que adoptar. Y lo segundo es promover un radicalismo que salga a la calle, que se ponga a intermediar con las instituciones, con los colegios profesionales, con los sectores de la Universidad y el mundo del conocimiento y con los barrios. Porque el radicalismo tiene que estar en la calle. Por eso lo tercero es potenciar liderazgos en todas las zonas de la ciudad y por eso nuestra campaña no está focalizada en el presidente de la Junta Central, sino en las presidencias de los comités, en todos los convencionales provinciales y nacionales. Es un proceso colectivo y no individual. Y eso es todo lo contrario de lo que venimos teniendo.
-¿Considera que hay un vacío en el despliegue territorial del partido?
-Hoy nosotros tenemos un partido ausente en todo sentido, en las posiciones públicas y en el territorio. No hay un radicalismo con fuerza real en La Plata. No quiero sonar chicanero, pero la realidad es que el radicalismo se ha convertido en un partido mucho más chiquitito y excluyente. Cuando alguien se quiere acercar, no encuentra la forma de entrar. Y ese es el perfil que hoy tenemos y nosotros queremos todo lo contrario. Los comités son lugares de formación, yo voy desde los 16 años y aprendés, incorporás el ejercicio democrático de escuchar y de hablar. La formación no puede ser sólo académica o centrada en la impronta personal. Tiene que formar gente y ese es el trabajo que vamos a encarar para hacer un radicalismo mucho más útil a la sociedad.