Luego de unas flojas eliminatorias, aquella Selección Argentina viajó a la Copa del Mundo de México 86 envuelta en un mar de críticas a los jugadores y, en especial, al entrenador Carlos Salvador Bilardo. Con todo en contra, el Narigón pudo inculcarles una idea de juego a sus dirigidos y con un Diego Armando Maradona imparable logró traerse el trofeo de tierras aztecas. A 33 años de aquella gesta, los campeones todavía recuerdan las mañas y anécdotas de un DT que los marcó para siempre.
La estrategia que implementó para ganar la copa traspasó los límites del campo de juego: Bilardo no dejó nada librado al azar. Incluso, sus ex dirigidos cuentan que al entrenador le preocupaba cómo sería la aclimatación a 2.500 metros de altura del Distrito Federal y por eso le pidió a la marca que vestía al combinado nacional que le colocara un bolsillo en los pantalones para guardar gajos de limón y puedan chuparlos en caso de que se les sacara la garganta.
El Doctor también les enseñó cómo festejar los goles. Los futbolistas que integraron aquel plantel revelaron que ninguno de los argentinos podía correr para abrazar a su compañero sino que lo tenían que hacer con los que jugaban en su mismo sector.

Las cábalas ocuparon un rol fundamental para Bilardo. Entre esta larga lista en su estadía en México, el entrenador tenía la costumbre de ingresar a los estadios justo cuando en el micro que los trasladaba sonaba el final de la canción “Gigante chiquito” de Sergio Denis.
"Ruggeri, ¿a quién marcás?". Esa fue la pregunta que atormentó durante toda la previa de la final al Cabezón. Además de los entrenamientos, Bilardo le hizo esa pregunta todas las madrugadas hasta el día del partido para que le quedase claro que su rival a defender era Karl-Heinz Rummenigge. Tan grande fue la obsesión que tenía con el teutón que en una oportunidad se metió en su pieza a gritos para saber si tenía la respuesta. De todas formas, el delantero de gran porte físico marcó uno de los tantos de la recordada final ante Alemania.

A pesar del logro histórico y lo que significó la segunda Copa del Mundo para Argentina, el Narigón no festejó el triunfo. Fiel a su estilo, se quedó en los vestuarios masticando bronca por los goles que le anotó el seleccionado alemán a través de las vías que tanto había analizado: los centros. Desarrolló hasta el hartazgo una táctica para que sus jugadores pudieran neutralizar la táctica alemana pero no resultó.
“No tengo medallas. No tengo foto con la copa. Como jugador, desde 1968 venía con esas prácticas. Y que te hagan un gol así después de uno, dos, tres años practicando y mirando videos. Por eso, no tengo medalla. Me la saqué. Me quería morir. Estaba mal", contó Bilardo en más de una oportunidad.

Actualmente, el técnico surgido de Estudiantes de La Plata se encuentra luchando contra una enfermedad conocida como el síndrome de Hakim-Adams. El 10 de abril de este año, Oscar Ruggeri, el Vasco Olarticoechea, Nery Pumpido, el Mago Garré, el Negro Enrique, Ricardo Giusti y Carlos Tapia compartieron un almuerzo con él y revivieron todas las anécdotas, recuerdos y análisis del histórico Mundial de México 1986.