La escena se repite cada jueves en la previa de una carrera. Cerca de las 17, un grupo de personas se acerca al club El Fortín, en 68 entre 24 y 25, con un cesto de mimbre para encanastar a sus palomas. Para desconocimiento de muchos vecinos, incluso para el grupo que se junta en el salón multiuso para tomar clases de baile, existe hay una casilla donde se desarrolla la actividad de la “Unión Platense de Colombófilos”.
Aunque no cuenta con la difusión de otras épocas, La Plata todavía cuenta con un espacio que nuclea a las personas que crían, entrenan y adiestran a palomas mensajeras. En la actualidad, la ciudad cuenta con 26 palomares registrados en el club y compiten, si el clima lo permite, de forma semanal.
En Argentina, el arte de preparar un pichón para competir está más relacionado con un “hobby” que una actividad para ganar dinero. En otros lugares del mundo, como China o Taiwán, cada carrera de paloma mueve fortunas y convoca a cientos de espectadores que siguen el minuto a minuto del evento deportivo.
“Ahora no hay mucha difusión de lo que hacemos. Antes éramos muchos más, los tiempos cambiaron y los chicos no nacieron como nosotros, con la paloma”, afirmó a 0221.com.ar el presidente de la Unión Platense de Colombófilos, Carlos Cruser. “La actividad es así, logramos mantenerlo con mucho sacrificio. El lugar que tenemos lo conseguimos en comodato con la gente de ‘El Fortín’ por unos años, lo arreglamos todo y lo pusimos en condiciones para que podamos estar acá”, señaló.

A pesar de estas limitaciones que hay en La Plata, la Federación Colombófila Argentina es la entidad que rige el deporte en todo el país. La misma fue creado por decreto un 3 de febrero en 1926 y luego reestructurada como entidad civil, con personería jurídica y domicilio legal en la Ciudad Buenos Aires. Así mismo, el estatuto del órgano mencionado, explica en uno de sus capítulos la importancia de las aves para ciertas actividades que están relacionadas con la Defensa Nacional. La competición y entrenamiento se desarrolla dentro de un marco legal.

“Las palomas mensajeras es algo que surgió del Ejército. En época de guerra, se repartían en varios puntos y, al momento de mandar un mensaje, la manera más rápida y eficaz era por vía área. Acá iban a un gran palomar de Campo de Mayo”, explicó Cruser, rompiendo con el mito de varios films hollywoodenses en donde el ave va a una casa para sorprender a un amigo, familiar o una conquista amorosa. En concreto, si no hay un palomar, no hay un lugar a dónde ir.
¿Qué es encanastar?
Al igual que toda disciplina, los colombófilos platenses también utilizan un léxico propio que es ajeno para los visitantes del club El Fortín. “Cada vez que nosotros nos juntamos, traemos las palomas y las desparramamos en diferentes puntos donde se realiza la suelta”, señaló a 0221.com.ar el presidente. “Las ponemos en una jaula que se las llevan a lo que nosotros llamamos sector norte, sur, este, oeste y noroeste; tomando como referencia La Plata”, detalló.

Cada una de las jaulas está identificada con un número y una tarjeta que indica a qué lugar deben ser enviadas. Para ello, un gran camión pasa por el club y lleva a las aves para realizar la gran suelta. En la noche previa a la carrera, descansan y se alimentan con agua y maíz. “Por lo general largan los sábados, cada paloma vuelve a su destino. Cada una de ellas vuelva a donde nace, eso es el palomar”, expresó con un tono que irradiaba optimismo.
Al igual que ocurre en varias disciplinas, la tecnología brinda una asistencia fundamental para que los criadores no esperen la llegada de su plumíferos. Los colombófilos cuentan con una página llamada, donde se cargan los datos y, según explican, cada uno de ellos puede seguir cómo va el recorrido de la carrera sin tener que esperar a que regrese al palomar.

“Cuando son pichones y están en el nido, nosotros le ponemos un anillo que no sale nunca más a menos que lo rompas. En la otra pata, tienen un chip con un código de barra que es inviolable, esos datos lo cargamos en el sistema que diseño Mariano Zamarreño y vamos siguiendo cómo va la carrera”, explicó Cruser. En esa línea, afirmó que, en su regreso, la paloma ingresa a una especie de gatera electrónica y con un ruido indica que volvió al lugar de su nacimiento.

“Esa es la sensación más linda. Disfruto mucho de ver ese momento”, señaló con una sonrisa.
ENTRENAMIENTO
Como todo deporte, las palomas necesitan un entrenamiento para poder participar en las carreras que se realizan en el país. Desde que son pichones, sus dueños aplican una estricta rutina para que puedan estar a la altura de las grandes competencias que hay en Argentina.
“Es como un chico, hay que ir enseñándole. Primero lo llevamos al techo de nuestra casa para que vaya mirando todo el lugar, se familiarice”, comentó Cruser. “Cuando es más grande, la dejamos entrar al palomar de a poco y cuando ya son muchas, empiezan a volar en bandada pero les ponemos una bandera para entrenarlas, de la única forma que bajan es si se las sacamos o les silbamos”, agregó.

Este ritual debe hacerse todos los días. Además de los cuidados correspondientes como el alimento, el agua y la limpieza. “Es como un caballo, algunos le pueden dedicar más tiempo que otros pero es entretenido cuidarlas”, contó a este portal.
A pesar de las complicaciones que tienen los colombófilos de la ciudad, se las rebuscan para seguir disfrutando de la actividad y del día a día con los plumíferos. En los últimos años, además de bajar la matrícula de inscriptos en el club, la relación con la Municipalidad no pasa por su mejor momento, de hecho, no hay vínculo alguno. “Antes no llamaban para hacer suelta de palomas, pero se fue perdiendo. Ellos tampoco se acercan, capaz que no tienen conocimiento de lo que hacemos acá”, reveló Carlos.
LA SUELTA
Al consultarle sobre la suelta de las palomas, la reacción de Cruser fue similar a la de un niño cuando recibe su regalo prometido. Esto es, cuando se abren las compuertas del camión que las lleva al punto de largada y los plumíferos salen, todos a la vez, volando para regresar a los palomares. Se trata del inicio de la carrera, que para los colombófilos apasionados es uno de los espectáculos más hermosos del mundo.

La imagen es única. Una vez que los cuidadores abren las jaulas, las aves contestan con un aleteo que entusiasma a propios y extraños. Mientras se pierden en el horizonte, todavía se pueden ver algunas plumas que marcan el rastro de su camino. Una vez en el cielo no son pajaros, son puntos que se balancean de un lado a otro en busqueda de la ruta para volver a casa.
“Es algo precioso. He ido a varias veces a la suelta pero siempre me sorprendo y digo ‘no pueden ser tantas palomas en un camión, es impresionante’”. “Me emociono porque a esto me decido hace 35 años, lo sigo y todavía lo disfruto”, confesó Carlos.

La suelta es algo único. Todas las palomas tratando de enfilar para su largo regreso a casa, con cientos de kilómetros en el medio pero, como explicó el presidente: “La paloma siempre vuelve al lugar donde nació”.

Si bien es cierto que, con el correr de los años y las nuevas tecnologías, los colombófilos fueron perdiendo fuerza en Argentina, el club El Fortín tiene un espacio para contener a todos los aficionados de La Plata. Quienes se juntan en la previa de una carrera para disfrutar de su hobby e intercambiar experiencias. “Todo esto es a pulmón, acá somos todos amigos”, cerró Cruser.