La causa por muertes vinculadas al fentanilo revela un entramado de sociedades y negocios compartidos entre los dueños del laboratorio y Lázaro Báez.
La investigación judicial por la muerte de 52 pacientes tras recibir ampollas de fentanilo contaminadas en hospitales de La Plata, Rosario y Buenos Aires destapó una trama empresarial con conexiones inesperadas. El laboratorio responsable, HLB Pharma, tiene como dueño a Ariel García Furfaro, un empresario que comparte negocios, domicilios y vuelos privados con Lázaro Báez.
La causa penal se inició en mayo tras una denuncia de la ANMAT, luego de que en el Hospital Italiano de La Plata fallecieran varios pacientes de terapia intensiva que habían sido medicados con fentanilo. Las ampollas provenían de HLB Pharma y habían sido elaboradas en su planta de Ramallo, en la provincia de Buenos Aires.
Las imágenes revelan anotaciones, controles de calidad y fallas graves en los registros del laboratorio HLB Pharma que elaboró el fentanilo contaminado.
La mamá del chico fallecido en La Plata reclama justicia y apunta contra el Hospital Italiano y el laboratorio productor del fentanilo contaminado.
Con el correr de las semanas, la investigación sumó casos similares en otros puntos del país y se confirmaron al menos 52 muertes vinculadas a bacterias detectadas en la cadena de producción del opioide. En paralelo, los vínculos del laboratorio con sectores del poder económico y político comenzaron a emerger.
Uno de ellos lleva directo a Lázaro Báez. Top Air, la empresa de vuelos privados con la que el empresario K trasladaba millones en efectivo, tenía su sede original en Río Gallegos pero en 2016 cambió su domicilio a Yerbal 1021, un departamento en Caballito donde viven la madre y los hermanos García Furfaro. Esa propiedad también figura como sede de varias de sus sociedades.
En esa misma reunión de directorio, Top Air ratificó a Walter Zanzot como presidente. Zanzot fue socio de Báez en Austral Construcciones y está condenado por lavado de dinero en la causa de la Rosadita. La Nación reveló que Zanzot y García Furfaro visitaron juntos a Báez en la cárcel de Ezeiza, en reiteradas oportunidades.
La conexión aérea entre ambos empresarios no termina ahí. Zanzot presidía también Aviación del Atlántico Sur SA (Aassa), dueña del hangar en San Fernando donde operaban tres jets de Báez. Uno de esos hangares fue transferido a García Furfaro entre 2016 y 2017, en plena avanzada judicial contra el entorno kirchnerista.
El Learjet 31A que hoy utiliza García (matrícula LV-BFE) pertenecía a una empresa neuquina y actualmente figura a nombre de Adancard, una sociedad audiovisual de su propiedad que también usó para desembarcar fugazmente en el canal IP. Ese avión fue utilizado en reiterados viajes a Paraguay, país donde el empresario se reunió con el expresidente Horacio Cartes, señalado por vínculos con el crimen organizado.
La intención original era que García y su socio, el contador Diego Castrillón, compraran Top Air como paso previo a una venta al grupo portuario PTP, con sede en Ramallo, a sólo 11 minutos del laboratorio. La operación nunca se concretó, en parte porque uno de los aviones se incendió en San Fernando durante una maniobra sospechosa.
PTP Group, por su parte, está siendo investigado por maniobras en la hidrovía del Paraná y por supuestas concesiones irregulares en puertos de Paraguay durante la gestión de Cartes. El nombre de García Furfaro aparece reiteradamente en cruces con operadores de ese mundo empresarial.
En medio del escándalo, las acciones de HLB Pharma y el laboratorio de Ramallo habrían sido vendidas a principios de este año a Sebastián Nanini, abogado ligado a los García. Tras la explosión del caso, Nanini ejecutó una cláusula de indemnidad y anuló la compra.
Como si fuera poco, Nanini también fue abogado de la exesposa y uno de los hijos de Báez. El entramado de vínculos personales, judiciales y comerciales rodea al laboratorio HLB Pharma y suma nuevas aristas a una causa que avanza con fuertes implicancias penales.