En una emisión cargada de anécdotas y cumbia en vivo, los integrantes de MPM repasaron en No es una copia sus comienzos en la escena local de La Plata. El grupo formado por Ezequiel y Mauri, nació como un experimento entre amigos en un cantobar que funcionaba en calle 61 entre 8 y 9, un lugar que muchos recuerdan por sus pizzas baratas y su ambiente íntimo.
“Cantabas mal y te hacían cantar dos veces”, recordaron entre risas. Allí nació el espíritu participativo que aún conserva la banda: amigos que se adueñaban del show, público que proponía trencitos y coreografías, y un formato donde lo importante era la experiencia compartida.
La primera fecha “formal” de MPM fue tan improvisada como todo lo que vendría después. Invitados por un conocido a cubrir a una banda ausente en un bar, llegaron sin ensayo, con un repertorio aprendido de oído y con ese tocando percusión en un balde de limpiar. “Había 25 personas, pero todos terminaron bailando”, contaron.
MPM, de Marfil al fenómeno de los martes
El boca a boca hizo el resto. De aquel debut en el bar Marfil, pasaron a tener una fecha fija los jueves. Luego llegaron a tocar los martes en cervecerías repletas, donde su formato descontracturado y fiestero encontró el ritmo ideal para cortar la semana.
“La gente venía a cenar, se quedaba a vernos, y después se renovaba el público para seguir la joda”, relataron. Así nació un fenómeno que supo llenar cuadras de cola en la ciudad y consolidar el estilo MPM: música sin ensayo, pero con una conexión profunda con el público.
“Siempre fue más importante lo que pasaba con la gente que lo que pasaba en el escenario”, dijeron, sintetizando una filosofía que los convirtió en referentes de la movida platense sin perder su esencia de barrio.