A Juan Ramón Verón le decían "La Bruja" por su estilo de juego mágico y por un apodo que surgió en sus inicios en las inferiores. En los años ‘60, hechizaba rivales con su zurda endiablada en la cancha de 1 y 57 y se volvió emblema eterno del Estudiantes de Osvaldo Zubeldía.
“Si ve una bruja montada en una escoba… ¡Ese es Verón, Verón, Verón que está de moda!” Este clásico cántico de los hinchas de Estudiantes nació a mediados de la década del ’60, en pleno auge del equipo dirigido por Zubeldía. Y no era para menos: en ese plantel repleto de talento, un joven zurdo comenzaba a escribir su leyenda.
Juan Ramón Verón brillaba en la vieja cancha de 1 y 57 con un estilo que parecía de otro planeta. Sus gambetas, velocidad y definición sorprendían a todos, como si lanzara hechizos cada vez que tocaba la pelota. En la tribuna y en el campo, todos coincidían: había algo embrujado en su juego. Fue así como nació el apodo “La Bruja”.
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Juan Ramón Verón festejando un gol ante Gimnasia.
El mito de Juan Ramón Verón
El sobrenombre se popularizó durante los años gloriosos de Estudiantes, pero su origen se remonta a las divisiones inferiores. Por su nariz prominente y el pelo largo que usaba por entonces, un compañero le puso “La Bruja”, un apodo que pronto trascendió el vestuario para convertirse en sinónimo de talento, identidad y leyenda.
Con ese apodo, Verón marcó una era y quedó grabado en la historia grande del fútbol argentino. Su figura no solo se convirtió en emblema del Estudiantes tricampeón de América, sino también en la primera piedra de una dinastía futbolística que más tarde continuaría su hijo, Juan Sebastián Verón.