miércoles 09 de octubre de 2024

Estudiantes, encerrado en su laberinto

¿Qué le pasa a Estudiantes? El equipo ingresó en una meseta de rendimiento y resultados de la cual no puede salir junto a Eduardo Domínguez.

Se habló y se habla de una nueva reconstrucción. Se mira al espejo y no se reconoce, se descubre arrugas, marcas que no le gustan y no puede maquillar. Está encerrado en su propio laberinto. Después del título de la Copa de la Liga llegó la eliminación de la Copa Libertadores y el inicio de la Liga Profesional.

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La misma comenzó con dos triunfos seguidos y luego una serie de resultados negativos, producto del bajón anímico de la desilusión copera y de un equipo desgastado por la competencia, tenía encendida la luz del tanque de reserva y necesitaba vacaciones urgentes. Más que entendible y justificado.

Las vacaciones no fueron solución para Estudiantes

Después del descanso el plantel volvió a desarmarse, el recambio no estuvo a la altura y el equipo nunca volvió a ser lo que fue. Una pronta e inesperada eliminación en la Copa Argentina y un campeón defensor que se fue por la ventana dejando una imagen muy pobre.

La reanudación de la Liga pareció marcar una recuperación con dos empates y dos goleadas en el clásico platense y ante Newell´s, pero todo fue un espejismo. Todo se derrumbó como un castillo de arena. Los números son lapidarios y van de la mano del flojo rendimiento individual y colectivo.

Hoy lleva seis partidos sin ganar con dos empates consecutivos de local y una derrota, y tres caídas en serie fuera del Estadio UNO donde ni siquiera marcó goles. Problemas en todas las líneas. No puede mantener el arco en cero en los últimos 8 juegos. Los números son elocuentes, difíciles de refutar. Dejó de ser un equipo confiable, seguro de sí mismo. Todos los rivales saben cómo jugarle y cómo complicarlo, y vencen con cierta facilidad.

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Estudiantes no pasó del empate ante Platense.

Estudiantes no pasó del empate ante Platense.

¿Culpables o responsables?

Culpables no. Responsables, todos. Dirigentes, jugadores y cuerpo técnico. Los buenos momentos involucran a todos y los malos, también. Los dirigentes, porque por un motivo o por otro el recambio no fue de calidad, al menos no demostrada hasta el momento.

Los jugadores porque salvo honrosas excepciones no están en un buen nivel. Los que mantienen un buen nivel son Santiago Ascacíbar, Guido Carrillo y Matías Mansilla, más allá del error/fatalidad del primer gol frente a Vélez. Podría incluirse a Pablo Piatti, aunque con altibajos. El resto está debajo de su verdadero nivel y está claro que las partes recienten el todo.

Tiago Palacios, Edwuin Cetré, Enzo Pérez, Eric Meza y Luciano Lollo no muestran su mejor versión; José Sosa juega poco, Alexis Manyoma nunca pudo consolidarse, Facundo Rodríguez hasta el momento no rindió, Santiago Arzamendia no demostró ser más que Gastón Benedetti y así podrían seguir las afirmaciones.

El cuerpo técnico encabezado por Domínguez también tiene su responsabilidad o al menos toma decisiones y para eso está que son discutibles o al menos para poder disentir. Por ejemplo, en el partido en Liniers poner a Sebastián Boselli de lateral (más allá que en River también lo usaron en esa posición) ante un rapidísimo Thiago Fernández cuando es claramente central. Entendemos que pudo ser un juego para poner una línea de cinco, que hubiera preservado más la línea de fondo y también el mediocampo.

Otro tema para debatir es la inclusión de juveniles. Se los pone más por necesidad que por convicción. Cuando varios bajaron a reserva no estuvo bueno exponerlos públicamente. Los pibes sintieron el golpe y quedaron “bajoneados”. Se dijo que no merecen estar en el vestuario de primera y que deben volver a empezar. Puede ser, pero el mismo análisis les cabría a algunos que juegan siempre.

Hay preguntas que no tienen respuesta: ¿Por qué Román Gómez no volvió a tener una chance? ¿Tan bajo está Federico Fernández que no tiene una oportunidad ante el bajo rendimiento de los centrales?

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Los errores propios condenaron a Estudiantes ante Vélez.

Los errores propios condenaron a Estudiantes ante Vélez.

¿Falta de motivación o de calidad?

El plantel tiene jugadores de calidad. Es indudable. La experiencia es importante pero también son muchos futbolistas que superan los 35 y eso lo convierte en un equipo un tanto lento, muchas veces sin sorpresa ni cambio de ritmo y con inconvenientes en el retroceso. Es repetitivo.

Mucha tenencia y poca verticalidad; demasiado traslado hacia los costados y hacia atrás que lo transforman en un equipo que no lastima. Este Estudiantes perdió agresividad, agresividad bien entendida. El mediocampo no se caracteriza por una marca fuerte ni por la generación de juego. Es un híbrido. Eso complica a los que están en la última línea y a los hombres de área, que pocas veces quedan de frente al arco rival.

Comete muchos errores no forzados. Lo goles de Vélez fueron un ejemplo contundente. Le cabecean con facilidad en el área propia y la pelota detenida a favor (marca registrada del Pincha) se maneja muy mal. Hay atenuantes también, más para los resultados que para el rendimiento. Le anularon goles insólitos. Antes pegaban en el palo y entraban, hoy es al revés. La suerte es importante pero también hay que ayudarla.

Estudiantes hoy es un combo explosivo. Si el problema es la motivación sería grave, porque el único objetivo no pudo haber sido ganar el clásico ni jugar la final de diciembre, ni ser el único clasificado para la próxima Copa Libertadores. Parece demasiado pobre. Es obvio que no puede salir campeón siempre pero tampoco deambular en la mediocridad de la mitad de la tabla y regalando prestigio.

Domínguez sostiene que para estar en el plantel 2025 hay que ganárselo. Hoy muchos, demasiados no aprueban el examen. El propio entrenador sostuvo que no está danto en la tecla y que, si tiene que cambiar, cambiará. Están a tiempo, pero la reacción debe ser urgente. Todos deben hacer un click. Estudiantes está encerrado en su propio laberinto y debe encontrar la salida antes que sea demasiado tarde para lágrimas.

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