Por esto, el 19 de mayo de 1931 se creó la Liga Argentina de Football (LAF), la antecesora que cuatro años después dio vida a la AFA. Y en esa competencia estaban Estudiantes y Gimnasia. Los muchachos de Gutenberg lo hacían en un torneo que estaba en retroceso, pero donde la calidad y el puro amor a la camiseta verde y blanca (a rayitas finas) brilló cada partido, con un grupo de dirigentes y simpatizantes que iban vestidos de traje y revoleaban sus sombreros en cada título y copa celebrada.
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Aquí jugaba Gutenberg como local en la ex AAF. Estaba en 12 y 71, hoy supermercado.
Tricampeones de La Plata
La ciudad era una sábana verde en la que lentamente se erigían construcciones y esos progresos fueron la razón para lamentar la pérdida de su única cancha propia, que estuvo en la calle 4 entre 68 y 69. El campito que dejó en 1923 cuando salió segundo, detrás de Conservación y Tráfico. No los debilitó, si vemos que en los tres años siguientes ganaron los campeonatos, ya alquilando la cancha que perteneció al Club Ferrocarril Provincial, de 12 y 71, delimitada entre las avenidas 13 y 72, ahí donde hoy existe un supermercado.
Esos éxitos le abrieron una chance para jugar por el ascenso a la 1ª B de la AAF y un triunfo ante el Club Atlético General San Martín por 4 a 1 los clasificó al círculo de ascenso del entonces fútbol amateur. Se enfrentó a clubes que permanecieron fuertes hasta hoy: Banfield, Barracas Central, Nueva Chicago, San Telmo, Dock Sud, Estudiantes de Buenos Aires, El Porvenir y Sportivo Barracas, en cuya cancha jugaba la selección nacional. Viajaban en tren y más veces jugaron en la Capital Federal que en La Plata, con el mismo entusiasmo que mostraron en el contexto barrial, cuando se juntaban a patear la “ball” en Plaza España.
Al ingresar a la Asociación Argentina dejaron la competencia local. Al séptimo año saltaron a la 1ª A. ¿Cómo se produjo el cambio histórico? Fue la visión de una figura política de renombre, Juan Carmelo Zerillo, diputado provincial, que presidió la Federación Amateur y el Club Gimnasia y Esgrima La Plata, el gestor que iba a posibilitar que “los campeones de la Federación participen en las ruedas finales por el ascenso a primera del certamen porteño”.
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Vicente Di Bastiano, crack de Club Gutenberg y la selección platense.
Gutenberg fue el único que pudo hacerlo, cuando el fútbol empezaba a vivir una reestructuración con la implantación del profesionalismo. Solo faltaban unos años. La pluma de Enrique Rossi (“Chantecler”, en El Gráfico) afirmaba que “el profesionalismo encubierto es un hecho tan probado que no hay nadie que se anime a discutirlo”. Paralelo a los partidos de Gutenberg, el mismo día jugaban en otro torneo con mayor infraestructura y poder económico Estudiantes, dando cátedra con sus “ Profesores” que llegaron terceros en el ’31 —detrás de Boca y San Lorenzo—, y Gimnasia con el trabajo del entrenador húngaro Emérico Hirschl que armó “El Expreso”, el equipazo del ’33.
Aquel honor hoy lo reconoce y disfruta el socio más antiguo y actual vicepresidente, el doctor Fernando Tau, cardiólogo que compartió horas con René Favaloro, quien fue otro ilustre vecino nacido y criado cerca de Gutenberg, de su sede de la calle 65 número 347, entre los cruces de las calles 4 y 5.
“El terreno donde estamos se adquirió en 1941 y la cancha de pelota paleta es de 1943 —afirma Tau—. Nací el 30 de mayo de 1946 en una casa que daba a los fondos de esta sede, desde ahí empieza mi sentido de pertenencia, y además un abuelo paterno puso su casa como sede provisoria”, expresó con la emoción a flor de piel. Su memoria afectiva repasa que Pedro Bonifacio Palacios, “Almafuerte”, “fue socio y escribió la letra del himno de Gutenberg”. Vivía en 66 entre 5 y 6.
El club tuvo sus vaivenes como tantos, y hoy evidencia un orden, concurrencia familiar que aprovecha sus servicios, y pese a la dura situación social. El fútbol solo existe en forma recreativa, con un grupo de la colectividad LGTB, mientras la competencia oficial fue por última vez en 1992 en la Liga Amateur.
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La sede de Club Gutenberg en calle 65 Nº 473
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La aventura de Gutenberg en la otra 1ª A empezó con victoria 1 a 0 en un debut bravo ante Estudiantil Porteño, que iba a ser el último campeón amateur. Desde el 29 de abril al 28 de octubre, una actuación modesta donde de 22 partidos, consiguió 7 triunfos, 3 empates, siendo derrotados 12 veces. Así finalizaron las posiciones de aquella AAF: 1 Estudiantil Porteño, 2 Banfield, 3 Defensores de Belgrano, 4 Dock Sud, 5 El Porvenir, 6 Club Atlético General San Martín, 7 Club Atlético Estudiantes, 8 Sportivo Alsina, 9 Excursionistas, 10 Acassuso (1), 11 Argentino de Quilmes, 12 Almagro, 13 Colegiales, 14 Nueva Chicago, 15 Argentinos de Temperley, 16 All Boys, 17 Gutenberg, 18 Barracas Central, 19 Sportivo Barracas, 20 Liberal Argentino, 21 Ramsar Sport Club, 22 Sportivo Buenos Aires, 23 Palermo.
Pequeño admirador y futuro crack, el “Beto” Infante
Gutenberg no tenía director técnico, típico de la época, y a sus estrellas amateurs las siguió de cerca un popular futbolista de la historia del profesionalismo, de Estudiantes y un tiempo de Gimnasia, Ricardo “El Beto” Infante, ¡el inventor de la rabona! Con diez años admiraba y tomaba nota de su hermano Juan José Infante, también delantero, figura de Gutenberg.
Sacudiendo el polvo de archivo, el equipo tenía a más figuras. Uno de los arqueros era Ricardo Marchisoti, que atajó en River de 1925 a 1927 y un cronista lo bautizó con el mote de “El Estilista”, pero a pesar de pintar como brillante profesional se inclinó por la medicina y se sumó a Gutenberg. Su padre Alfredo Marchisoti llegó a ser intendente interino de La Plata en una licencia que tomara Jorge Hirschi (el mismo que fue jugador y presidente de Estudiantes).
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Socios y miembros de la CD del Gutemberg, en uno de sus últimos encuentros a inicios de mayo de este año
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En el ataque brilló Vicente Di Bastiano, un número puesto en las convocatorias del seleccionado de la ex Federación Platense y de la Provincia cuando las competencias del Campeonato Argentino eran una vidriera. “Mi papá era un petiso que saltaba como los dioses, me han dicho maravillas de cómo jugaba. Vivió como casero en la cancha de 12 y 71 y fue testigo cuando en 1924 trasladaron la casilla de madera que pasó a la cancha de Gimnasia”, recordaba el hijo Osvaldo Di Bastiano, que guardaba una foto de su padre cuando salió tricampeón con Gutenberg.
Otra figura fue Pablo Caffé, que jugó para Estudiantes en el último campeonato amateur de los albirrojos y dejó en el ’31 cuando le negaron el pase a Huracán y decidió estudiar veterinaria, mientras algunas jornadas era titular en aquel romántico Gutenberg.
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Club Gutenberg en el amateurismo.
El último destello del amateurismo
Cuando hace 90 años nació la Asociación de la AFA, el traspaso de los clubes de la ex AAF y la ex LAF supo de muchos enojos y desafiliaciones, entre ellas, la de Gutenberg. Esa transición lo llevaba de Primera a Tercera en el nuevo esquema. Pero había rechazo o temor hacia el profesionalismo, ya que sus preceptos eran amateurs, “jugaban por puro amor a la camiseta”.
El retroceso deportivo de los clubes de la Asociación, cuya propuesta había fracasado frente a la poderosa estructura económica, deportiva y mediática de la Liga, también tenía algunas formaciones por demás modestas. Tal como escribiera el periodista Mercurio, “algunos eran murguitas, tal el caso de Argentino del Sur, San Isidro, Honor y Patria de Bernal y Sportivo Palermo, que desaparecieron de mapa futbolero”.
En la unificación de 1935, los de la ex Liga, con su elite de clubes (entre ellos, Boca, River, San Lorenzo, Vélez, Estudiantes, Gimnasia, Huracán, Independiente, Racing, Chacarita, Platense) se mantuvieron con sus logros deportivos en primera, pero los de la ex AAF que también los habían ganado en la cancha, debieron pasar a Segunda y Tercera, prácticamente “a dedo”, en una decisión que midieron con la vara de historiales e infraestructuras.
Además, al aceptar las nuevas reglas la Asociación entregó la representación internacional, es decir que el organismo al que adscribía Gutengerg tenía el reconocimiento oficial de la FIFA, y en 1934 fueron jugadores de esos clubes al Mundial de Italia (por ejemplo: Pedevilla y Devincezi, de Estudiantil Porteño).
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El vicepresidente, Fernando Tau, con la copa de campeones de la Federación Platense (hoy Liga) de 1925
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Entonces, frente al nuevo ciclo del fútbol argentino, hubo clubes que cerraron sus puertas, y otros que decidieron cambiar de aire, dedicarse a otros deportes, o como el caso de Gutenberg de La Plata volvieron a su liga de origen. Al poco tiempo afrontó otro tema, ya que los dueños desmantelaron el campo de 12 y 71. La generación dorada se permitió tener otra alegría y fue la de 1938 al lograr el cuarto y último campeonato en lo que es su historia en la actual Liga Amateur, hasta la desafiliación de 1956.
La última camada de jugadores
Entre 1987 y 1992 reapareció su prestigioso nombre y la camiseta verdolaga fue local en las canchas del Parque San Martín (donde ascendió en 1988) y también alquiló la del Club Trabajadores de la Carne de Berisso (donde jugó en Primera de 1989 a 1992). A pulmón, costeándose los propios jugadores la afiliación a la Liga, aquel grupo quedó hermanado y recientemente se juntaron a celebrar, en un almuerzo que orquestaron Guillermo “Willie” Frisón, Oscar “Ruso” Babenco y Carlos “Chivato” Crivos.
“Nos cambiábamos en el club, corríamos en el Parque Saavedra y hacíamos fútbol ahí”, dijo Marcelo Tedesco, quien compartía el ataque con Marcelo Zamora, quien llegó a debutar en la 1ª pincharrata en la Copa Libertadores de 1983. Ruben “El Nene” Di Bastiano y Néstor Chirdo, ex profesionales de Gimnasia y Estudiantes, respectivamente, fueron parte de la defensa. Y como en las décadas del veinte y treinta los mismos jugadores se arreglaban para armar el equipo, que en los ochenta y noventa tuvo a la cabeza a Daniel “El Eléctrico” Fernández. También volvieron a verse Daniel Giocolo y Jorge “Yeye” Isard.
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Reencuentro de la última camada de jugadores de Club Gutenberg.
Treinta y tres años pasaron desde la fundación a la experiencia en Primera. Treinta y tres años transcurrieron de la desafiliación a la vuelta a jugar en la 1ª A de la Liga. Y treinta y tres años lleva esa desafiliación de este presente en que, con el doctor Taus y con Martín Scuppa inaugurando su etapa presidencial, les hacen frente a los cambios. “A cada referente, profesor de las disciplinas que tenemos, le hacemos un contrato de sesión de espacio, entonces mantienen su individualidad y nosotros mantenemos nuestra seguridad. Hasta ahora, gracias a Dios, nos ha ido bien y estamos con todos los seguros”, se escuchan las voces de una resistencia feliz, aggiornada, que brinda por el ayer y empuja por el futuro.
Pelota paleta, patín, pesca, gimnasio de pesas, restaurante y en una fachada donde están dos arcos, es inevitable el asombro por el fútbol aquel, que ya no existe, como tampoco están los muchachos que trabajaban en las imprentas del barrio.