—En mi casa siempre fomentaron el hacer deportes aparte del colegio. En un momento hice baile y natación, quise dejar, pero me dijeron que algo tenía que hacer, y en ese momento una prima mía hacía patín y aparte se había sumado una amiga del colegio y ahí fue cuando arranque en Club Alumni que estuve un par de meses y creo que no llegué ni al año. En realidad, patino desde los 7 años patino en club, pero me enteré hace poco tiempo que de chiquita me habían regalado los patines de tirita y patinaba en el pasillo de mi casa.
Después de Alumni me pasé a Universal donde estuve desde los 8 años hasta los 21. Después me tuve que pasar a Lanús porque en La Plata no hay pistas disponibles que cumplan con algunos requisitos de los torneos internacionales. Yo en 2021 fui a mi primer mundial y me pasaba que estaba entrenando acá en una pista que era un cuarto de la dimensión de lo que era la del mundial.
Ir y tener que presentar una coreografía en una pista del doble o triple de tamaño, es como que todo lo que hiciste está tirado a la basura. Me pasó en el torneo, de pararme en la mitad de la pista y marearme, de no poder cubrir o no llegar a la música.
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Camila Coscarelli, la patinadora nacida en La Plata que quiere ser mundial.
Foto: AGLP
El mundo del patín artístico
—¿Qué es ser patinadora artística?
—Es un conjunto de habilidades que tiene que tener una persona no solo como deportista sino como artista, oyente, vestuarista, tenés que tener preparación física, elasticidad, elongación y coreografía, es un conjunto de un montón de cualidades que se entrelazan. Todo eso se evalúa.
Cuando uno compite en las categorías iniciales siempre se hace una sola coreografía, cuando vas aumentando de nivel, se hacen dos. Se llama programa corto y programa largo. En ambos tenés un puntaje que es el técnico y otro que es el de componentes.
Hay cuatro patas de la mesa: la parte técnica y específica, que son el patín y las horas en pista, la preparación física en el gimnasio, la parte de la nutrición, que yo también me dedico a eso entonces como que va un poco de la mano, y la parte psicológica que es la que más me ayudó en estos últimos años en tener los resultados que tuve.
Es un deporte solitario porque depende de vos mismo, entrás a pista solo, pero en los entrenamientos obviamente uno se crea su grupo de amigos y de laburo, se hace más llevadero. Cuando compito están de la valla para afuera.
—¿En algún momento te replanteaste seguir patinando?
—No me replantee seguir, pero si en la forma de resignificar al patín para mí. Cuando hice el cambio de disciplina ahí tuve un cambio grande. Había algo que no me estaba motivando de la misma forma, el paso del patín de cuatro ruedas tradicional al artístico.
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Foto: AGLP
En ese cambio que fue justo en la época de pandemia, que tuvo que ver porque entrenabas en tu casa, pero en zapatillas, te ponías los patines como para sentir la sensación del eje, pero tampoco estabas patinando, ahí si me replantee en llegar o no, tenía muchos objetivos y con la pandemia te preguntas qué pasa.
—¿Cómo te llevas con la crítica?
—La verdad que para mí nunca tuve fracasos ni lo sentí así, si torneos en los que no tuve los resultados que quería o me fue mal o no rendí cómo me había preparado, si quizás te bajoneás y venís abajo pero siempre me ayudó para repuntar. Lo tomé como una motivación y el trabajo psicológico en terapia me ayudó.
Después de mi primer mundial dije “necesito una preparación diferente”. Necesitas tener herramientas psicológicas, no alcanza solo lo físico para poder resolver en momentos y escenarios que uno no está preparado. A partir de ahí arranqué con un trabajo muy fino.
Su llegada a la Selección argentina
—¿Qué significa representar a tu país?
—Es increíble, cuando uno es chico lo ve como un sueño, pero cuando vas creciendo y los vas palpando, entrenando y trabajando, se vuelve una meta, un objetivo. Lo veía como muy lejano, pero cuando se empezó a dar, se hizo más tangible.
Cuando uno va cumpliendo esas cosas, es fantástico y maravilloso, pero también uno se lo espera a medida que lo vas trabajando y pautando digamos. Es como una cuota de felicidad, placer y agradecimiento a la persona que eras y como te fuiste construyendo, también satisfacción y tranquilidad de poder haber hecho ese camino.
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Foto: AGLP
En la Selección argentina todos tenemos que pagar todo, creo que solo hay cuatro becados del ENARD que son de la disciplina tradicional y danza, la mía no entra en apoyo por ENARD y Secretaría. Por suerte mi familia me pudo bancar siempre desde lo económico, pero no le pasa a todo el mundo. Firme contrato hace 2 años con una marca de ropa deportiva y después tengo un apoyo de medias y cancanes de patinaje.
—¿Qué se siente salir campeón representando a la Selección argentina?
—Creo que con la sensación que más me quedo es con la de estar parada arriba del podio, con la mano en el pecho y escuchando el himno. Hay dos cosas que un patinador sueña: llegar a un mundial y escuchar el himno parado arriba de un podio, cosas que no me voy a olvidar nunca en la vida.
No solo visual y auditivamente, sino el sentimiento de decir “llegué, lo logré, di todo lo que tenía y funcionó”. Como también la tranquilidad porque se tienen que dar un montón de cosas. Mi sueño ahora es ganar una medalla en el mundo, entiendo que el nivel es otro al de Latinoamérica, como meta es esa. Ahora como algo más tangible, superar mis marcas personales.
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Foto: AGLP
Mis rivales se dedican a patinar, dormir y comer. Probablemente no tengan problemas económicos en su realidad de país, y tienen el rendimiento desarrollado a otro nivel. No tienen tan desarrolladas las habilidades del argentino de estar todo el tiempo corriendo, soluciono, se me presenta un problema y lo resuelvo, no tienen ese poder de resolución al tener todo tan preparado. Les funciona, por algo son potencia mundial, están ahí Italia y España.