lunes 06 de enero de 2025
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San Miguel Garicoits

La historia del santo vasco canonizado por dos milagros ocurridos en La Plata

Creó la congregación de los Padres Bayoneses y fundó una escuela en Baja Navarra. En 1902 sacerdotes de su congregacion dieron vida al colegio San José. A principios de la década de 1930 la invocación de su imagen salvó dos vidas en la capital provincial. Fue canonizado en 1947.

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Miguel Garicoits nació el 15 de abril de 1797 en la antigua comuna francesa de Ibarre, que actualmente forma parte de la comuna de Saint-Just-Ibarre en Baja Navarra. Sus padres, humildes labriegos, tenían una gran fe cristiana. Cursó estudios en el Instituto San León de la Curia de Bayona. Ya en su adolescencia demostró su vocación sacerdotal propiciada principalmente por su madre Graciana Etcheberry y su abuela Catalina. Con 21 años ingresó al Seminario Mayor, donde se convirtió en profesor de filosofía, teología y sagrada escritura. El 20 de diciembre de 1823 fue ordenado sacerdote en la Catedral de Bayona y en la parroquia de Cambó fundó la Cofradía del Sagrado Corazón, de la que redactó los estatutos. El 5 de julio de 1831 el obispo de Bayona lo nombró Superior del Seminario Mayor de Bétharram, era, además, capellán del convento de las Hijas de la Cruz, de Igón, situado a cuatro kilómetros de Bétharram.

El 8 de septiembre de 1835 dio vida a su Congregación de Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús de Bétharram, conocida en América con el nombre de Padres Bayoneses. También fundó, en noviembre de 1837, el Colegio de Nuestra Señora de Bétharram. Garicoits falleció en Lestelle-Bétharram, el 14 de mayo de 1863 y fue sepultado en la capilla de la Resurrección en la cima del Monte del Calvario de Bétharram.

El 5 de septiembre de 1877 el Papa Pio IX aprobó las constituciones de la Congregación y, dos décadas más tarde, el 15 de mayo de 1899, por decreto del Papa León XIII fue introducida la causa de beatificación, que le otorgó el título de Venerable. El padre Garicoits fue beatificado el 10 de mayo de 1923 por el sumo pontífice Pio XI y en 1947 canonizado por Pio XII.

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Los dos milagros requeridos para alcanzar el carácter de beato ocurrieron en Francia.

El primer hecho se registró el 15 de agosto de 1863 en la Congregación de las Hijas de la Cruz. en Igon. Allí residía Sor María Teodardo, una hermana que hacia nueve meses sufría de una osteoperiostitis flemonosa en el dedo índice de la mano derecha del que ya se le había desprendido una falange. En ese momento su médico el doctor Cogombles anunció que era inevitable la amputación del dedo e, incluso, quizás también de la mano entera. Al oír esto, la hermana se opuso resueltamente: “Si Dios me dio cinco dedos, exclamó, Él sabrá porqué”, dijo y, en el acto, empezó a rezar una novena –oración de nueve días para confiar una intención o pedir una gracia particular– a Garicoits, quien había fallecido tres meses antes, trasladándose cada día a su tumba. “Si el padre Garicoits no me sana haréis de mi dedo lo que mejor le parezca”, señaló.

Al quinto día, mientras rezaba junto a dos hermanas sobre la cripta del sacerdote experimentó en todo el cuerpo y en el dedo rígido y negro de gangrena un dolor agudísimo que la obligó a suspender sus oraciones. Pero al reanudarlas, luego de pasar la crisis, observó con asombro que podía mover normalmente su dedo, que había recuperado el color rosado. Estaba curada. Al día siguiente comunicó lo ocurrido a la superiora y terminó la novena en agradecimiento. Los hechos fueron confirmados por varios testigos, entre ellos por el propio doctor Cogombles.

El segundo hecho considerado como milagro operó en 1874 sobre la niña María Labedais, natural de Lestelle, también en las proximidades de Bétharram. La chica llevaba siete meses de una grave enfermedad que afectaba a los intestinos y a la espina dorsal. Desahuciada por el doctor Pommé que la asistía, apenas le quedaba un soplo de vida, siendo próximo su fin viéndola morir sin remedio su madre tuvo una repentina inspiración: llevaría a toda prisa hasta el sepulcro del venerado padre Garicoits y le pidió su curación, prende un cirio y se arrodilló para rezar, transcurrido unos minutos, la niña resultó curada. El restablecimiento repentino y completo fue notificado en el acto al capellán del Santuario de Bétharram y luego certificado con la firma del doctor Pommé. Labedais gozó siempre de buena salud, llegó a una edad avanzada y tuvo la alegría de asistir en Roma el 10 de mayo de 1923 a la beatificación del padre Garicoits.

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De gira por Europa en 1947, María Eva Duarte, la esposa del presidente Juan Domingo Perón, representó al país en la canonizacion de Miguel Garicoits

De gira por Europa en 1947, María Eva Duarte, la esposa del presidente Juan Domingo Perón, representó al país en la canonizacion de Miguel Garicoits

El 6 de julio de 1947 el Papa Pio XII inscribió el nombre de Miguel Garicoits en el catálogo de los santos. En la ceremonia de canonización, realizada en la Basílica de San Pedro de Roma, María Eva Duarte, esposa del presidente Juan Domingo Perón, asumió la representación de la Argentina en su carácter de embajadora de buena voluntad. Junto a ella estuvo presente Fray Pedro Errecart hermano franciscano que residía en el Convento San Francisco de La Plata y el por entonces embajador extraordinario y ministro plenipotenciario ante el gobierno de Italia Rafael Ocampo Jiménez, ex alumno del Colegio San José de Buenos Aires.

Los milagros platenses

Los dos milagros para aprobar su proceso de canonización ocurrieron en la capital de la Provincia de Buenos Aires. El primero fue la curación de la niña Blanca Simioni de 12 años, curada de tifus por invocación de sus padres a una reliquia de San Miguel Garicoits, ofrecida por el Director del Colegio San José de La Plata el 17 de mayo de 1935 y la curación de la hermana Ángela Zanini, curada de un fibroma, por la aparición de San Miguel Garicoits rodeado de luz sobrenatural en el edificio del Colegio San Miguel Garicoits ubicado en la calle 51 y 11 dependiente de la Universidad Católica de La Plata (UCALP). En dicho lugar donde se encontraba en ese entonces la habitación de la hermana Zanini, religiosa de la Sociedad de María consagrada a la educación de niñas sordomudas, allí existe una placa conmemorativa y en el oratorio del Colegio también hay una reliquia del primer orden siendo el mismo un pequeño hueso perteneciente a San Miguel Garicoits.

El colegio San Miguel Garicoits fue fundado el 12 de marzo de 1984, anteriormente en ese edificio había un internado de niñas sordomudas y antiguamente, el colegio San José. Estos hechos fueron corroborados por médicos especialistas y aprobados por el Tribunal de Roma.

El contador Roberto Ramón Ávila que fuera decano de la Facultad de Ciencias Económica y Sociales de la UCALP entre los años 2014 hasta 2018 contó que en la vereda de 51, acercándose a la ventana abierta, en un atardecer luminoso, le habló Blanca Simioni, una vecina.

Ahora conoce mi secreto–, dijo.

En ese momento, el contador no comprendió el mensaje. Al cabo de varios días, la escena se repitió. Entonces Ávila invitó a la mujer a pasar a su despacho. Así conoció la historia de San Miguel Garicoits.

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Sacerdotes de la congregacion fundada por Garicoits fundaron en mayo de 1902 el Colegio San José de La Plata

Sacerdotes de la congregacion fundada por Garicoits fundaron en mayo de 1902 el Colegio San José de La Plata

El 17 de mayo de 1935, Blanca, con apenas doce años, se encontraba postrada en su hogar, situado en la calle 21 entre 40 y 41, afectada por la epidemia de fiebre tifoidea que azotaba la ciudad. El médico, al evaluar su estado, consideró que la situación de la niña era irreversible. Ante esta desesperante circunstancia, le aconsejó a la familia que rezaran una novena por su recuperación y les entrego una estampa del entonces beato Miguel Garicoits. Les explicó que había sido un sacerdote fundador de la orden de sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús y que en Europa, había sanado milagrosamente a enfermos terminales y por ello había sido beatificado.

La familia cumplió con el pedido del médico, pero la salud de Blanca seguía empeorando día a día. Después de varios días de enfermedad y con la muerte inminente, su padre, desesperado, decidió dirigirse a una conocida casa de sepelios de la ciudad para hacer los arreglos necesarios. Sin embargo, en su ausencia, algo extraordinario ocurrió: Blanca despertó repentinamente de su sueño. Ante su cama, vio a un hombre alto y desconocido, acompañado por la Sagrada Familia: la Virgen María, San José y el Niño Jesús en brazos de su madre. El hombre le dijo a la niña enferma que su misión en la tierra sería muy importante, que no tuviera miedo.

Blanca se asustó al ver la visión y gritó pidiendo ayuda a su madre, que estaba en un cuarto contiguo. La madre, preocupada, corrió rápidamente hacia la habitación y, al llegar, la niña le relató lo sucedido. Luego, con una calma inesperada, le pidió comida. La madre, aún desconcertada, sólo pudo atinar a prepararle un té. Cuando el padre regresó y escuchó lo que habia pasado, mostró a Blanca la estampita que el médico le había dado. Al ver la imagen la niña reconoció de inmediato a la figura de Miguel Garicoits. “Era ese señor el que me hablaba”, dijo con sin dudarlo. Después, pidió descansar. A pesar de que sus padres se oponían, temerosos de que pudiera recaer en su grave estado anterior, Blanca se acomodó en la cama y se quedó profundamente dormida durante varias horas. Al despertar estaba completamente curada.

Como descubrio Ávila, la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCALP ocupaba el edificio que compartía con el Colegio San Miguel Garicoits. Fue en ese contexto que Blanca comenzó a asociar la presencia del santo con su propio milagro, ya que el lugar donde ella había experimentado la curación se encontraba cerca de allí la imagen de San Miguel Garicoits, ubicada en la esquina de 11 y 51, sobre el edificio del Colegio San José, que pertenece a la Orden fundada por él. La imagen apunta al lugar donde ocurrió el segundo prodigio que transformó la vida de Blanca.

La cura de Angela

Al año siguiente, en ese mismo edificio de 51 entre 11 y 12, donde también funcionaba la Sociedad de María, una congregación religiosa que atendía a niñas sordomudas, una religiosa llamada Ángela Zanini se encontraba postrada en su lecho, con pronóstico reservado. La situación de la hermana Zanini era grave, y sus posibilidades de recuperación eran mínimas. En la madrugada del 10 de julio de 1936, un hombre, al que la religiosa identificó luego como Miguel Garicoits se acercó a la cama y le preguntó:

-Hija mía, ¿Qué deseas?

-La salud, si es para gloria de Dios-, respondio la mujer.

Entonces ocurrió el milagro: Ángela se recompuso al instante. Mientras esto ocurría, una luz muy fuerte inundaba el cuarto, de tal manera que una novicia se levantó creyendo que ya había amanecido. Ella estaba en la planta baja. Luego advirtió que la luz provenía de la planta alta y hacia allí se dirigió. A medida que se acercaba, la luz disminuía y cuando llegó al lecho de Ángela, reinaba una completa oscuridad. Entre lágrimas Ángela le relató lo vivido.

Nadie ha podido explicar por qué los milagros ocurrieron en La Plata, una ciudad lejana de su Francia natal, de un país desconocido para el santo.

Desde entonces la figura de Garicoits suele incluirse en las plegarias de aquellos que sufren problemas de salud, en la creencia de que el santo interceda por ellos.

En 2020, durante su último año en la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de La Plata, Ávila compartió esta historia con sus alumnos, con el fin de alentarlos en medio de la incertidumbre que generaba la pandemia de coronavirus. La narración, cargada de esperanza y fe, buscaba inspirar en un momento tan difícil. Una de las alumnas, conmovida por la historia, le envió un correo electrónico en el que adjuntaba su árbol genealógico. Para sorpresa de Ávila, la joven resultaba ser descendiente de la hermana del santo.

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En ese momento, el profesional comprendió que, al final, todo se reducía a una cuestión de fe. La emoción y el regocijo que había experimentado al conocer aquella historia lo marcaron profundamente, y desde entonces, quedó comprometido para siempre a transmitir ese legado de esperanza y fe.

Estatua en el San José

Además del Colegio de Betharram, los Padres de la congregación impulsada por Garicoits, que eran sacerdotes vascos, fundaron en Argentina el Colegio San José de Buenos Aires el 18 de marzo de 1858 y el Colegio San José de La Plata, el 1 de mayo de 1902, dicha fundación fue aprobada por el obispo de la diócesis de La Plata, Juan Nepomuceno Terrero, ex alumno del Colegio San José de Buenos Aires, quien fuera elegido Obispo el 21 de abril de 1898 por León XIII y ocupó su ministerio entre el 3 de marzo de 1901 y el 10 de enero de 1921. En conmemoración del cincuentenario del Colegio San José de La Plata fue colocada una estatua con la imagen de San Miguel Garicoits, que se encuentra en la esquina de 51 y 11 sobre una de las ochavas del Colegio. La obra fue realizada por el escultor Máximo Carlos Maldonado, quien también realizó esculturas con motivos religiosos en La Plata, entre ellas el mural de la Redención que se encuentra en el Cementerio; la efigie de San Ponciano en los jardines de la Catedral y la de Santa Teresa de Ávila en la Iglesia Santa Teresa en 45 y 16, entre otras obras. Así mismo esta Congregación realiza Misiones, Colegios, Parroquias, Capellanías, Seminarios, no solamente en nuestro país, sino en todo el mundo. El superior General de la Congregación reside en Roma.

San Miguel Garicoits es un santo vasco, émulo de San Ignacio de Loyola y San Francisco de Javier, cuya santidad radica en los rasgos propios de una noble estirpe caracterizada por la rectitud, la generosidad, la reciedumbre en el carácter y la solidez en la fé.

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Begum es un segmento periodístico de calidad de 0221 que busca recuperar historias, mitos y personajes de La Plata y toda la región. El nombre se desprende de la novela de Julio Verne “Los quinientos millones de la Begum”. Según la historia, la Begum era una princesa hindú cuya fortuna sirvió a uno de sus herederos para diseñar una ciudad ideal. La leyenda indica que parte de los rasgos de esa urbe de ficción sirvieron para concebir la traza de La Plata.

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