lunes 10 de noviembre de 2025

Investigadores del CONICET La Plata desarrollaron un cóctel nutritivo a muy bajo costo

El producto fue creado a base de plantas marginadas que crecen en la ciudad como diente de león o algunos tipos de lechuga.

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Investigadores del CONICET La Plata desarrollaron un proyecto para promover el consumo de especies marginadas que crecen silvestres en la ciudad, como diente de león o algunos tipos de achicoria y lechuga. Este coctel nutritivo y de bajo costo fue seleccionado en la convocatoria “Ciencia y Tecnología contra el Hambre”, que impulsaron los ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCyT) y de Desarrollo Social junto al Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales.

Estas “especies marginadas e infrautilizadas”, NUS según la sigla en inglés acuñada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tienen un enorme potencial alimenticio, por determinados motivos se dejan de lado, o se utilizan en un área muy restringida y se desconocen en el resto, o fueron un cultivo importante en el pasado pero luego dejaron de serlo.

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“El ejemplo perfecto es la quinoa, que hace apenas 20 años era un súper alimento prácticamente desconocido, y a través de programas de desarrollo local, comercialización, difusión y publicidad llegó a convertirse en el producto que es hoy, con una dimensión internacional impresionante”, afirma María Lelia Pochettino, investigadora del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y líder de uno de los equipos que presentó el proyecto.

De acuerdo al trabajo que estos equipos llevan adelante desde hace varios años, en Argentina hay entre 150 y 200 variedades de plantas y hortalizas que entran en la categoría de NUS.

“Cuando hablamos de ‘puesta en valor’, nos proponemos avanzar en su identificación, utilización y búsqueda de nuevos modos de producción y desarrollo de productos derivados. El énfasis está puesto en la flora local, ya sea nativa o no, para lograr que forme parte del repertorio alimenticio de cada región”, señala Pochettino.

Como denominador común, las especies que se incluyen tienen un gran valor nutritivo que, dependiendo de la parte que pueda aprovecharse, será mayor en proteínas, en el caso de los granos; almidón en aquellas que permitan el consumo de sus raíces o tubérculos; y fibras si lo que se come son las hojas. Los cultivos de fruto, por su parte, serán fuente de otras tantas vitaminas y minerales. Lo interesante es que todos esos compuestos se encuentran en concentraciones mucho más altas que en las frutas y verduras de la verdulería, precisamente debido a que no han sido adaptadas a la producción a gran escala.

Otras especies locales que se incluyen son el árbol del tala, con cuyas hojas se elabora un licor; el mburucuyá, fruto comestible de la pasionaria; y la carqueja, para hacer bebidas amargas. También figuran las moreras, pensando no solo en aumentar el consumo de moras, sino en promover el de sus hojas, ideales para la preparación de buñuelos o tartas. “Crecen casi de manera espontánea y están totalmente desaprovechadas como alimento”, agrega Pochettino. Aquí es donde el aspecto de localidad se vuelve sustancial: estas plantas están completamente adaptadas a las condiciones, clima y lugar en los que aparecen, con lo cual tienen una estacionalidad muy marcada. “Esto es algo que tenemos que aprender, porque va en contra de la lógica a la que estamos acostumbrados: nos quejamos por el precio de algunas hortalizas sin tener en cuenta de que a lo mejor están fuera de temporada. Las especies que queremos potenciar no están disponibles todo el año, y es un factor a tener presente a la hora de pensar las estrategias de desarrollo que estipula este proyecto”, señala la experta.

Los otros grupos de investigación involucrados en la iniciativa, titulada “Puesta en valor de NUS en distintas regiones de Argentina”, pertenecen al Instituto de Ecorregiones Andinas (INECOA, CONICET-UNJu) y al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) –aunque en total son más de veinte las instituciones y organizaciones que coparticipan o brindan su aval– con lo cual este trabajo será implementado a lo largo de geografías muy diversas: Punta Indio y el periurbano platense; San Salvador de Jujuy y Humahuaca; y Puerto Deseado, en Santa Cruz.

Cabe mencionar que precisamente días atrás tuvo lugar el lanzamiento de “BIBA”, una bebida a base de dicho cultivo desarrollada a través de un consorcio entre el CONICET y universidades nacionales.

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