Hoy se cumple un año de la publicación de un trabajo en la revista científica PlosOne, en el que se describió una nueva especie de pez que habita en el Paraná medio, en Argentina y Paraguay. Un grupo de científicas y científicos argentinos, en colaboración con colegas de Uruguay y República Checa, decidieron darle un nombre que es, además, un homenaje. Las especies biológicas reciben nombres según un código llamado “binomial”, ya que consta de dos partes: la primera es el epíteto genérico, común a un grupo de especies muy relacionadas; la segunda es el epíteto específico y es particular para cada una de ellas. En esta ocasión, las y los científicos eligieron nombrarlo Gymnogeophagus jaryi. El género Gymnogeophagus tiene poco más de veinte especies, distribuidas en partes de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. La palabra jarýi es una palabra guaraní que significa “abuela” y también “cosa buena”. El grupo de autores está encabezado por el biólogo Felipe Alonso, del Instituto de Bio y Geociencias (IBIGEA) de Salta, quien cuenta que eligieron este nombre como una forma de homenaje a Abuelas de Plaza de Mayo, y al mismo tiempo como reivindicación a ese pueblo “tradicionalmente invisibilizado”.
Sobre el tema, entrevistamos a dos de los autores de la publicación, Jorge Casciotta y Adriana Almirón, investigadores de la División de Zoología de Vertebrados de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (FCNyM) de la UNLP. Nos recibieron juntos en su laboratorio atestado de estanterías con muestras de trabajo. En más de una ocasión, han elegido poner nombres que reflejan su compromiso social. Se definen como “compañeros de trabajo y de vida” y, como toda pareja de años, hablan completándose las frases mutuamente.
¿Cómo es esto de nombrar especies?
Casciotta (C): En la elección de los nombres, cuando uno descubre una especie, hay sugerencias de cómo hacerlo. Tenemos un Código de Nomenclatura donde hay sugerencias respecto de los nombres. Generalmente te dicen que los nombres tienen que llevar los caracteres de la especie. Si un pez tuviese manchas blancas, el nombre podría ser ‘albopunctatus’, por ejemplo.
¿Pero hay cierto grado de libertad?
C: Claro, nosotros pensamos que poner nombres, es el único acto creativo que tenemos en nuestra tarea de la ciencia. Los resultados, darán una cosa o no. Y si no dan, uno no puede modificarlos.
Almirón (A): Está pautado, hay un método, está codificado, uno tiene que seguir ciertas reglas.
C: Nosotros nunca seguimos las reglas de nomenclatura. Insisto, con Adriana pensamos que es el único acto creativo que tenemos. Depende de nuestro estado de ánimo, o de la situación, elegimos nombres diferentes. Y cuando hay momentos en que hay que resistir, nos surge poner nombres que tengan que ver con la situación.
A: O algo que nos produce empatía, o que los poderosos tratan de eliminar o de minimizar.
¿Y cómo eligieron éste?
C: respecto de este Gymnogeophagus, yo le decía a Felipe: ‘Mirá, sería bueno poner algo que tenga referencia a las Abuelas de Plaza de Mayo, y que sea algo elíptico, no tan directo, sino algo que sugiera’. Y ahí fue que Felipe eligió este nombre.
Y no es la primera vez que ponen un nombre así
C: En el 2001 estábamos en una situación semejante. Los profesores universitarios estábamos peleando por mayor presupuesto, porque no se privaticen las Universidades… Encontramos una especie de una mojarrita y le pusimos Astyanax leonidas. Astyanax es el género que le correspondía, y leonidas por Leónidas, que luchó en el estrecho de Termópilas contra los persas. Cuando estaban por enfrentarse, alguien viene y le cuenta que cuando los persas tiran sus flechas, el cielo se oscurece, se hace de noche. Como diciendo que el ejército era una cosa impresionante. Entonces Leónidas dice ‘Bueno, pelearemos a la sombra’.
A: Y pusimos ese nombre en referencia a esa lucha desigual entre la lucha docente y un aparato estatal que quería destruirla o minimizarla.
C: Tenemos otra mojarra también −y eso fue antes del disco del Chango Spasiuk−, a la que le pusimos Astyanax pynandi. Pynandí significa ‘pies descalzos’. En ese momento, no me acuerdo qué nos pasaba, pero estábamos claramente sensibles con cuestiones de la pobreza. Y entonces le pusimos pynandi en honor a toda esa gente que anda con los pies descalzos por el mundo, como una clara alusión a la gente pobre.
A: También ponemos nombres guaraníes… que tienen que ver con el agua, con el arroyo, con una leyenda.
¿Y hay uno que se llama Gymnogeophagus che?
C: Sí, sí. En realidad no es por el Che. Cuando yo describí esa especie, más allá de mi admiración por el Che Guevara, buscaba alguna palabra que nos representara a los argentinos… en realidad, a los rioplatenses. ‘Che’ me pareció una buena palabra, que es de origen tehuelche y que significa ‘gente’. Quizá fue un acto fallido del inconsciente… nosotros somos de los ‘70.
¿Y se hablan estas cosas en una clase de biología?
A: Sí. Nos parece que los alumnos de hoy están alejados generacionalmente. A veces uno anda por la vida pensando que todo el mundo tiene el mismo acervo, y para nada es así. Te das cuenta cuando tocás estos temas en espacios con gente muy diversa, y algunos te miran como diciendo ‘¿de qué estás hablando?’. Si familiarmente no tienen la posibilidad de tener un relato −del lado que sea, pero tener un relato−, es como que les pasa por encima. Hay un acto o una reunión en la facu o jornadas de memoria y los alumnos van y vienen como si no pasara nada. En el mes de la memoria, habíamos estado charlando con Jorge y él me dice: ‘Voy a hablar en el teórico’.
C: Que esas fotos que están en la pared de la facultad, no sean sólo fotos. Yo quería decir eso: ‘Eran personas de carne y hueso, eran como el compañero que tenés al lado, el que te daba el apunte en el Centro de Estudiantes’.
A: Y de golpe un día no viene más… Me pareció bárbaro que lo hablara. Porque si no, no se enteran, y tampoco es que hace tanto, es una historia reciente. Cuando les empezás a contar, se enganchan.