Detrás de una pequeña puerta del primer piso del Rectorado, en 7 entre 47 y 48, se encuentra uno de los tesoros más importantes de la Universidad Nacional de La Plata: su archivo histórico. Allí un grupo de cinco mujeres trabaja intensamente para preservar, ordenar y restaurar cada uno de los documentos que son claves para reconstruir distintos periodos de la historia de nuestra casa de altos estudios.
Para ingresar, los visitantes tienen que subir unas empinadas y angostas escaleras, cuyos peldaños de madera rechinan cada vez que apoyan sus pies. El recorrido lo vale. Es que en ese espacio esta gran parte de la memoria institucional de la Universidad. Lo primero que llama la atención es el orden –algo fundamental para los archivistas- y la vestimenta del equipo que encabeza Laura Casareto: todas utilizan guardapolvo y guantes para conservar cada uno de los documentos.
Este archivo fue creado el 13 de septiembre de 2013, mediante la resolución N°808 y lleva la firma del actual presidente Fernando Tauber. Actualmente depende de la Secretaría de Asuntos Académicos de la UNLP.
“Este archivo fue creado con una doble función. Por un lado organizar todo el archivo de la Presidencia y, a su vez, asesorar y coordinar con el resto de las dependencias de la UNLP para que tengan su propio archivo y entiendan que hay una responsabilidad”, explicó a 0221.com.ar la directora del Archivo Histórico de la casa de altos estudios platense, Laura Casareto. En ese sentido, la joven destacó que “hay una Ley de Acceso a la Información Pública y sin todos estos documentos organizados, es imposible garantizarlo”.
A seis años de su fundación, el espacio luce ordenado y gran parte de los expedientes se encuentran rotulados y ordenados en cajas, con sus indicaciones correspondientes. Sin embargo, los inicios fueron completamente diferentes a la actualidad. De hecho, toda la documentación se encontraba en un depósito de la vieja Facultad de Ciencias Económicas, en las peores condiciones.

“Se venía trabajando en dos proyectos con el Archivo General de la Provincia de Buenos Aires, que tuvieron como resultado dos libros muy importantes. Ahí nos dimos cuenta que los documentos de la UNLP estaban en condiciones de abandono y escritos que nunca se tendrían que haber guardado. Por ejemplo había muchos papeles de Liquidación, en total tiramos tres toneladas, lo que implicó un gran trabajo físico para cada una de nosotras”, comentó Casareto.

Lejos de bajar los brazos, el equipo siguió trabajando intensamente para ordenar los distintos períodos de la historia de la Universidad. Dentro de esas montañas de papel, polvillo y hasta hongos, el grupo consiguió fotografías del Rector en la dictadura, el Dr. Guillermo Gallo, y hasta la documentación que permitió destrabar el conflicto por Samay Huasi, la finca situada en Chilecito, La Rioja, que perteneció a Joaquín V. González y que la Provincia intentó expropiarla en el 2014.
Además de su directora, el equipo está compuesto por: Myriam Hara, Magdalena Aragón, Ivana Farella y Marisa Izetta.
LA CIENCIA DEL ARCHIVISMO
Al momento de ingresar al viejo depósito y ver toneladas y toneladas de papel, una persona que no está familiarizada con el maravilloso mundo de la documentación y recolección de datos solo puede ver escritos viejos, sucios y hasta manchados. Para un archivista todo lo contrario. Allí se encuentra un sinfín de información que debe ser reordenada para “rescatar”, en este caso, parte de la historia de la Universidad.

“Nos encontramos con una Universidad y un país que no valoran los archivos, no saben cómo es y cómo organizarlo. La verdad es que hay poco conocimiento en el campo. Hay una ciencia que plantea cómo organizarlo y esto es como fueron producidos estos documentos. El 1, 2, 3 y 4 es el orden, yo no lo puedo cambiar porque no es lo mismo que una resolución salga primera y después otra. Eso hace a la producción documental y es la manera en la que se hace esta ciencia”, enfatizó Casareto.

Además de estas recomendaciones, es fundamental que cada una de las integrantes del equipo utilice la indumentaria correspondiente. Por ejemplo, el barbijo es muy importante para no inhalar el polvillo que acumulan los viejos documentos, mientras que los guantes son indispensables por dos motivos: primero para no dañar los papeles y segundo para evitar el contagio de los hongos. Algunos están a la vista mientras que otros solo pueden ser vistos con luces ultravioletas.
Contrariamente al ingenio popular, Casareto explicó que los escritos que son recuperados no deben guardarse en ficheros metálicos ni con ganchos, debido al riesgo que implica que queden marcados por el óxido. En ese sentido, el consejo es guardarlos en cajas que estén colocadas de forma vertical, para no generar un peso extra en caso de que se acumulen una encima de la otra.

En los últimos años, el Archivo de la UNLP se transformó en fuente de consulta para los platenses y para los investigadores que buscan datos para diferentes trabajos académicos. “Yo el dato lo puedo encontrar pero si agarrás el período completo tu investigación puede ser más rico. Lo que se trata es de mostrar la serie de documentos, se pide mucho eso pero les recomendamos que no se queden solo con eso”, argumentó la Directora a 0221.com.ar.
El área también tuvo una participación fundamental en la reparación legajos de docentes, estudiantes y trabajadores de la UNLP que fueron víctimas del terrorismo de Estado, que posteriormente fueron entregados a los familiares. “Nuestra participación es en dos sentidos, se repara el legajo desde su conservación, se trabaja con materiales para la guarda permanente de ese documento y después se devuelve la facultad de origen”, detalló Casareto.
ATOM
Para cumplir con la Ley de Acceso a la Información Pública, la UNLP comenzó a utilizar un software libre y gratuito, usado internacional y promocionado por el Archivo General de la Nación argentino. El sistema Access To Memory (AtoM) le permite a la casa de altos estudios organizar sus fondos documentales para identificarlos, clasificarlos y describirlos, para dar vía libre a los mismos.
Este proyecto es coordinado por el Archivo Histórico de la UNLP, la Biblioteca Pública y la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

Sin lugar a dudas, este espacio está realizando una tarea fundamental para rescatar y resguardar ni más ni menos que la memoria institucional de la Universidad de La Plata, la cual está repleta de secretos, curiosidad y datos claves que tuvieron influencia tanto a nivel local como nacional.
“Este Archivo tiene la particularidad que creó un sistema de la propia Universidad, es decir, que trabajen hacia afuera. Somos institución muy grande, colegios de pregrado y 17 facultades. No hay un archivo que quiera gestionar con otros”, puntualizó Casareto.