Aquel guerrero de la mitad de la cancha de Estudiantes de mediados de los 80 hasta los primeros años de los 90, con la camiseta “6” en la espalda rememora: “Ahí pasé los mejores años de mi vida, mi corazón siempre está con el Pincha, soy un agradecido al club y a tipos extraordinarios que me formaron como Bocha (Flores), la Bruja (Juan Ramón Verón) y Cacho (Malbernat), que me dio la oportunidad de jugar en Primera. Uno era un pibe y siempre valoré cómo me recibieron y me enseñaron. No es fácil irse de tan chico de tu casa, siempre me sentí contenido, fueron mi familia”.
El “Chivo” nació en San Rafael el 28 de septiembre de 1967, el mismo año en que Estudiantes hizo un quiebre en su historia, se crió en Catriel, transitó las diagonales de La Plata durante más de una década, formó su familia y hoy su vida está en General Pico, La Pampa.
“Trabajé en Godoy Cruz con Daniel Oldrá, durante 3 años dirigí la primera división en la liga local hasta que decidimos con la familia asentarnos en La Pampa. Estamos muy bien, esta paz no se cambia por nada y por suerte lo que gané en el fútbol nos permite vivir bien, y eso que en mi época no se ganaba la plata de hoy en día”, reflexiona el exmediocampista Pincha.
UN GOL QUE NO OLVIDA
A la hora de repasar su carrera en Estudiantes, donde jugó 176 partidos y marcó 8 goles, Peinado no duda en elegir su mejor obra: “el gol que le hice a Gremio en una Supercopa fue lo más lindo. Fue un remate de media distancia en el arco de 57. Fue un golazo. Esa noche ganamos, pasó de todo, fue el día de la piña de (Marcelo) Yorno a Caio. Teníamos un buen equipo”.
De sus años en el Pincha heredó la vocación docente a la que hoy dedica su tiempo. “Trabajo todos los días en Independiente de General Pico con todas las categorías infantiles hasta los 17 años. Trato de volcar todo lo que uno aprendió y trasladarlo a los chicos”, dice.

“Los llevamos a competir a distintos clubes y siempre terminamos con Estudiantes. Cuando puedo recomiendo a alguno que uno le ve futuro. Por suerte a La Plata y al Country vuelvo seguido y la verdad que es impresionante cómo creció todo. Nada que ver a nuestra época, donde desde lo afectivo teníamos todo pero la infraestructura era distinta”, añade el Chivo.
SU SALIDA, EL DESCENSO Y ALGO MAS.
Peinado jugó en la primera del Pincha desde 1986 hasta 1993. Etapa cumplida o no tanto: “Luis Garisto era el técnico. Los primeros seis meses fui titular y anduve a mi criterio muy bien. pero en el mercado de pases trajo a Daniel Pighín, que era un jugador que él conocía mucho y no jugué más”.
“Me llamó Miguel (Russo) que estaba en Lanús y me llevó. Me fue bien. Después lo reemplazó Patricio (Hernández). El día que Estudiantes descendió yo no pude jugar porque estaba a préstamo y en ese momento no podías enfrentar al club dueño de tu pase”, relata.
“Igualmente ese día fue todo muy feo. Yo estaba en Lanús, pero descendió mi club, mis compañeros, mis amigos y terminé en los vestuarios, abrazado y llorando con el Ruso (Edgardo Prátola). Estaban desconsolados y era parte de esa tristeza. Por suerte tuvieron revancha rápido y volvieron en una campaña histórica”, acota Peinado.
PIONERO EN ESTADOS UNIDOS
Además de Estudiantes y Lanús jugó en Platense, Atlético Tucumán y Godoy Cruz. También tuvo una experiencia en el América de Cali y fue pionero en llegar a la liga de los Estados Unidos. En 1997 jugó para Dallas 26 partidos y convirtió 3 goles.

“Tenía contrato por una temporada más y me equivoqué en tomar la decisión de volver, pero extrañaba mucho y eso que vivía en un lugar muy lindo. Me llamó el Tata Gerardo Martino, que estaba en Platense y había sido compañero mío en Lanús. Volví por él y me fue mal. Fue un gran error”, analiza .
Así es la vida de Daniel Peinado hoy. Formador de juveniles, radicado en La Pampa por elección de vida, papá de dos mujeres de 23 y 21 años, una recibida de psicóloga y otra estudiante de tercer año de abogacía. Lo que ganó en el fútbol le permitió invertir en inmuebles y el campo, algo que le permite pasar sus días tranquilo, en familia, con amigos y con los mejores recuerdos.