Los primeros días de diciembre marcaron un derrumbe de las tasas que llevó a losplazos fijos a ubicarse por debajo del 25% anual. El ajuste comenzó luego de que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) flexibilizara normas de encajes y limitara inversiones de fondos comunes, decisión que modificó el flujo de pesos dentro del sistema financiero.
La baja se reflejó de inmediato en las colocaciones tradicionales. Las entidades interpretan que ya no necesitan buscar pesos y que la demanda de crédito continúa en niveles muy acotados, lo que reduce la urgencia por captar nuevos fondos.
La mayoría de los bancos grandes ofrece rendimientos cercanos al 25% anual, mientras que los de segunda línea pagan algo más, aunque siempre por debajo del 30%. La tendencia también impactó en las cuentas remuneradas, que perdieron atractivo frente a un contexto donde las billeteras virtuales ya no pueden sostener beneficios tan altos como en períodos de mayor inflación.
El incremento de liquidez se observó rápido en las Letras del Tesoro Nacional capitalizables en pesos (LECAP), cuyos vencimientos más cortos cayeron a niveles inferiores al 25% anual. Es un rendimiento similar al registrado antes de la crisis generada por el desarme de las Letra Fiscal de Liquidez (Lefi) y la incertidumbre previa al proceso electoral.
Cajero $10.000 pesos dinero
Por el derrumbe de las tasas, los plazos fijos se ubicaron en un 25% anual en Argentina
La evolución reciente del mercado financiero de Argentina
La liquidez bancaria mejoró después de meses de tensión. Las entidades habían operado con encajes superiores al 50% y debían cumplir exigencias diarias del 95%, lo que las obligó a buscar fondos a tasas altísimas, en algunos casos arriba del 100% anual. Ese costo se trasladó a los balances trimestrales, que mostraron pérdidas considerables.
Con las nuevas reglas, los encajes continuaron por encima del 50%, pero la exigencia diaria se redujo al 75%. La disponibilidad de pesos también responde al aumento estacional que suele observarse en diciembre, cuando se incrementa la demanda por parte de familias y empresas.
La LECAP más corta perforó el 25% anual y los vencimientos hasta febrero se estabilizaron entre el 30% y el 32%. Esto reducirá el costo del Tesoro en las próximas licitaciones y acercará los rendimientos a los niveles actuales de inflación.
Los bonos ajustados por CER, como los Boncer, también experimentaron un cambio abrupto. En el peor tramo de la incertidumbre electoral, las tasas superaban en 20% a la inflación anual, mientras que hoy la diferencia ronda el 8%, lo que muestra una normalización del mercado frente a la estabilización financiera.
Por el momento, la caída de las tasas no se trasladó plenamente al crédito. La demanda de financiamiento de individuos y empresas sigue siendo débil, y los bancos mantienen cautela por el aumento de la morosidad. Las entidades prevén un repunte recién desde marzo o abril del próximo año, cuando esperan un mayor nivel de actividad.