En sus 28 años de trayectoria y habiendo extinguido cientos de incendios en la región y en todo el país, el bombero voluntario de Ensenada, Jonatan Melián, nunca vio un fuego tan voraz como el que arde en El Bolsón.
Jonatan Melián viajó desde Ensenada a El Bolsón y lleva dos semanas apagando las llamas, pero hubo un día en que tres factores propiciaron un fuego infernal.
En sus 28 años de trayectoria y habiendo extinguido cientos de incendios en la región y en todo el país, el bombero voluntario de Ensenada, Jonatan Melián, nunca vio un fuego tan voraz como el que arde en El Bolsón.
En su punto más álgido, el incendio que comenzó el 31 de enero y que continúa hasta hoy, se expandió por 3.700 hectáreas y arrasó con bosques, animales y casas: unas 130 viviendas se quemaron y un hombre murió. De los seis focos que llegó a tener, cuatro están bajo control y dos siguen activos, al igual que la amenaza de que las condiciones climáticas cambien y el infierno resurja.
Matías Ardeti Valerde y Fermín Gutiérrez viajaron desde La Plata hasta Chubut como voluntarios del CEPA, para ayudar en la reconstrucción de viviendas.
El diseñador Federico Borstelmann y su equipo lanzaron una plataforma gratuita para ayudar a encontrar animales extraviados.
"Es el incendio forestal más grave en el que estuve", reconoce Melián, de 45 años, ante 0221.com.ar y aclara que no lo dice por la extensión afectada, ya que cuando acudió a Chubut para apagar el incendio de Cholila, en 2013, y el del Parque Nacional Los Alerces, en 2024, las llamas se expandieron todavía más: "Lo que tiene este incendio es que provocó mucho daño a la población: quemó muchas casas, muchas chacras y aserraderos".
Y también es distinto, agrega, porque son los pobladores quienes trabajan casi a la par de los bomberos, cargando tanques de agua con motobombas en camionetas 4x4: "En otros casos he visto gente queriendo colaborar, pero acá el sábado habré visto cien camionetas. Iban, tiraban agua, protegían sus casas. No lo podíamos creer".
Durante el sábado y el domingo, el incendio llegó a su apogeo, atizado por tres factores que ningún bombero querría que se conjuguen: viento fuerte, altas temperaturas y poca humedad. Una combinación a la que ellos llaman "triángulo de fuego" y que equivale a una tormenta perfecta.
"Tuvimos más de 30°C, ráfagas de 40 a 50 kilómetros por hora y la humedad por abajo del 30%", recuerda Melián y agrega: "Los medios aéreos no pudieron volar porque no se veía nada, así que no hubo apoyo por aire y tuvimos que replegarnos de inmediato para no quedar atrapados en el fuego. Fue un desastre".
Ese día, la jornada de trabajo, que suele ser de 14 horas, duró 24. "Cuando volvimos a la base, tuvimos que salir otra vez porque el incendio se había descontrolado en varios puntos", recuerda.
Un día entero caminando sobre un terreno empinado hasta los 70°, irregular y caliente, con poco oxígeno y mucho humo, cargando mangueras que arrojan el agua que sacan con bombas de lagos cercanos, que mojan la tierra de la pendiente, que se convierte en barro y desprende piedras que se tornan proyectiles de los que deben cuidarse, sobre todo en la oscuridad de la noche, cuando llegó el alivio.
En la medianoche del domingo, tras 10 días ardientes, comenzó a lloviznar. "No fue una lluvia torrencial, pero llovió un poquito. Eso bajó la temperatura y el lunes nos encontramos con un incendio totalmente distinto al del domingo. Pudimos trabajar en todos los frentes y avanzar muchísimo. El martes y miércoles pasó lo mismo y logramos reducir los seis sectores de incendio a dos".
Ambos focos se encuentran en las zonas más altas, a las que se accede solo desde el aire, y los esfuerzos se concentran en apagarlos antes de que el viento, el calor y la falta de humedad vuelvan a avivar las llamas.
Melián salió hacia El Bolsón -Río Negro- el 31 de enero, sin fecha de retorno. Antes de viajar, trabajó durante cinco días en el operativo para sofocar el incendio en la reserva de Punta Lara hasta que fue convocado junto a otros 41 bomberos que integran la Brigada Forestal de la Provincia de Buenos Aires.
Es Oficial Inspector y tiene a su cargo una cuadrilla de diez bomberos que trabajan en la primera línea de fuego, un lugar que ocupa por primera vez y que se ganó tras participar en la extinción de los incendios de Cholila; de Aluminé -Neuquén, 2021-; en el Delta del Paraná -2023- y en el Parque Nacional Los Alerces.
Su misión y la de su brigada es cortar el paso del fuego: cuando el avión hidrante o el helicóptero lanza el agua, asisten desde tierra para terminar de apagar la zona que la descarga aplacó. Además, realizan caminos cortafuego generando senderos limpios de material combustible que sirven de cordón para que las llamas no avancen. En la segunda línea, más alejados, otro grupo de bomberos se ocupa de enfriar los puntos calientes.
Para que Jonatan pueda volver a Ensenada, debe esperar a que llegue su relevo o a que el incendio se haya apagado al punto en que solo se necesite una "guardia de cenizas". En ambos casos, la fecha es incierta.
Mientras tanto, en su casa lo esperan sus tres pequeños hijos a los que ya extraña. "Antes, cuando no los tenía, me iba por varios días y no pasaba nada, pero ahora se hace un poco más difícil. No veo la hora de volver para estar con ellos".
Será por única vez, ajustado a la inflación y como complemento de un esquema salarial compuesto por aumentos automáticos durante todo 2025.
El episodio ocurrió el martes en Plaza de Mayo. Los chicos cruzaron por casualidad por la marcha de los jubilados y fueron detenidos por la Policía Federal.