A más de tres décadas de la masacre que marcó para siempre la historia criminal de La Plata, la herencia de las víctimas del cuádruple femicida Ricardo Barreda sigue generando disputas en los tribunales de distintos fueros.
La Provincia de Buenos Aires busca dejar afuera a Mariana y Tomás Arreche en la causa por la expropiación de la casa del horror de La Plata.
A más de tres décadas de la masacre que marcó para siempre la historia criminal de La Plata, la herencia de las víctimas del cuádruple femicida Ricardo Barreda sigue generando disputas en los tribunales de distintos fueros.
La Fiscalía de Estado de la provincia de Buenos Aires presentó una apelación para impedir que dos miembros de la familia Arreche (la línea de sangre de la suegra del cuádruple femicida), Mariana y Tomás; sean reconocidos como parte legítima en el litigio por la expropiación de la famosa casona de 48 entre 11 y 12, escenario del crimen ocurrido el 15 de noviembre de 1992.

Apunta contra el monto de indemnización ofrecida por la expropiación de la casa de Ricardo Barreda en La Plata. Exige una nueva valuación y pago de intereses.
La plataforma Prime Video comenzó la filmación de Barreda y contará la historia del odontólogo que asesinó a su esposa, su suegra y sus dos hijas en La Plata.
Barreda asesinó en aquella vivienda a su esposa Gladys Elena Margarita Mac Donald, a sus hijas Cecilia y Adriana y a su suegra Elena Arreche, utilizando una escopeta Víctor Sarrasqueta que le había regalado su propia suegra.
Tras cumplir condena, el odontólogo murió en 2020 en un geriátrico de José C. Paz, declarado "indigno" para heredar cualquier bien. Lo paradójico es que todos los herederos que hoy pelean por la herencia provienen del linaje de Elena Arreche, la víctima a la que él más despreciaba.
El caso se tramita en el Juzgado Contencioso Administrativo N°3 de La Plata, que en abril de este año reconoció a Mariana y Tomás Arreche como parte del expediente. En su resolución del 22 de abril, el tribunal dispuso "tiénese a los peticionarios por presentados, por parte y por constituidos los domicilios indicados". La Fiscalía de Estado impugnó ese punto y elevó la apelación a la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo de La Plata, argumentando que ambos fueron excluidos previamente como herederos por una decisión del Juzgado Civil y Comercial N°17 fechada el 4 de julio de 2024, que estableció que no les correspondía herencia alguna de Gladys Mac Donald ni de las hijas de Barreda porque su parentesco excede el límite legal.
El organismo sostiene que no han demostrado "aptitud procesal" para intervenir en la causa y que permitirles seguir sería una violación al debido proceso y a los derechos de propiedad de los verdaderos herederos.
El fallo del Juzgado Civil y Comercial N° 17 dejó definida la nómina de herederos tras el fallecimiento de las cuatro víctimas. Por Elena Arreche, heredan sus sobrinas Irma Luisa Fernández Arreche y Dora Elena Julián Arreche y su sobrino Hugo Enrique Fernández Arreche. Por Gladys Mac Donald, los herederos son sus primos hermanos Hugo Enrique Fernández Arreche, Irma Luisa Fernández Arreche y Dora Elena Julián Arreche. Por el fallecimiento de Adriana y Cecilia Barreda, las herederas son sus tías abuelas Graciana Nélida Arreche y Luisa Isabel Arreche. Finalmente, por derecho de representación de familiares pre-fallecidos, figuran Emilio Tomás Arreche y Mariana Arreche como sobrinos nietos, aunque su derecho es lo que se discute en la Cámara.
En el patrimonio en disputa figuran dos propiedades: la casa de calle 48, hoy en ruinas; y un departamento cercano a la terminal de ómnibus que pertenecía a Elena Arreche. Los herederos exigen que la Provincia indemnice con el valor de mercado y no el fiscal, por la expropiación de la vivienda.
Cuando Barreda aún vivía, el Estado provincial dispuso la expropiación directa de la casona para destinarla a fines públicos. El odontólogo, entonces, inició una contrademanda reclamando una compensación económica que nunca llegó a concretarse. Esa demanda pasó al fuero Contencioso Administrativo y, tras su muerte, fue retomada por los herederos.
El conflicto radica en que la Provincia quiere indemnizar por el valor fiscal de la propiedad, mientras que los herederos exigen el precio real de mercado, mucho más alto. En medio de ese reclamo económico, surgió la disputa sobre quiénes tienen legitimación para participar del expediente, lo que ahora se define en la Cámara de Apelaciones.
En el ámbito civil, la línea sucesoria quedó marcada por la aplicación de la teoría de la conmoriencia del Código Civil argentino. Esta doctrina se utiliza cuando no puede determinarse con precisión el orden de las muertes, como ocurre en casos de catástrofes o, como en este, de múltiples homicidios. En consecuencia, la ley presume que todos murieron al mismo tiempo, evitando que se hereden bienes entre ellos.
Esta figura fue clave para impedir que Barreda heredara a su esposa o hijas, así como para definir que todos los bienes pasaran directamente a parientes colaterales del linaje de Elena Arreche.
La propiedad de 48 no es una casa cualquiera: es el escenario de uno de los crímenes más atroces de la historia judicial argentina. Allí, en la tarde de aquel 15 de noviembre de 1992, Barreda ejecutó a las cuatro mujeres con las que convivía. Su odio hacia la familia política era tal que, en sus primeras declaraciones, llegó a deslizar que el crimen podría haber sido cometido por el novio de una de sus hijas.
En el transcurso de la causa penal, Barreda ofreció cuatro versiones distintas: primero negó su autoría, luego alegó un estado de inconsciencia, más tarde admitió haber matado y aseguró que su última víctima fue su suegra y, finalmente, cambió esa versión y dijo que la última en morir fue su hija menor. Más allá de las contradicciones, el tribunal lo condenó a prisión perpetua. Con el paso de los años y tras cumplir parte de la condena, accedió a la libertad condicional y terminó sus días fuera de la cárcel, en soledad y con un nombre que sigue generando fascinación y repudio.
Más de 30 años después, el caso Barreda sigue ocupando espacio en la agenda mediática y judicial. Su nombre ha sido objeto de canciones, remeras, estampitas y hasta defensas públicas que contradicen el avance del movimiento feminista. Para algunos, es el mayor símbolo del machismo criminal; para otros, una figura con tintes de leyenda negra.
En el plano judicial, el expediente de la herencia funciona como una extensión de aquel juicio penal que lo condenó. Los herederos, todos ajenos al apellido Barreda, se enfrentan ahora a un doble adversario: el Estado provincial, que busca minimizar la indemnización, y los propios integrantes de la familia política, que compiten entre sí por un botín que, paradójicamente, proviene de la víctima más odiada por el femicida.