Hace casi un año, Gabriel Mestre dejaba de ser el arzobispo de La Plata luego de presentar la renuncia. Con el correr de los días se fue conociendo el trasfondo de una decisión tomada por el papa Francisco desde el Vaticano: más allá de la interna en la diócesis de Mar del Plata, existió un hecho puntual que fue la gota que rebalsó el vaso.
El hecho que detonó la situación fue una protesta con pancartas que realizaron feligreses en la catedral de Mar del Plata durante la procesión de entrada en la solemne misa crismal de Jueves Santo, repleta de fieles y encabezaba por el administrador apostólico designado por el Pontífice.
Los feligreses protestaban por el traslado del Vicario General (en la práctica, la segunda autoridad eclesiástica después del Obispo) de la diócesis marplatense, el padre Luis Albóniga, a la diócesis de Jujuy, tras la decisión del Vaticano de iniciar una investigación sobre su gestión como administrador diocesano, o sea, siendo una suerte de coordinador de la transición entre la salida del obispo Mestre a su nuevo destino como arzobispo de La Plata y la designación de su sucesor.
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Gabriel Mestre dejó de ser arzobispo de La Plata en mayo de 2024
Albóniga había sido impulsado por el propio Mestre como su sucesor, en contraposición con la opinión del propio Francisco. Albóniga duró poco en el cargo de administrador diocesano, hasta la llegada de José María Baliña, quien hasta entonces era obispo auxiliar de Buenos Aires. Su estadía también duró poco, ya que hacia fines del 2023 presentó su renuncia por problemas de salud y familiares.
La tensión entre el Papa y Mestre se agravó tras la designación del (segundo) nuevo obispo marplatense, monseñor Gustavo Manuel Larrazábal, de buena relación con Francisco. Es que el religioso renunció antes de asumir y en el mundo eclesial afirman que una "jugada" orquestada en Mar del Plata, con la publicación de una nota en el diario La Capital, donde se hablaba de un presunto caso de abuso por parte del Obispo; fue clave para que tomara la determinación de no ocupar el cargo. Las sospechas en el mundo eclesiástico es que Mestre no sería ajeno.
La protesta en Mar del Plata
La protesta del Jueves Santo fue la máxima expresión de aquella presunta rebelión que se inició luego del nombramiento de Mestre al frente de la arquidiócesis de La Plata el 28 de julio de 2023 y el anhelo de muchos fieles de que el padre Albóniga fuera su sucesor, una rebelión presuntamente amparada y no desactivada por Mestre, que derivó en la mencionada seguidilla de obispos elegidos por Francisco para sucederlo, incluida aquella de Larrazábal.
“Les comparto que luego de un proceso de discernimiento y oración realizado muy a conciencia, he llegado a la conclusión de que no es oportuno asumir el gobierno pastoral de las diócesis de Mar del Plata”, había escrito Larrazábal en una carta abierta a quienes iban a ser sus futuros feligreses, que estaban indignados por la información filtrada a los medios marplatenses.
Según el detalle reportado por Clarín, habría que ubicar en esa protesta dentro de la Catedral marplatense el desencadenante que activó el final de la carrera de Mestre como arzobispo de La Plata. La consecuencia fue el llamado al Vaticano para dar explicaciones y el pedido de renuncia por parte del papa Francisco.
En su renuncia Mestre aportó algunas pistas sobre esa situación: “Días atrás, la Santa Sede me convocó en Roma a dialogar sobre algunos aspectos de la Diócesis de Mar del Plata luego de mi traslado a la Arquidiócesis de La Plata al ser designado arzobispo metropolitano por el papa Francisco. En la Ciudad Eterna, después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la Diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense".
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El papa Francisco echó a Gabriel Mestre del arzobispado de La Plata
Ante la renuncia de dos obispos, Francisco nombró a un nuevo administrador diocesano de su confianza, el también jesuita y obispo auxiliar de Buenos Aires, Ernesto Giobando, y dos semanas después se produjo el traslado a la lejana diócesis de Jujuy del padre Albóniga, que cayó muy mal no sólo entre los fieles e incluso sectores del clero, sino también entre dirigentes de diversos ámbitos.
“La Santa Sede a través del Administrador Apostólico informa que el presbítero Luis Albóniga fue trasladado por un tiempo a la diócesis de Jujuy, debido a que se realizará un procedimiento canónico relacionado a esclarecer su actuación durante su tarea de administrador diocesano”, reveló el 30 de enero en un comunicado el obispado de Mar del Plata.
La tensión fue tal que monseñor Giobando decidió no asistir el 10 de febrero a la canonización en el Vaticano de Mama Antula, la primera santa argentina, pese a ser el postulador (impulsor oficial) de la causa y haber jugado un papel clave en la curación científicamente inexplicable de un hombre santafesino al pedirle a sus familiares que le rezaran a la mujer para que intercediera ante Dios y obrara el milagro de su curación.
En una declaración de protesta, en línea con Mestre los fieles dicen que Albóniga “se ganó el respeto por su carisma, inteligencia, humildad y cultura, que atrae a feligreses de otras parroquias, en particular por sus homilías, que son de inusual calidad, tanto en lo religioso como en lo espiritual” y señalaron que “muestra de ello es que en las misas la parroquia desbordaba y se colmaba sobradamente su capacidad”.
Es así que se llegó a la protesta en la misa crismal de la Semana Santa de aquel año y luego llegó el llamado a Roma de Mestre, el encuentro con el Papa y su renuncia explicada en términos muy generales por quien terminó siendo ex arzobispo de nuestra ciudad en una carta al clero y los fieles platenses.