Motochorros asesinaron a Jonatan Calderón en la zona de Parque Saavedra y siguen prófugos. Sus seres queridos lo despidieron en redes sociales.
Familiares, amigos, compañeros de trabajo y conocidos de Jonatan Nicolás Calderón lo despidieron en redes sociales luego de que se conociera la noticia de su asesinato, en las inmediaciones del Parque Saavedra, perpetrado por motochorros. Con mucho dolor, enviaron sus condolencias a la familia y pidieron justicia por este presunto "homicidio en ocasión de robo".
Diego, un compañero de trabajo de "Chicha", como le decían al joven, fue el encargado de identificar el cuerpo en 10 y 63 mientras el resto de sus compañeros intentaba asimilar lo sucedido. "Era un pibe trabajador, de su casa", dijo a El Día y agregó que "lo mataron como un perro para robarle la moto, recién se la había comprado. Esto es tierra de nadie; no se ven policías, de noche es peor. Ya no hay códigos. Antes no robaban a los laburantes, ahora disparan primero porque son cagones”.
La escuela secundaria N° 69 de Camino Centenario y 511, en Ringuelet, sufre vandalismo desde hace años. "Ya no queda nada para que se roben", dice su director.
Jonatan trabajaba en el Hospital San Martín y cumplía guardias en la empresa de emergencias médicas SIPEM dos veces por semana, siempre en el turno de la mañana. Su partida dejó un vacío inmenso en su lugar de trabajo, donde lo recordarán como un hombre dedicado y querido por todos.
El caso tomó relevancia nacional y no faltaron los pedidos de justicia de personas que han sufrido en carne propia o estuvieron influidos por la inseguridad que se vive en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). "Que se haga justicia, que no quede impune. Fuerzas a toda su familia"; "Merecen lo peor esos delincuentes"; "QEPD y que se haga Justicia", fueron algunos de los cientos de mensajes.
Por su parte, los familiares se refirieron a su esposa, con quien Jonatan tenía dos hijos: "Muchos abrazos y desde aquí las acompañamos en este enorme dolor. Nico, descansa en paz y dale el consuelo a tus hijos y mujer"; "Chicha, no merecías irte así. Me duele el alma, gordo. Te voy a extrañar tanto, tanto".
El Hospital San Martín, donde Calderón también desempeñaba tareas, fue otro lugar donde se vivió con intensidad la pérdida. Sus colegas destacaron su profesionalismo y compromiso, recordándolo como alguien siempre dispuesto a ayudar y con una sonrisa en el rostro. En Ensenada, donde vivía, lo recuerdan como "un laburante" y un "gran vecino".