lunes 30 de septiembre de 2024

De Sergio Dopazo a Pablo De Blasis: la historia detrás de los penales en el arco de la victoria

La victoria de Gimnasia sobre Argentinos Juniors en el Estadio del Bosque, unió las historias de Pablo de Blasis y Sergio Dopazo.

“Pero el amor es más fuerte...”, sonaba la canción de Tanguito en la casa de los De Blasis, en el barrio de Tolosa, donde no había día miércoles entre las 21 y las 22 en que don Luis, padre de Pablo De Blasis y dueño de un videoclub, se quedara sin ver Gimnasia una Pasión, el primer programa de cable.

En el año 1995, Gimnasia edificaba una de campaña en que será subcampeón, con una serie de resultados heroicos en base al sacrificio físico y la táctica de Carlos Timoteo Griguol, que les valió el mote de “Los Caballeros de la Angustia” por el relator Adrián Paenza. En esa emocionante campaña, el 3 de junio de 1995, Pablo De Blasis (héroe del triunfo 1 a 0 sobre Argentinos Juniors), a los seis años era entrevistado en los jardines del Estadio del Bosque, por aquel programa furor entre los partidarios gimnasistas.

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Al partido siguiente, a tres fechas de la finalización, llegó al Bosque un Argentinos Juniors con muy buenos jugadores, que hizo fuerza hasta los 35 minutos del segundo tiempo, cuando ganaba 1 a 0 con gol de Cristian Zermattén, el actual entrenador del club de La Paternal.

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Sergio Dopazo, marcando de penal ante Argentinos Juniors, como Pablo De Blasis.

Sergio Dopazo, marcando de penal ante Argentinos Juniors, como Pablo De Blasis.

El recuerdo de Sergio Dopazo

Pero el dramatismo y la locura empezaron en el arco donde metió su tanto de penal De Blasis, para que Dopazo lo hiciera por tres. El mismísimo defensor Sergio Dopazo le dijo a 0221.com.ar: “Perdíamos 1 a 0 y quemaban las papas. En el primer penal me caigo y entra a la izquierda de Maltagliatti; en el segundo le doy al medio, y en el tercero me dice Lagorio (el 9) déjamelo a mí… ‘Andá, Carucha, ¿por qué no pateaste vos el primero? El tercero fue al medio del arco para arriba donde no llega nadie, salvo el Dibu que es un monstruo”. Cabe destacar que Dopazo no era el encargado de ejecutar la pena máxima en ese campeonato.

Ese atardecer cargado de dramatismo, con Pablo y su padre en las tribunas, tuvo veintinueve años más tarde un singular parecido. Es que en el mismo arco donde acertó tres veces Dopazo, se paró De Blasis, con el mismo perfil de derecho, ante una multitud inmóvil, expectante de que cambie un resultado... Y aquel rubiecito, que fue socio al minuto y surgió de las canchas de El Bosquecito, tiró con la misma fuerza y salió corriendo hacia la misma esquina del campo donde el “Cabezón” Dopazo lo celebró hace veintinueve años.

Apenas unos minutos habían pasado de este triunfo por la fecha 13 de la Liga Profesional cuando Dopazo desde su ciudad natal, Chacabuco, se entusiasmó con el triunfo y habló frontal, a la manera de un viejo caudillo. “El tiempo pasa pero la historia queda. Lo mío fue récord mundial”, contó Dopazo, autor de los goles en el minuto 35, 50 y 55 en uno de los encuentros más emotivos en los cien años que se lleva jugando al fútbol en 60 y 118.

El ex número “3” y goleador se mostró sorprendido por el gol de De Blasis, “porque no venía jugando” y desconocía la reciente operación del “10” del Lobo, mientras tomaba unos mates en el taller mecánico de su amigo Julián Adamo (motorista de Minervino, Gurí Martínez y otros grandes del TC). Esa tarde nublada y lejana, tuvo otra apostilla: para el Bicho jugó el pibe Sergio Daniel López, el “Dani”, un querido sobrino de Diego Armando Maradona.

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Dos partidos, una misma historia

Aquella vez casi termina mal. Cristian Zermatten, “un pibe que estuvo al borde de una crisis de nervios”, según describía la crónica de la revista El Gráfico, esta vez asumía mejor el revés como técnico. Pero el problema fue mayúsculo en 1995 cuando increpaba al juez de línea Claudio Rossi, al que el arquero le tiraba un pelotazo sobre el cuerpo y el capitán “Pipa” Gancedo forcejeaba con varios policías. A poco estuvo el plantel visitante de “dejar el campo en señal de repudio por el supuesto despojo”, apuntó la revista número uno en ventas de aquel entonces. Si eso no sucedió, fue por la influencia que ejerció el presidente Luis Veiga, que llegó desde el palco hasta el túnel.

En esta oportunidad, corrían en los relojes 35 minutos del segundo tiempo cuando el técnico Marcelo Méndez decidió el ingreso de Pablo De Blasis. Fue el tiempo en que empezó el show de los penales. Y las coincidencias siguieron: Argentinos recibirá en jugadas posteriores la expulsión de Galván (roja directa por falta violenta), y en el lejano archivo aparece la expulsión de Germano (por agresión).

De los integrantes del mundo gimnasista actual, que permanecen desde aquel año, el único protagonista es el masajista Daniel Ciancio quien desde hace un año trabaja con el plantel de reserva: “Recuerdo que el Viejo Griguol puso de 8 a Sanguinetti, porque tenía una salida inmejorable, una visión bárbara (no jugó el mellizo Gustavo) pero no fue lo mismo para el Topo atacar por sorpresa que haciéndolo con una marca encima y el partido fue durísimo”.

El lunes 2 de septiembre de 2024 todos los aplausos y flashes enfocaron a Pablo De Blasis, a sus 37 años, con sus puños apretados agitados, como aquel “Cabezón” que tenía 27 y soñaba con una ilusión de campeonato que se desmoronó como un castillo de naipes.

Gimnasia una Pasión

Pablo representa el fervor de los hinchas y quedó en un hecho singular, pudiendo entrar y asumir el remate crucial, a dos semanas de haber salido de una sala quirúrgica. “Pero el amor es más fuerte”, escuchaba desde chiquito, cuando era el niño que paró en los jardines el periodista Guillermo Bolatti, el de Gimnasia una Pasión.

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