Sin partidos en el circuito profesional y radicado en San Marino desde 1990, esta es la particular historia de un tenista de La Plata.
Los registros oficiales dicen que un extenista nacido en la ciudad de La Plata, representó a San Marino en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, y que además disputó 25 series de Copa Davis, el torneo de la “Ensaladera de Plata”.
El representante olímpico de aquel país europeo, tiene además varios años en la Copa Davis. En su historial, ganó una medalla de bronce en los Juegos de los Pequeños Estados de Europa, una suerte de Juego Olímpico a escala en el que participan países como Andorra, Chipre, Liechtenstein, Luxemburgo o Malta, además de San Marino, claro.
En la página oficial de la ATP, Gabriel Francini figura solo por su apellido, con nombre desconocido (“Unknown”). Para la asociación que nuclea a todos los tenistas del mundo apenas disputó un partido, un dobles en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. La fecha de nacimiento está equivocada.
En la Federación Internacional de Tenis (ITF) sí es Gabriel Francini, y en sus archivos están los encuentros de Copa Davis, un montón entre 1993 y 2000, además de su partido de Barcelona 92 y un curioso antecedente en la clasificación para los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, desmentido por el propio Francini. La ITF dice que tiene 55 años, y es correcto.
El Comité Olímpico Internacional (COI) confirma que estuvo en Barcelona 1992, y le atribuye un 17º puesto en dobles; derrota en primera ronda. Pero el dato revelador lo aportan la página oficial de la Copa Davis, Wikipedia y Olympedia, el sitio especializado en Juegos Olímpicos: Gabriel Francini nació el 12 de diciembre de 1969, en La Plata, Argentina. “Sí, en La Plata”, le confirma Francini a 0221.com.ar, desde San Marino.
El hombre es de la zona de 1 y 49, frente al Colegio Nacional. De hecho, fue dos años, otros dos años al Liceo y terminó sus estudios secundarios en el Normal 3, todo en el barrio. Pero antes, también en el barrio, el tenis. Su padre jugaba en el Hipódromo y él agarró la raqueta a los 11 años. Después se pasó a Estudiantes. “Siempre en el barrio, iba a todos lados caminando”.
Francini competía en La Plata, en Buenos Aires y a nivel nacional. Y cuenta que en su último año de juveniles encabezó el ranking metropolitano. Pero a los 18 cortó: empezó la carrera de Informática en la UNLP, hasta que a los 20 dejó todo y se fue a San Marino con un amigo. “A ver qué pasaba, a pasear, de aventurero”, explica.
Su padre, sanmarinense, había vivido allá hasta los 18 años. Después estuvo en África y de allí a Argentina, primero a La Boca, y finalmente a La Plata para estudiar. Por su padre, Gabriel Francini tenía la ciudadanía del microestado europeo. “Por eso fue todo mucho más fácil. Me vine de una para acá y terminé quedándome”. Y en San Marino, “como lo único que sabía hacer era jugar al tenis, me puse a jugar, y más que nada a dar clases”.
“En San Marino hay pocos jugadores, imaginate que hoy es un pueblito de 30.000 habitantes”, describe Francini en diálogo con 0221.com.ar. Según Wikipedia, que cita al Banco Mundial, en 2023 eran 33.642 los habitantes del país. De acuerdo con el censo argentino de 2022, sería casi la misma población que tiene Brandsen, un poco más de la mitad de los habitantes de Ensenada, un tercio de los de Berisso o el equivalente a la población de La Plata dividida por 23.
Con pocos jugadores, “estaba primero en el ranking nacional”, explica Francini. Jugaba torneos amateurs y alguno que otro pago, de segunda categoría. Pero “dando clases todo el día, no tenía mucho tiempo para competir”. Sin embargo, encabezar el ranking le abrió las puertas para representar a San Marino a nivel internacional. Fue así que, en 1991, al año de llegar, estuvo en las Universiadas de Sheffield, Gran Bretaña.
En 1992 disputó la clasificación para los Juegos Olímpicos de Barcelona. “Fuimos a Letonia y perdimos. Pero los que nos ganaron se terminaron retirando y nos llamaron a nosotros”. Así, sin proponérselo, Francini se clasificó a un Juego Olímpico, el sueño de casi todos los deportistas, un “embole” para él. “Para ser sincero, lo primero que me surgió fue eso: ‘Qué embole, tengo que estar allá como veinte días’”. Es que veinte días en Barcelona, por ejemplo, implicaba perder días de trabajo.
“No tenía ni idea de lo que era un Juego Olímpico. Pensaba que era como estar en San Marino, jugar y no mucho más. Además, sabía que no teníamos posibilidades de nada. Pero cuando llegamos, es una cosa indescriptible: estás al lado de todos los mejores del mundo, de todos los deportes”.
Francini se quedó en Barcelona todos los Juegos, desde la ceremonia de apertura hasta la de clausura. “Imaginate que en la ceremonia de apertura estábamos al lado de ‘Magic’ Johnson”, éramos uno más de ellos”, cuenta sobre la estrella del básquet estadounidense, integrante del “Dream Team” en aquellos Juegos.
Pero Francini también se cruzó con otros deportistas. “Cuando el británico Linford Christie ganó los 100 metros, viajamos con él en el micro de vuelta. Era todo así, cosas imposibles. No tiene nombre, ahí son todos iguales. Y en el tenis pasaba lo mismo, porque en los torneos no te podés ni acercar a los jugadores. Pero en Barcelona se te sentaban al lado, te ponías a charlar como si estuvieses en el bar de la esquina”.
Francini era uno de los 17 atletas que integraban la delegación de San Marino. Junto a él estaban su primo, el judoca Alberto Francini -sanmarinense de nacimiento- y el tenista Christian Forcellini, su compañero de dobles.
Por la primera ronda del tenis, Francini y Forcellini jugaron contra los griegos Anastasios Bavelas y Konstantinos Efremoglou. “Teníamos unos nervios... Pienso que a nuestro partido no lo pasaron en ningún lado, pero rogábamos, no perder o ganar, sino no pasar vergüenza”, admite.
Encima, el que ganaba jugaba en segunda ronda contra los alemanes Boris Becker y Michael Stich, a la postre campeones olímpicos y verdugos en semifinales de Christian Miniussi y Javier Frana, los únicos medallistas argentinos de Barcelona. Pero fue victoria de los griegos, 6-1, 6-1 y 6-2, y debut y despedida para Francini y Forcellini.
Después de los Juegos de Barcelona, al año siguiente San Marino debutó en la Copa Davis, y obviamente con Francini en el equipo. Por el tradicional torneo, Francini jugó entre 1993 y 2000. En total, disputó 26 partidos -6 victorias y 20 derrotas- en 25 nominaciones.
En el primer año, enfrentó a Eslovenia, Letonia, Congo, Zambia y Turquía. Esas series fueron en Lusaka, la capital de Zambia. Antes el reglamento era mucho más flexible y la superficie de las canchas podía deparar sorpresas. “En Zambia la cancha era de bosta de vaca. Parecía barro, no había inconveniente. Pero estaban terminando la cancha central, la que tenía dos tribunitas, y el olor era insoportable”, recuerda.
Y quedaron otras anécdotas de aquellos años coperos, “generalmente contra rivales medio débiles”, reconoce. “Una vez jugué contra un senegalés de dos metros y pico, que tengo la foto, le llego al ombligo”. Fue en 1996, en Estambul, y el senegalés en cuestión era Thierno Ly. De otros rivales, había un georgiano que era bueno -Anatoli Akhaladze o Josef Siamashvili- y también tiene presente los problemas de los jugadores de Macedonia para estampar el nombre de su país en la indumentaria. Es que estaban en pleno conflicto con sus vecinos de Grecia, que defendían a su propia Macedonia.
El último registro de Francini como jugador de Copa Davis es del 19 de enero de 2000, hace 25 años. Las vueltas de la vida, el rival fue nuevamente Zambia, aunque ahora en Kampala, la capital de Uganda. Según el sitio oficial, jugó el punto de dobles, pero además era el capitán del equipo que también enfrentó a Namibia y Etiopía. “Sí, creo que era capitán y hacía jugar a los demás. No me acuerdo bien”, admite Francini, quien el año anterior había logrado para su país una medalla de bronce en los Juegos de los Pequeños Estados de Europa, en Vaduz, Liechtenstein.
Así, punto final para Francini en el equipo de Copa Davis de San Marino, una pequeña nación que curiosamente es dueña de algunos récords absolutos en uno de los torneos más tradicionales del deporte mundial: por ejemplo, Vittorio Pellandra se convirtió en 2007 en el tenista más longevo que haya jugado alguna vez un partido de Copa Davis, con 66 años y 104 días de edad (“se hizo poner, no jugaba al tenis, era dirigente”, explica Francini); Marco de Rossi, en 2011, se transformó en el jugador más joven en debutar en la Copa, con 13 años y 319 días; y Deomenico Vinci es el jugador con más series disputadas, 93 en total.
De vuelta a Francini, en el tramo final de la charla pide disculpas. Radicado en San Marino desde 1990, admite que por un resfrío está “hecho percha”. Sí, “hecho percha” dice, y explica que en su casa, con esposa e hijos, se habla en español. Sigue dando clases de tenis y cada tanto viaja a La Plata, donde está su familia, aunque ninguno de ellos ligado al deporte de la raqueta.