“Fueron cinco los inversores originarios que confiaron en un momento en que nadie confiaba, y eso fue fundamental”, cuenta Mizuta, al recordar sus primeros pasos en una constructora que se disolvió y dejó a sus empleados en la nada. “Si algo nos dejó nuestro paso por esa empresa fueron justamente esos clientes que pese a todo decidieron confiar, y por eso mi socio y yo quisimos revertir la imagen rápidamente y nos pusimos a trabajar”.
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Desde el principio, los socios se pusieron como ambicioso objetivo la construcción de grandes emprendimientos, para poder comercializar entre clientes y referidos. Mizuta destaca que de todos los metros que lleva construida su empresa, ninguna propiedad fue vendida a un cliente desconocido.
“Nuestro know-how era y sigue siendo la propiedad horizontal para el inversionista, o el departamento para el inversionista, para alquilar o para tener una inversión, y a raíz de esto fueron surgiendo otras propuestas, como el Mercado de Flores de La Plata y casas en zonas como el Gran Bell que hicimos para conocidos y por compromisos asumidos”, explica el arquitecto. De estos compromisos, como del Mercado de Flores, surgió precisamente el vínculo con los portugueses, muchos de los cuales -al igual que los nipones- fueron los primeros inversores. Así, existe una fecha clave para estas colectividades que es el 21 de septiembre. Para la gran mayoría de los habitantes de esta ciudad, no es más que el día de la Primavera, pero para el equipo de Nisen desde hace más de 20 años fue adquiriendo un matiz diferente.
Lo anterior da cuenta de una relación establecida con los inversores y clientes muy particular, que el propio Mizuta sabe que no es común para otras constructoras. A modo de ejemplo, cuenta que en una oportunidad uno de esos clientes tenía un departamento en venta que le estaba resultando muy difícil vender, y el arquitecto no dudó en ayudarlo. “Fui a su casa, le llevé el dinero que pedía por esa propiedad y le dije: cuando vendas el departamento me la devolvés”, recuerda.
HISTORIA DE LA EMPRESA Y SU FUNDADOR
Víctor Mizuta nació en la provincia de Misiones, hijo de madre y padre japoneses inmigrantes que llegaron postguerra a este país (como consecuencia del ingreso de Japón en la Segunda Guerra Mundial en 1941). La Agencia Japonesa de Cooperación Internacional, más conocida como JICA, ayudaba a los ciudadanos a instalarse en determinados destinos y así lo hizo con la familia de la madre de Mizuta, oriunda de Chiba.
En Misiones conoció a quien sería el padre de Víctor, quien era cultivador de té y había llegado al país con sus jóvenes 19 años a pedido de un grupo de familias japonesas en procura de sus servicios. La familia Mizuta vivió en Posadas hasta que se abrieron distintos caminos. Para Víctor, a partir de la posibilidad de estudiar la carrera de Arquitectura en la UNLP, y para sus padres, a partir de la necesidad, ahora, de emigrar nuevamente.
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“Estábamos en plena hiperinflación, año 1989, gobierno de Alfonsín, y empezaron a regresar los japoneses a Japón, entre ellos mis padres”, rememora Víctor. “Yo recién arrancaba la carrera y quise irme con ellos, pero mi madre no me lo permitió: Si te vas, vas a dejar de estudiar, me dijo. Entonces mi única opción fue quedarme y recibirme lo antes que pudiera… ese apremio fue un gran empujón”.
En la Facultad, Mizuta no sólo conoció a su actual socio, Nakahara, sino también a quien hoy es su esposa, también nacida en Japón y alojada en la pensión platense que la Asociación Nipona Japonesa destinaba a los estudiantes de ese país, y en donde también transcurrió parte de la vida universitaria de Mizuta.
Para sustentarse, y ya sin la ayuda de sus padres, Víctor trabajaría en tintorerías, restaurantes chinos y hasta en la venta de flores. Con quien sería su socio más adelante, y a raíz de su conexión con el Mercado de Flores, llevaron la original idea de instalar dispensadores de flores en las estaciones de servicio platenses. Así, se creó un grupo de ventas que hoy subsiste en el Mercado, y una plantinera en la que actualmente tiene “una pata” el Grupo Nisen.
En palabras del arquitecto, fue una etapa en la que diversificaron sus esfuerzos y apuestas hacia varios rubros, aunque no todos fueron tan exitosos como hubieran deseado. A paso lento, y con el apoyo de esos cinco inversores que nunca les restaron apoyo, comenzaron a edificar su empresa en el año 2000, un concepto que se volvería real cuando pudieron desarrollar su propio edificio en calle 3 entre Dg 78 y 57, donde hoy actualmente se emplaza el Grupo.
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De hecho, NISEN es una palabra de la lengua japonesa que significa 2000, y el logo que eligieron para la empresa representa la silueta de Argentina dentro de la bandera de Japón.
Por entonces, la empresa era constructora, pero con el transcurso del tiempo tomó forma de estudio de arquitectura. Su fuerte siempre fue la ejecución de la obra, de hecho su participación en muchos de los primeros proyectos fue netamente a partir de la ejecución de obra. Asimismo, los primeros desarrollos fueron solventados por inversores, pero el resto de los edificios construidos fueron con proyectos y financiación propia. “La comercialización fue por pozo, pero como existe esa relación particular con los inversores nunca tuvimos números establecidos de antemano. El interesado venía y ponía un dinero, y después continuaba pagando, o se quedaba con un saldo contraentrega del departamento. Trabajamos con un grupo de agrimensores y escribanos, con quienes tenemos una amistad más allá de lo laboral, y con ellos armamos un fideicomiso”, relata Mizuta.
Al mismo tiempo, y casi desde los inicios, surge la necesidad de organizarse como inmobiliaria, precisamente a partir de esa relación con el inversor, que se prolonga en el proceso: la misma propiedad adquirida se emplea para renta, y se vuelve a poner en manos del equipo. Así, prontamente Nisen tuvo su inmobiliaria, que en la actualidad cuenta con una cartera de 530 propiedades en alquiler, más un centenar en renta. No obstante ello, el dueño de NISEN admite que la situación actual de los alquileres es compleja, como consecuencia de muchos factores. “No hay ley que pueda protegernos de este contexto inflacionario”, sostiene.
A grandes rasgos, hoy la estructura de la empresa se asienta sobre la gerencia de cuatro socios (los dos socios fundadores, más los que se incorporaron este año) y tres áreas definidas: el estudio de arquitectura, el área contable, y la inmobiliaria -dividida a su vez en administración de alquileres y ventas.
La megaempresa siempre tuvo como objetivo estar en todo el proceso que implica levantar un edificio u otra construcción: partir del análisis de factibilidad del proyecto (con relación al entorno), la tramitación de los permisos, y abocarse a la dirección y ejecución de la obra, la construcción y su comercialización.
Entre sus obras más recientes se destacan, además de los ya mencionados en Tigre y en el sur del país, la estación de servicio de 467 y 11, que está en última fase y a la espera de su habilitación correspondiente; un barrio cerrado en “Los Porteños” (City Bell); un complejo de locales sobre Avenida 131 y 531, además de dos edificios de departamentos en Av. 44 entre 2 y 3, y en la misma, entre 14 y 15.
“Como sabemos, hoy el negocio inmobiliario de departamentos está en caída, pero se buscan otras opciones. Estos desarrollos son todas alternativas de inversión para los inversores, a los que les estamos poniendo mucha fuerza, la misma que ponemos para los proyectos de Tigre y del Sur”, puntualiza Mizuta, y agrega: “Nuestra intervención en cada proyecto arranca desde cero, con el asesoramiento en la parte proyectual, el acompañamiento en todos los trámites necesarios, con la Municipalidad local, incluso con las petroleras en el caso de las estaciones de servicio”.
En todo el proceso, no solamente cuentan con el equipo de agrimensores y arquitectos mencionado, sino también con un equipo sólido de profesionales y empleados que en la mayoría de los casos están en la empresa casi desde los inicios. Esa noción de pertenencia al Grupo y de trabajo en equipo es, para Mizuta, elemental para el crecimiento de la empresa. Es, asimismo, lo que los motivó a unirse a La Comunidad de Negocios Inmobiliarios, además de la posibilidad de abrir el juego a nuevas capacitaciones que contribuyan a la solidez profesional del equipo.
No es casual que la colaboración y el trabajo en equipo sean pilares en la cultura laboral japonesa. Mizuta heredó claramente esa esencia de sus padres, que con su voluntad de trabajo y un claro objetivo de superación llegaron al país en la postguerra. El trabajo colaborativo, para él, es fundamental para alcanzar objetivos comunes, y también para fomentar el sentido de pertenencia y lealtad a la empresa. Así, y en medio de contextos no siempre favorables en Argentina, forjar estos pilares durante 24 años, fue para Mizuta y Nakahara, la clave del éxito.