Luisa Córica era actriz, militante y delegada en el Hipódromo de La Plata. Su historia se cuenta en el documental Un solo latido. Hablan su hija y el director.
Luisa Marta Córica salió de su trabajo en el Hipódromo de La Plata, caminó unas pocas cuadras y cuando transitaba por la Estación de Trenes de 1 y 44 fue abordada por una patota que la secuestró. Su cuerpo sin vida apareció un día después cerca del Río de la Plata en Los Talas, Berisso.
La dramática secuencia ocurrió hace 50 años, el 6 y 7 de abril de 1975, en una ciudad agitada por un denso clima político en el que en las calles crecía la acción de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), el grupo de extrema derecha que operaba como brazo represivo clandestino del entonces gobernador Victorio Calabró.
El sábado 26 de abril Litto Nebbia se presentará en La Plata, en Espacio Live. Las entradas ya están a la venta a través de la plataforma Passline.
Javier Malosetti Trío y Ornella Contreras Trío se presentarán en el Teatro Argentino con un show musical, este jueves, a las 20.
La muerte de Luisa, una de las al menos diez víctimas del Hipódromo, es el eje de Un solo latido, una película documental histórica que será presentada el viernes desde las 19 en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), con la presencia de su director Pedro Benito y Andrea Suárez Córica, la hija de la trabajadora y militante peronista cuyo testimonio se suma al de los testigos de aquellos hechos para armar relato coral que busca, en alguna medida, una justicia negada en los estrados.
La poesía de Luisa así como la de Andrea se corporizan en la narración que devuelve la pantalla durante la proyección de la película, pero también atraviesan la historia que la enmarcan y que no siempre aparece en escena. “Hay una fe poética en cómo se ha convertido un hecho policial en el año 75, a partir de mi propia investigación personal sin ninguna experiencia, donde aparecían palabras como la morgue de la Policía de Berisso, en un hecho político”, dice Andrea Suárez Córica junto al director Pedro Benito en una charla con 0221.com.ar.
Habla entonces de los giros que tiene la construcción de la memoria colectiva y remite a los años 90, cuando participó en la gestación de la agrupación HIJOS. “Me parece que son estos giros, de lo policial a lo político y a lo poético, de lo individual a lo colectivo y en sus diferentes soportes y lenguajes, con distintas miradas”, analiza.
Eso implica para ella, -quien hace 30 años llevó al formato de libro los sueños con su madre (en Atravesando la noche. 79 sueños y testimonio acerca del genocidio de editorial La Campana) "estar abierta a que Luisa siga volviendo, porque depende de todos nosotros que la traigamos".
Y en ese camino es que al cumplirse 50 años del asesinato de Luisa se produjo el cruce con Benito, el profesor de historia y trabajador del Archivo Provincial por la Memoria. "El documental es producto de un encuentro", dice el realizador y cuenta su trabajo en los temas de delitos de lesa humanidad, aportando a las causas que tramitan en la Justicia y en particular sobre los crímenes de la CNU, con una investigación puntual sobre ese accionar en el Hipódromo de La Plata.
"Las imágenes del Hipódromo me generaba un mundo en sí mismo y me parecía atractivo desde ese punto de vista narrativo también, como un escenario. Entonces me contacté con amigos y compañeros para que me ayuden a ver qué les parecía esta idea original que tenía yo, encontré buenos aliados que me ayudaron y el encuentro con Andrea fue determinante", agrega.
Realizador y narradora de la historia no se conocían, por lo que Benito resalta su generosidad. Primero tenía la idea de reflejar todas las historias del Hipódromo, “por cierto apego a lo historiográfico, a la verdad, a ser riguroso”, pero finalmente aceptó las sugerencias de quienes lo ayudaron en el camino y remarcaban la necesidad de “recortar” y contar un caso, y a través de él proyectar hacia la historia colectiva.
"El encuentro con Andrea fue determinante", insiste Benito y agrega: "Ella tuvo una generosidad grande porque de algún modo esto es un hecho público y político, pero a su vez es su un hecho íntimo de su historia personal. Entonces, ella permitió que esto suceda, se sumó y eso fue decisivo para terminar de definir que sea la historia de Luisa".
Benito encontró en Andrea también a la persona que cuente esa historia de manera directa, atravesada por ese relato. “Y encontré una persona maravillosa que permitió que esto tome este rumbo y se construyera el documental en base a la historia de Luisa”. Sin embargo cree que aunque su testimonio sea estructurante en el marco de un relato coral, del que participan otras personas que fueron testigos directos, el director sostiene que también busca reflejar algo “muy universal”, que es “el amor de una madre a una hija”.
—Hablas de un relato coral, ¿de quiénes son esas otras voces?
—Las personas que rodearon la vida de Luisa y que por suerte hoy podemos contar con esa memoria viva, de primera mano. Sí, la prioridad fue esa. Alejandra López Comendador, compañera de trabajo en el Hipódromo, Fito (Adolfo Bergerot), que fue un vecino, compañero, pareja de Luisa. Fundamentalmente estas voces y después hay voces de historiadores y de investigadores.
El documental también toma la palabra de Daniel Cecchini, el periodista e investigador que instaló en el debate público el rol de la CNU con su trabajo de 2011 en el periódico Miradas al Sur. “El documental retoma eso y refleja esa historia, Daniel un poco ficcionaliza los crímenes”.
Pedro Benito dice que las razones de la elección del título se develan en la película. Para conocerlas, hay que verla. Llevada adelante de manera independiente por Purasangre Producciones, Un solo latido se define como del género histórico político. El contexto se remonta a 1974, cuando miembros de la CNU ingresaron a trabajar al Hipódromo por orden de Calabró con el objetivo de acallar protestas y “garantizar la caja" que generaba la actividad hípica, según se expresa en la sinopsis. En ese camino es que asesinan impunemente a más de una decena de personas, entre ellas a Luisa.
La memoria colectiva a través de un drama particular que se adivina que atravesó a cientos de familias emerge en el trabajo como uno de sus objetivos. Luisa tenía 30 años y tres hijos, Ariel, Cristian y Andrea; y trabajaba en la Cámara de Diputados y en el Hipódromo, donde era delegada sindical.
A su vez era estudiante de Filosofía en la UNLP y tenía una activa militancia política además de la sindical, como arte de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y la Juventud de Trabajadores Peronistas (JTP), ambas ligadas a la tendencia del peronismo revolucionario.
También era actriz y circulan fotos y segmentos de la película Boquitas pintadas en la que participó.
Para Andrea, llevar la historia de Luisa a una película documental es un nuevo desafío. “Yo tengo como una premisa que es siempre aceptar las invitaciones para hacer algún trabajo que aborde la vida de Luisa. Me parece un gesto que tiene que ver con una voluntad de memoria de esa persona que me está invitando”, dice. Ahora “con otra mirada desde distintos lenguajes, en este caso es el cine”.
Eso implica una apertura a su propia memoria y a los archivos físicos que Andrea tiene sobre su madre y que es frondoso. “Yo a veces pienso que es un poco porque Luisa era más grande que la media de las víctimas del terrorismo de Estado, ya tenía 30 años”.
“Tenía tres hijos, tenía una casa armada, tenía mucha vida recorrida y entonces tenía libros, discos, toda su ropa, era muy coqueta, escribía. Entonces se recuperó su poemario que se convirtió en libro de poesía, y uno de sus poemas se convirtió en canción, y aparecieron cartas, como la que me mandó su amiga Rosa, una de ellas tres días antes de que la maten”, relata y retoma aquello de la “fe” que convirtió un hecho policial en un hecho político y poético.
—¿Qué les gustaría que pase con la película?
—P.B: Mi deseo fundamentalmente es que sea vista. Yo vengo de la historia y bueno, uno carga con sus propias mañas, y la maña nuestra es tratar de contar todo, contextualizar. Y bueno, la decisión de guion, la decisión narrativa, es un drama. ¿Qué se corta, hasta cuánto contexto es necesario explicar? La película entrelaza la historia singular de Luisa y del Hipódromo con el entramado nacional, pero no se puede contar todo. Entonces, es una apertura. Así debe funcionar, como una apertura, como una búsqueda. Y aspiramos hablarle al público más amplio posible. Yo soy profe de secundario, de escuela media pública y aspiro a que un alumno mío la pueda ver. Por eso hay un cuidado en la narración y en la música, porque entiendo que es un objeto, que tiene cierto código, cierto lenguaje y apostamos a que eso funcione como como una unidad.
—A.S.C: Hoy por hoy con este gobierno que tenemos, negacionista y reduccionista podríamos decir, ya que también reduce el número de víctimas, más que nunca esta película se acopla a los productos que tienen que ver con la política de la memoria, de la buena memoria. De esta memoria tan necesaria, porque las madres se van muriendo, las abuelas se van muriendo y acá hay que tomar la posta. ¿Quiénes? No sabemos. Los artistas, los militantes, las personas comunes ¿Con qué discursos? ¿Cómo? ¿Cómo se va a transmitir? No lo sabemos.
—¿Se vienen nuevas proyecciones?
—A.S.C: Ya tenemos nuevas invitaciones. Para Córdoba y Rosario por ejemplo que he mandado el flyer y están muy interesados. Eso hace que que la rueda de la memoria siga en marcha, ¿no?
—P.B.: Deseamos darla lo máximo posible en La Plata en todos los espacios que nos abran las puertas, que nos garanticen un encuentro público con una pantalla grande. En ese marco deseamos que se pueda proyectar el Cine Select, así que pedimos a las autoridades del Municipio que nos den la oportunidad, porque creo que tiene una relevancia social por su propio peso, que merece ser proyectada en esa sala tan linda a la que yo he ido toda la vida. Pedimos que eso sea posible porque es una historia de La Plata, hecha por gente que vive en La Plata, y rodada en la ciudad.