Él Mató a un Policía Motorizado y su vuelta al Estadio Atenas
—Después del show por los 20 años, vuelven otra vez a La Plata. ¿Qué quedó de esa experiencia y cómo viven este nuevo encuentro?
—Es buenísimo, el año pasado, a fin de año, en Atenas hicimos un show de aniversario de nuestro primer disco que cumplía 20 años y fue espectacular la verdad. Esa experiencia fue muy loca porque cuando nosotros tocábamos esas canciones, ese primer disco, en el público no había más de 50 personas, con toda la furia y, de repente, ver que estaba lleno y, sobre todo, celebrando ese disco, nos impactó. Nos impactó ver cómo esas canciones crecieron con el tiempo. Obviamente alguno que haya estado en aquellas fechas lejanas habrá repetido la experiencia, pero evidentemente había mucho público nuevo que conectaba con esas canciones en vivo. Esa experiencia así fue increíble y volver ahora en mayo es un poco la mezcla de esos dos shows, y siempre volver a La Plata es algo que para nosotros es especial.
—¿Qué rol cumple el público platense en la historia de Él Mató?
—Obviamente, el público platense es nuestro público y es nuestra ciudad. Están nuestros amigos, están nuestros seres queridos, nuestros familiares, se mezclan muchas cosas. A mí especialmente es el lugar donde un poquito me pongo más nervioso porque veo eso. Por ahí no lo veo en la oscuridad del show, pero siento que ahí están mis vecinos, los compañeros de la escuela, mis familiares, y eso me exige un poco más, ¿no? Pero la paso muy bien, me encanta, siempre la pasamos bien. Ahí nació todo, la ciudad que queremos.
—En estas dos décadas, habiendo pasado del under platense a festivales o giras internacionales, ¿qué desafíos para mantener su identidad se encontraron en ese recorrido?
—En toda la recorrida y la historia de Él Mató pasó de todo. La verdad que somos agradecidos porque un poco siempre la excusa o la motivación era hacer canciones y salir de aventura, a donde sea que nos inviten. Y la verdad que esto se pasó de rosca. Fuimos a lugares increíbles, muy lejanos y muy extraños que después se volvieron parte de nuestra vida más cotidiana. Empezamos a repetir giras por todas partes, venimos de una gira por Estados Unidos que, para mí, fue la mejor de todas las que hicimos allá. Fue espectacular ver tanta gente celebrando las canciones de Él Mató. Pasaron muchas cosas, pero todo en un lugar positivo, muy gustoso. La verdad estoy agradecido. Trabajamos mucho para esto. Tuvimos suerte también, pero siempre todo es gracias al poder de las canciones, las canciones son las que conectan con la gente, las que hacen que movilice todo.
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Santiago Motorizado habló sobre la presión de estar ante el público de La Plata: "Es el lugar donde un poquito me pongo más nervioso".
—Ante el éxito de El Eternauta en el que participaron con su música, ¿cómo fue ese proceso para estar dentro de la serie y qué significa para ustedes adaptar sus canciones a los formatos audiovisuales y tener ese vínculo con las producciones de Bruno Stagnaro?
—Para nosotros, trabajar con Bruno es algo espectacular. Cuando hicimos la banda sonora de Okupas fue algo increíble. Ya conocerlo me emocionó mucho. Yo era muy fan de Okupas, un fan de él. Tardó un montón para mí desde Okupas hasta Un gallo para Esculapio. Pasó un montón de tiempo y los fans esperábamos que volviera a dirigir. Cuando salió la noticia de que, además, le daban El Eternauta, que es algo histórico en Argentina, para mí fue espectacular. Y cuando me invitó a participar con la canción El Magnetismo, obviamente la emoción se multiplicó. La verdad que trabajar con él siempre es algo increíble. Es una persona, obviamente, muy talentosa, muy sabia, muy agradable. Todo lo que pasa alrededor de él está bueno y poder participar nosotros de eso es genial.
—Con respecto a las dificultades que puede tener la producción artística, ¿cómo convive Él Mató con esta nueva realidad tan digitalizada para mantener su esencia?
—Bueno, es como algo que te pasa por arriba, hay poco espacio de negociación. Por un lado, obviamente nosotros siempre fuimos independientes, seguimos siendo independientes. Hemos hecho la distribución de nuestros discos nosotros. También era parte de la aventura, ir con los discos a dejar a unas disquerías de Capital o por correo a lugares más lejanos. De repente, que la música pase a distribuirse digitalmente, fue algo positivo. Fue una ayuda increíble, para promocionar un show: de ir nosotros a pegar afiches con engrudo a, de repente poner, el flyer en Instagram. Todas esas cosas. Sabemos todas las virtudes que tiene la facilidad de la comunicación actual. Lo que sí, por ahí reflexionamos, no sé de cuánto sirve esa reflexión, pero no importa, es todo lo que se pierde alrededor de esa experiencia. Ir a esa aventura era toda una experiencia, ir a pegar a fiches una noche era una experiencia así. Lo mismo con la música: ir en búsqueda de la música también era una experiencia, esa búsqueda del tesoro, conocer una persona en el camino, cruzarte con otro. La vida, para mi forma de ver las cosas, tiene que ver con eso, con esa recorrida que te lleva a un lugar, no tanto con el objetivo final. Porque después de todo eso es un poco el resumen de nuestra existencia en el planeta, ¿no? Estamos yendo para adelante, para un lugar que no sabemos qué significa, pero con lo digital nos estamos alejando un poco de esa esencia. Y empezás a perder potencia. Porque, al tener todo tan a mano, empiezan a perder fuerza esas cosas. Obviamente, las canciones nos van a seguir emocionando, vamos a seguir sintiendo felicidad por un mensaje o por lo que sea, pero no con la potencia que arrastraba en otro momento, con otro contexto. Eso es lo que yo creo, mi humilde parecer y sin caer en la cosa nostálgica. No tengo nostalgia de cosas así, pero sí extraño tener esas excusas que te llevaban a la aventura. Ahora hay que buscar otra, siento un rebote en el sentido de que veo más masividad en los shows, por ejemplo, hablando puntualmente de la música. Veo que hay más masividad en todos los shows en diferentes escalas. Veo como un rebote positivo a tanta virtualidad, y son esas ganas de ir a vivir algo, en vivo y en directo. Entonces, bueno, no creo que todo sea algo malo.
Él mató a un policía motorizado
La banda se formó en el año 2000 y en su trayectoria vivieron los cambios que trajeron las nuevas tecnologías y redes sociales.
—¿Creés que ustedes tuvieron que hacer otra búsqueda o renovar la búsqueda artística en medio de esta digitalización o pudieron agarrar solo ese lado bueno para potenciarse?
—La verdad que me interesa cómo uno es creativo frente a los diferentes formatos. Eso siempre está en la cabeza, pero no creo que hayamos cambiado mucho a partir de las redes o de cómo se distribuye la música. Viste que aparecen reglas nuevas. Por ejemplo, en Spotify una nueva regla es el algoritmo empezó a favorecer a las canciones cortas. Porque esa urgencia que rebotaba un poco con TikTok o que el que está pasando las canciones, necesita rápidamente que la canción le entre, no sé. Un poco existió siempre la lógica de querer atrapar rápidamente, pero ahora el algoritmo empieza a ser también como otro factor que te tira para ese lado. La verdad que nosotros estamos atentos, pero no repercute en nuestra música. Justamente, en nuestro último disco las canciones son bastante largas. Queremos hacer nuestra música y usamos esta herramienta a favor de que esa música llegue a más lugares, pero sin cambiar nuestra esencia, no nos interesa y la verdad que está bien, así funciona también.
—El contexto social a la hora de componer, pensando en discos como Súper Terror, ¿de qué manera influye?
—Súper Terror tiene una diferencia con los otros discos, que siempre tenían canciones de diferentes épocas. Entonces, por ahí las letras representaban diferentes épocas de mi vida. Quizás la parte armónica, musical, sí eran de diferentes épocas, pero ninguna tenía letra y todas las escribí en el estudio o durante el proceso de grabación. Son todas de la misma época, por primera vez, y sí estaba muy interpelado por esto que hablamos antes: la mezcla de qué pasa con este mundo digital que nos invade y nos atraviesa y cómo repercute también social y políticamente ¿no? Porque no creo que sea casualidad que esta lógica binaria de las redes, del blanco o negro, exagerada, no tenga que ver con estos líderes políticos que emergen, que van en búsqueda de eso, de ese choque, de esa violencia, de llamar la atención desde ese lado. Entonces, veo toda una dinámica que es compartida y un poco el disco habla de eso, del mundo sobre todo. Porque es algo que no solo sucede en Argentina, sino en muchas partes del mundo. Y bueno, es una reflexión sobre eso, sobre un mundo que, como te decía, hay veces que me levanto y digo 'esto va a ser cada vez peor'. Y a veces me levanto optimista y digo 'bueno, esto va a tener un rebote positivo. La verdad que cuando estaba escribiendo ese disco, a diferencia de discos anteriores, por lo menos inmediatamente anteriores, las letras están más cargadas como de una bronca a esta realidad que es difícil de articular, difícil de asimilar, difícil de aceptar, ¿no? Porque creo que hay caminos posibles mejores. Siempre existen caminos mejores, pero veo una cosa muy tonta, muy cruel, un lugar que parece una crueldad un poco de caricatura. Por momento, digo, sí, es de caricatura, pero está más presente. Uno se levanta, abre las redes sociales y está ahí. Y se va a dormir y está ahí. Esto empieza a liquidar un poco el cerebro y todo, es una cosa que se contagia, contamina y está más presente. Entonces, Súper Terror habla un poco todo de todo eso.
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El recital en el Estadio Atenas será el primero de la gira que los llevará por Uruguay, México, España, Francia y Alemania.
—¿Qué lugar creés que tiene el arte o la música en ese contexto sobre el que reflexionás?
—Muchas cosas. La primera, la más inmediata, es que la música nos corre del eje diario. Ante la angustia que podemos tener por esta realidad social oscura, la música te salva. Aunque sea unos minutos o un momento, una hora, eso ya es un milagro. Salirnos un poco de la angustia diaria, conectar con nuestras emociones, porque también la realidad del día a día te va creando una coraza ¿no? Porque uno tiene que sobrevivir y empieza como a proteger su propio bienestar como un acto de supervivencia, un poco animal. La música vuelve a conectarte con algo humano, a sensibilizarte, a correrte de ese lugar. Y después también está bueno el arte como un lugar para ir a buscar otra mirada, se supone que el artista es una persona que está buscando esos lugares que están por fuera, que está hablando en un lenguaje que con las palabras por ahí no se puede lograr. Está bueno que tenga, no sé, otra mirada. Después, poder compartirlo o no, pero buscar ahí otras palabras, otro lugar. Me interesa eso. La verdad que no les exijo a los artistas que yo sigo -que me emocionan, que me salvan-, que tengan una mirada política empática. Pero sí, cuando la tienen, a mí me emociona, porque está bueno. Se conjugan varias cosas que te salvan un poco el día a día, te renuevan un poco la esperanza y hacen que lleves tu vida un poco mejor.