Por Marcelo Raimundo y Jorge Troisi Melean
Por Marcelo Raimundo y Jorge Troisi Melean
“Ningún negocio ha dado en el mundo, tan espléndidos resultados como los del Banco Constructor de La Plata ” (BCLP). La cita es de 1888 y corresponde al órgano oficial de la Exposición Universal de Barcelona, primera de su tipo llevada a cabo en un país de habla hispana. Desde la Gran Exposición de Londres de 1851, las ferias se habían erigido en la herramienta de la que se servían las potencias para mostrar el sentido de armonía global y los adelantos de su industria. Allí se exhibían productos y tecnología y se desarrollaban congresos con el fin de orientar los comportamientos esperables de las naciones. En esa atmósfera de pedagogía global, en el evento más importante del año, la primera institución bancaria de La Plata aparecía en el centro de escena.
Desde su fundación en 1882, la capital bonaerense crecía aceleradamente: Contaba con 50.000 habitantes, de los cuales, la mitad eran extranjeros y constituía un polo de atracción no solo de personas sino también de capitales. Cédulas para la construcción de la nueva capital de la provincia de Buenos Aires circulaban dentro del país y a través del Atlántico. En la década de 1880 Londres experimentó una verdadera pasión por la Argentina. Para el fin de ese período el país era receptor del 45 por ciento de los fondos ingleses fuera de Gran Bretaña.
Este martes empezó el proceso de relocalización de los vendedores ambulantes a otros espacios de la ciudad. Durará 72 horas.
El Pasaje Máximo Paz en la actualidad
Carlos Mauricio Schweitzer advirtió muy temprano esta situación. Había llegado a Buenos Aires proveniente de Hungría en 1873 y cinco años después fundó la Sociedad Austrohúngara de Socorros Mutuos, una institución que da cuenta de la exitosa integración al país de esa colectividad. En las reuniones de la sociedad, Schweitzer ilustró a Gerónimo Vodanovich y, sobre todo, a Nicolas Mihanovich -que pasaría a la historia como el naviero más importante de la historia argentina- sobre el gran negocio que ofrecía la nueva ciudad de La Plata. Bajo el liderazgo de Schwaitzer, los tres húngaros dieron vida en 1883 al Banco Constructor de La Plata con el objetivo de levantar edificios y dedicarse a la compra y venta de tierras en Buenos Aires y en la floreciente urbe fundada por Dardo Rocha. Con sede central en la calle Reconquista N° 51 de la ciudad de Buenos Aires, en La Plata estableció una sucursal situada en 6 y 44.
Así, el BCLP fue el primer emprendimiento en su género establecido en la región y sirvió de ejemplo a entidades fundadas a lo largo de la década en el país pero también en Brasil, Chile y Uruguay.
Schweitzer estaba bien vinculado. Buscó socios para el BCLP entre miembros notables de la sociedad porteña. El tesorero, Fortunato Cichero, terrateniente y empresario, era directivo de la mayoría de las sociedades italianas y funcionario del gobierno municipal de Buenos Aires; Antonio Saralegui, un acaudalado comerciante y presidente del Hospital Español.
Entre los accionistas fundadores también aparecen varios con estratégica experiencia bancaria como Carlos Saguier y Erasto Rodríguez Rey directivos del Banco Nacional; Ruggero Bossi, vocal del Directorio del Banco del Comercio; y Aurelio del Cerro, primer presidente del directorio del Banco Español de La Plata. El directorio se integró, asimismo, con figuras relacionadas con el gobierno local de La Plata. Juan Lanusse que, por entonces presidía la Comisión municipal en 1884. Benjamín del Castillo, hacendado de Tres Arroyos, quien también presidió la Comisión municipal y fue quien donó las tierras en las que nació el barrio San Benjamín de Los Hornos.
Carlos Mauricio Scheweitzer, según un retrado de la época
Los cargos se completaron con los ingenieros arquitectos principales, Adolfo Buttner y Juan Buschiazzo. En esos años Buttner proyectó el Palacio de Justicia de La Plata, la cárcel, el edificio del propio Banco Constructor y el Asilo Marín. Participó, asimismo, de la fundación, en 1886, de la Sociedad Central de Arquitectos e integró como ingeniero la plantilla del Banco de la Nación Argentina.
En aquellos tiempos los bancos representaban el progreso. La construcción de sus sedes adquirió una carga simbólica donde la solidez arquitectónica debía representar la fortaleza financiera. Buschiazzo fue el más importante representante de esa concepción. Entre muchos otros edificios, proyectó la Casa Matriz del Banco Provincia, del Banco Hipotecario Nacional y el edificio de la Bolsa.
Los agentes del BCLP tenían acceso a la administración gubernamental, al mundo financiero, a tecnologías, a saberes, y todo tipo de recursos disponibles. Observar el desarrollo de las operaciones del BCLP resulta increíble: en los cinco años iniciales, los primeros compradores de acciones del banco recibieron una utilidad del 1000 por ciento.
El auge de la actividad financiera había comenzado en la década de 1860 cuando, en la medida que la región se iba incorporando al mercado internacional, el crecimiento económico se reflejaba en un auge de la actividad bancaria. Así, para mencionar algunos hitos, en 1865, fue reestructurado el Banco de la Provincia de Buenos Aires y en 1872 se crearon el Banco Nacional y el Banco Hipotecario de la provincia de Buenos Aires.
Para la década de 1880, la estabilidad política creó las condiciones para un esplendor que tenía también dimensiones globales. Gran parte del nuevo auge bancario se vincula con las oleadas migratorias europeas cada vez más crecientes. Los inmigrantes más enriquecidos fundaron bancos privados que representaban el asentamiento de las nuevas comunidades a la vez que ofrecían un servicio tan esencial como la educación o la salud. En 1864, se fundó el Banco de Londres y Río de la Plata; en 1872, el Banco de Italia y Río de la Plata; en 1886, el Banco Francés del Río de la Plata y en 1887, el Banco Español del Río de La Plata.
Sincrónicamente, la sanción de la ley de Bancos Nacionales Garantidos impulsada por el presidente Miguel Juárez Celman autorizó a los bancos privados a emitir con garantía de fondos públicos nacionales y provocó un incremento inusitado del circulante. De ese modo, entre 1881 y 1889, el sistema bancario privado se expandió geométricamente. En la Barcelona de la exposición, se hablaba de una Argentina cuyo “colosal desenvolvimiento parece un cuento de las Mil y una noches”.
En la década de 1880 se desarrolló en el país una cultura financiera. Suele asociarse a la bolsa solo a la especulación. Novelas como La Bolsa de Julián Martel retratan un clima febril que no permite descubrir que detrás de aquellos grandes negocios hay cientos de porteños y platenses que compraban por primera vez una acción. Las sociedades étnicas, como el Circulo Italiano, promocionaban sus actividades describiendo que cuentan con billar, biblioteca, diarios y “un noticiero de los movimientos de la bolsa”. La Bolsa de Valores constituía una institución muy cercana a las sociabilidades de la década de 1880. En una época donde los deportes no se habían instalado aún como lo harían décadas después, la Bolsa es algo de lo que se habla. Los aumentos y descensos en las cotizaciones ocupan parte del tiempo libre de los vecinos informados.
Para mediados de la década de 1880, cuando Guillermo Cramwell, ex intendente de Buenos Aires y miembro del Concejo Deliberante de la ciudad, se incorporó al directorio del BCLP la entidad comenzó a girar dinero a París, a Londres y a Viena sobre las utilidades líquidas obtenidas.
Así lucía La Plata cuando nació el BCLP, de acuerdo con las imágenes tomadas por el fotografo Tomas Bradley
El BCLP no paró de expandirse. Surgió el Barrio Banco Constructor en Berisso, y se erigió una nueva sede en la zona de La Merced en Buenos Aires (la actual city porteña) además de dos conjuntos de casas bautizadas con los nombres del presidente y el gobernador de la época: uno en Barracas, el Pasaje Juárez Celman; y otro en la zona de Tribunales de La Plata, el Pasaje Máximo Paz. En el Pasaje Juárez Celman, los pabellones interiores se destinaron para comercios, conformando lo que se llamó el Mercado Banco Constructor.
En marzo de 1887, el BCLP sufre un primer cimbronazo. Un brote de cólera ahuyentó a potenciales migrantes, la demanda sobre las propiedades bajó y los valores del banco cayeron 75 puntos. Sin embargo, todo parece recuperarse rápidamente. En noviembre de ese año, Schweitzer firmó con la Nación un contrato para construir 22 comisarías en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, incluyendo a las localidades de Flores y Belgrano. El acuerdo fue sumamente ventajoso para el banco. Buschiazzo fue el encargado de supervisar las obras a través del Departamento de Ingenieros Civiles, mientras que el accionista Cichero se ofreció como garante de la operación. El contrato superaba dos millones y medio de pesos.
El Banco era un éxito rotundo. Según Pedro Agote, ministro de hacienda de la provincia de Buenos Aires: “de todos los Bancos fundados en la República, ninguno ha llegado al grado de prosperidad que este”. El 1 de abril de 1888, El Mosquito dedicó su retrato a Schweitzer; el 22 del mismo mes, lo hace con Cramwell. Aparecer en El Mosquito equivalía a entrar en la “fábrica argentina de fama, datos para la historia y conservas para la posteridad”, según enunciaba la propia revista en 1890.
Pero los tiempos en la década de 1880 se volvieron muy vertiginosos. Apenas dos meses después de la última nota de El Mosquito, en julio de 1888, se produce el “crack más memorable de los anales bursátiles”, según refiere Manuel Bilbao, el intelectual chileno que mejor describe a la sociedad argentina de la época. Entonces, las acciones del Banco Constructor de La Plata cayeron de 235 a 160, a causa de quiebres y escasez de dinero de los compradores. La oficina liquidadora remató 19200 acciones y 17400 certificados durante el mes.
Desatada la crisis, los contactos del BCLP seguían funcionando. El directorio del BCLP se reunió con el liquidador oficial de la Bolsa, Francisco Marsan, que además era accionista del mismo banco. Más importante, el propio presidente Juárez Celman influyó, contrariando a su ministro de Hacienda, Rufino Varela, para que el directorio del Banco Nacional acordara un descuento de 2.000.000 de pesos en las obligaciones del banco.
El 1 de abril de 1888 el periódico El Mosquito caricaturiza a uno de los fundadores del banco, Carlos Scheweitzer y un grupo de bolsistas
Aun así, el BCLP se desvalorizó en 22.000.000 de pesos en acciones y certificados. El impacto fue sistémico. Bajaron a su vez los títulos y acciones de los Muelles de Catalinas, el Banco Nacional, las cédulas del Banco Hipotecario Nacional y el de la provincia de Buenos Aires.
Tras la recuperación de la crisis, el Ministerio de Hacienda sugirió al BCLP que hiciera préstamos moderados sobre certificados de cereales y otros productos de la agricultura formalmente constituidos. Pero las advertencias no fueron escuchadas. En 1889, el BCLP continuó haciendo publicidad en el Standard de Buenos Aires, el periódico de habla inglesa que enviaba mensualmente 20.000 ejemplares sobre información financiera rioplatense a inversores británicos. En las páginas del diario, el BCLP invitaba a inversores a viajar gratis en tren gratuitamente hasta La Plata o Villa Máximo Paz (hoy Gonnet) y les ofrecía la terrenos a la venta. Las visitas eran multitudinarias e incluían asado con cuero para cinco mil personas.
El 16 de enero de 1889, el enviado del Standard advirtió que las mejores propiedades de la ciudad tenían el cartel del BCLP. El ritmo de crecimiento de la ciudad parecía ir de la mano con la suerte del banco.
Si bien La Plata era el principal campo de acción del banco, la expansión iba mucho más allá de los límites de la ciudad cuadrada. En 1889, el BCLP escrituró un terreno en la zona sur de la costa atlántica bonaerense con la idea de construir un gran hotel, bautizado como “Hotel Boulevard Atlántico” que sirviera como alternativa al Bristol de Mar del Plata, punto de encuentro de la élite porteña en los meses de verano. Pero todo depende de la llegada del ferrocarril.
Mientras tanto, para 1889, comenzaron a ser visibles las consecuencias del accionar del BCLP. Al menos para quienes manejaban buena información. The Statist, diario británico de finanzas, lo incluye en una nota sobre la situación argentina en junio de 1889: “The coming Argentine crisis”.
En octubre, el ministro de Hacienda, Wenceslao Pacheco, entregó 500.000 pesos en oro sellado a Schweitzer, para que este hiciera una operación a la baja en el premio del oro en la Bolsa de Comercio. Es una maniobra irregular, pero habitual en la época, lo que evidencia la discrecionalidad con la que se manejaban los agentes.
Como Schweitzer no hizo la operación que debía remesar al Anglo Austrian Bank en Londres, el ministerio investiga. El 7 de diciembre de 1889 llegó un cablegrama de Londres de ese banco que se lee literalmente: “dicen los banqueros no conocer Carlos Schweitzer”. Ya es cada vez más difícil ocultar la realidad.
Cua El surgimiento del BCLP se dio en el marco de un auge de entidades financieras en Argentina
La bomba de tiempo explotó en Londres. Durante la década de 1880, la Casa Baring, el banco de inversiones más grande del mundo, concentró su acción en Argentina. En 1889, Baring extendió un nuevo préstamo destinado al Banco de Buenos Aires para solventar obras destinadas al agua potable. Sin embargo, como el crack del BCLP de junio de 1888 ya había encendido la alarma en el mundo financiero sobre los bonos argentinos, Baring no pudo disponer del préstamo. Al mismo tiempo, el gobierno argentino le reclamaba el dinero, algo que exponía a la casa británica a riesgo de insolvencia.
Temiendo un colapso del sistema bancario, el Banco de Inglaterra intervino para proporcionar liquidez a Baring. En noviembre, cuando se hizo público el estado de Baring, los mercados reaccionaron bruscamente, pero la noticia del rescate condujo a una rápida corrección. Para la Argentina, el dinero nunca llegó y todo derivó en una acuciante situación que rápidamente se trasladó al plano político provocando la revolución que estalló en agosto de 1890 y llevó a la renuncia de Juárez Celman.
Desde allí, todo fue cuesta abajo para el BCLP. En 1890, la Compañía Argentina del Riachuelo, propiedad del mismo Schweitzer, compró al BCLP los terrenos de Boulevard Atlántico con el hotel en construcción que más tarde se vendió a un valor muy por debajo del inicialmente previsto. Como consecuencia, el hotel no fue construido sino hasta el inicio del siglo siguiente.
Entre tanto, el BCLP realizó un pacto de retroventa con Pedro Gartland, un miembro de la sociedad porteña que se había enriquecido inmensamente con este sistema de préstamos. Pero Gartland no cumplió con su parte del pacto.
Las proyectadas comisarías de Buenos Aires nunca se construyeron y el nuevo presidente, Luis Sáenz Peña, terminó por rescindir el contrato con BCLP en julio de 1893.
Sobre el barrio Banco Constructor de Berisso no se escuchó nada hasta 1900. Ese año frente a la posibilidad de hacer un ferrocarril entre el puerto de La Plata y las canteras de Los Talas (Berisso), el Departamento de Ingenieros informó que “no existen en esa repartición antecedentes sobre la existencia oficial del pueblo Banco Constructor”.
Acción del Banco Constructor de La Plata
El 29 de agosto de 1891, finalmente, la asamblea del BCLP decidió su liquidación.
Así como la bolsa formaba parte del clima de época en la década de 1880, en la medida que el juego se iba haciendo más riesgoso, los suicidios también lo iban a ser. Según datos de la época, los suicidios por malos negocios se cuadruplicaron en Buenos Aires entre 1889 y 1891. La literatura va dando cuenta de ese fenómeno pero, a veces, la realidad supera a la ficción o la espeja. El 11 de enero de 1892, el diario La Prensa publicó el desenlace de la novela Bursatilidad donde el protagonista, llamado Agaflauta, pensaba lo conveniente que sería quitarse la vida luego de la ruina en que la especulación lo había dejado. Ese mismo día, Carlos Mauricio Schweitzer, el factotum del Banco Constructor, decidió dar un paso más que Agaflauta y se suicidó.
El banco mientras tanto transitó una lenta liquidación hasta que en 1912 fue declarado en quiebra. Unos años antes, en 1908, Pedro Gartland, el protagonista del último juicio que sostiene el BCLP murió acuchillado, en la espalda y en el corazón, mandado matar por uno de sus socios.
El BCLP fue estudiado minuciosamente por la justicia. El fiscal e histórico jurista Carlos Bunge describió al Directorio y la posterior Comisión Liquidadora que funcionó hasta 1907 como “verdaderos maestros del delito, ante los cuales parecen niños de escuela los más ingeniosos estafadores”. Bunge advirtió que los dividendos del banco se repartían a un grupo selecto de accionistas, sin existir utilidades efectivas que los respaldasen. El dinero para pagarlos, salía de la emisión de “acciones no suscriptas” que el Banco vendía directamente en la Bolsa.
Tamaña emisión de acciones terminaba por presionar a la baja sus valores y se ponían en marcha otras maniobras para mantener el delicado equilibrio del negocio. En 1889, se sacaron de circulación 5.000.000 acciones que se trocaron por obligaciones y pagarés a plazo fijo, que el Banco consideraba créditos privilegiados y por ello pagaban un 50 por ciento de premio. Tal operación era una manera de asegurar que los accionistas más poderosos no perdieran por la desvalorización de sus acciones al cambiarlas por tales títulos, que cotizaban desde el principio a un valor superior al nominal justamente por dichos premios.
Los casi treinta años de vida del BCLP constituyen un episodio de la Belle Epoque argentina, cuando la pampa era una de las fronteras más importantes del capitalismo global que avanzaba hacia zonas de baja densidad poblacional. La historia del “banco de triste memoria”, como lo llamaban los contemporáneos, es una saga de intrigas, especulación, burbuja inmobiliaria, fortunas rápidas, quiebras, crisis, suicidios y asesinatos. La Plata, por unos años, fue el centro del mundo. Ninguno de los involucrados en el juicio BCLP fue preso ni sufrió otras consecuencias. Salvo, claro, quien fuera su creador: el malogrado Schweitzer.
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Begum es un segmento periodístico de calidad de 0221 que busca recuperar historias, mitos y personajes de La Plata y toda la región. El nombre se desprende de la novela de Julio Verne “Los quinientos millones de la Begum”. Según la historia, la Begum era una princesa hindú cuya fortuna sirvió a uno de sus herederos para diseñar una ciudad ideal. La leyenda indica que parte de los rasgos de esa urbe de ficción sirvieron para concebir la traza de La Plata.