“Somos madres de los 30 mil”, dijo Hebe de Bonafini una y cientos de veces y esa frase podría ser una síntesis de la línea política más clara que con su fuerte personalidad la presidenta de Madres de Mayo nacida en Ensenada dejó al movimiento de Derechos Humanos que se forjó en los años oscuros de la dictadura militar y atravesó más de cuatro décadas de democracia.
Se la escuchaba hablar de “socializar la maternidad”. Un concepto que en su momento sirvió para unificar la lucha sin importar las circunstancias en que se habían producido las desapariciones, pero que más adelante la encaminaron a embanderarse en las peleas del presente, abrazando como legado generacional inverso la militancia de aquellos hijos que ya no estaban y dando un paso más allá de la inclaudicable búsqueda de memoria, verdad y justicia.
Hebe salió a la calle en 1977 cuando desaparecieron Jorge y Raúl y en el camino se encontró con otras mujeres en las mismas búsquedas para enfrentar a la dictadura militar sin medir las consecuencias y superando el temor.
Por eso siempre dijo que fueron los hijos los que la parieron. Fue el momento en el que Quica Pastor, esa ama de casa que vivía en el barrio El Dique sin más preocupaciones que las domésticas, se convirtió en Hebe de Bonafini, la inquebrantable luchadora que marcó una época y entristeció este domingo con su muerte, a pocos días de cumplir 94 años.
La ausencia de Hebe abre a partir de ahora un hueco imposible de llenar para quienes la acompañaron y la admiraron. Pero también para quienes pudieron haberse distanciado en algún momento del camino y hoy reconocen es su tesón a uno de los pilares de la construcción de la democracia tras la dictadura más sanguinaria.
Y en ese reconocimiento están incluidas las diferentes peleas que las Madres, con Hebe a la cabeza, dieron en los distintos momentos que lo creyeron necesario, poniendo el cuerpo, siempre en la calle.
Las escenas de las mujeres de pañuelos blancos soportando el embate de la caballeriza durante la sangrienta represión del 19 y 20 de diciembre de 2001 son ya parte de la memoria colectiva nacional y trascendieron las fronteras. Allí estaba Hebe.
En La Plata, es recordado el fuerte reclamo que la presidenta de las Madres encabezó el 20 de febrero de 1996, cuando en medio de una conflictiva asamblea universitaria cientos de estudiantes fueron reprimidos y otros tantos quedaron detenidos durante varias horas en las dependencias policiales de 1 y 60.
Son apenas muestras de las peleas a las que Hebe se sumó a lo largo de su vida y excedieron por mucho el reclamo de aparición con vida de sus hijos. Salió a la calle contra el neoliberalismo en los años 90, se sumó a las primeras manifestaciones piqueteras, defendió a los jubilados, fue a las cárceles, rechazó las leyes de impunidad y los indultos y participó de decenas de peleas obreras. A lo que sumó el trabajo desde la Asociación, con la creación de la Universidad de las Madres como uno de los hitos.
La plaza como escenario de manifestación es una marca imborrable en su línea política. El lugar donde expresar y dejar sentadas sus miradas. Con su infaltable presencia en las marchas de los miércoles, alrededor del monumento de la Plaza San Martín de La Plata, y los jueves en la porteña Plaza de Mayo.
O con las Marchas de la Resistencia de 24 horas seguidas, una herramienta que las Madres crearon en 1981, en plena dictadura militar; sostuvieron hasta 2006, cuando las suspendieron al considerar que “el enemigo no estaba más en la Casa Rosada”, en reconocimiento al gobierno de Néstor Kirchner; y retomaron ente 2015 y 2019 en el gobierno de Mauricio Macri.
Un recuerdo más íntimo de Hebe remite a un carácter fuerte y a su incorrección política deliberada que podía intimidar en el primer contacto. Se enojaba si algo no le gustaba, pero los vínculos afectivos aparecían rápidamente en una buena conversación.
Sus posiciones férreas respecto a las decisiones que tomaron a lo largo de los años las distintas organizaciones de derechos humanos la llevaron a discutir fuerte e incluso distanciarse de otras figuras tan irremplazables como ella.
El tiempo, que a veces sana, la encontraron con buenos acercamientos con otras dos referentes de La Plata, quienes desde sus lugares también cimentaron el mismo camino.
Con la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto ayudó el apoyo que ambas dieron a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Con la fundadora de esa misma asociación, Chicha Mariani, se reencontró en un memorable te compartido después de 29 años sin hablarse para reconstituir los lazos de amor que habían tenido. Fue un encuentro cargado de historias y recuerdos en el que hablaron de aquel distanciamiento y Hebe reconoce su naturaleza: “Es cierto, siempre fui una desbocada”.