Un 17 de enero de 1982 en un hipódromo de Medellín su corazón dijo basta y se transformó en leyenda. En Estudiantes y en Nacional, el conjunto colombiano de aquella ciudad, su nombre quedó grabado a fuego, porque con su trabajo y su inteligencia construyó equipos que quedaron en la historia y, lo que es más fuerte aún, dejó un legado que las generaciones posteriores cumplieron al pie de la letra.
Zubeldía, cuentan los que lo conocieron, era un hombre sencillo, simple, de una gran capacidad de trabajo, gran armador de grupos y de frases que dejaron una enseñanza imborrable.
Un 15 de enero de 1965 firmó su contrato con Estudiantes y a partir de entonces escribió una historia largamente conocida. Apenas se convirtió en entrenador del Pincha lanzó una de sus más célebres frases, dijo que "en el fútbol no hay secretos" y agregó tajante: "El único secreto es trabajar, formar una unidad de grupo y convencerse de que hay que cubrir toda la cancha".
Zubeldía, el DT más exitoso de la historia albirroja dejó algunas reflexiones que merecen ser recordadas: "A la gloria no se llega por un camino de rosas", "La superación es el mandato de la juventud", "Lo primordial en esta profesión es ser justos. Nadie debe sentirse desplazado ni mucho menos. Los titulares y los suplentes deben trabajar a la par", "Aquel Estudiantes no tenía misterio ni laboratorio, como se dijo mal muchas veces. A equipos iguales, gana el que más trabaja y el que está más organizado", "La única verdad es ganar. Lo importante es competir es una frase para los ótarios y creada por los perdedores", son algunas de los mandamientos que dejó a su paso por el León.
"Si hacemos lo que tenemos que hacer nos va a ir bien. Si no, van a tener que ir a trabajar, pero de verdad", les dijo incluso Zubeldía a los jugadores que viajaban todos los días desde Capital Federal a La Plata el día que los citó a las 6 para que vieran a la gente que bajaba de los trenes en Constitución para ir a sus trabajos y también dejó conceptos claros de lo que era el fútbol de su equipo: "Acepto que Estudiantes tiene un estilo que no gusta. Reconozco que, cuando emplea la jugada del offside, el suyo es un juego destructivo que anula y desgasta a los adversarios. Pero no lo hace con un criterio solamente defensivo. Todo lo contrario. Frente a rivales que saben jugar o son peligrosos tirando centros, evitamos embotellarnos en la defensa. Salimos en bloque por dos motivos: para dejarlos en offside y para recuperar la pelota lejos de nuestro arco".
"Al jugador hay que hablarle siempre, explicarle las razones de cada determinación. Cuanto mayor sea el contacto del técnico con el futbolista, mejor marchará el grupo; será más difícil el resquebrajamiento porque hay diálogo, se habla de frente, se justifican cosas", sostuvo sobre una de las máximas que todavía hoy en día ponen en práctica muchos entrenadores.
Según cuentan era un hombre callado pero defensor acérrimo de sus ideas y de sus jugadores. No permitía que se les faltara el respeto y por eso una de sus frases lo pinta de cuerpo entero: "Hay un señor que escribe en una revista que nosotros somos previsibles, aburridos y los promotores del asesinato del juego. A él le comento que seremos previsibles pero nadie nos gana, seremos aburridos pero llenamos las canchas y seremos asesinos pero gracias a nosotros el fútbol argentino está más vivo que nunca". "Estudiantes de 1967 y 1968 fue sensacional. En Inglaterra fuimos campeones del mundo y eso no se puede conseguir con antifútbol", solía dejarle en claro también a sus detractores.
Pasaron 40 años de la muerte de un prócer de Estudiantes, un club que lo honra a cada minuto con la cultura del trabajo como leit motiv.