El caso de Fernando Báez Sosa sigue conmocionando a todo el país. Habiendo transcurrido más de 530 días de muerte del joven, los acusados del homicidio se encuentran alojados en cárcel de La Plata.
El caso de Fernando Báez Sosa sigue conmocionando a todo el país. Habiendo transcurrido más de 530 días de muerte del joven, los acusados del homicidio se encuentran alojados en cárcel de La Plata.
Actualmente, Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Luciano Pertossi, Lucas Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Blas Cinalli y Ayrton Viollaz pasan sus días en la Alcaidía Departamental N°3 de Melchor Romero. Todos están imputados como coautores del delito de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas”.
El episodio se registró este lunes por la tarde en la sede del Banco Credicoop ubicada en diagonal 73 y boulevard 82.
El delincuente se dio a la fuga, pero fue detenido horas después en La Plata luego de que la víctima radicara la denuncia. Los detalles del brutal ataque.
Los investigadores y seguidores del caso aseguraron que también comparten un celular que circula entre las cuatro celdas de tres metros por tres metros en las que se encuentran detenidos. Aisladas del resto de la población carcelaria, son ocupadas de a dos.
El teléfono móvil lo hacen circular para establecer una de las dos maneras que poseen para comunicarse con el mundo exterior. La otra es la visita semanal que realizan sus familiares cada lunes, entre las 8 y las 12, en donde únicamente tienen autorización para hacerlo sus mamás, papás, hermanos y hermanas o novias.
Tal como publicó TN.com.a r, fue al principio de la detención que sólo uno de ellos había anotado a una novia como visita, pero desde hace unos meses que la chica no va más. A su vez desde el inicio de la pandemia, las visitas higiénicas en la cárcel de Melchor Romero quedaron suspendidas.
El grupo permanece alojado en el pabellón N° 6. De lunes a viernes, al igual que el resto de los detenidos, cuentan con tres horas de patio. Es ese el único espacio en el que los ocho profundizan el vínculo grupal. Según indican los policías y guardiacárceles, “no hay un líder definido y sí un pensamiento común, uniforme y alineado que abraza los mismos miedos e incertidumbres”.