"Ahora vas a ver lo que te pasa". Con esa frase, y otras amenazas, un grupo de presuntos barras de Gimnasia y Esgrima La Plata intentó tomar por la fuerza dos pizzerías de la reconocida firma Las Valkirias. Según reza la denuncia que investiga la Justicia platense y a la que tuvo acceso 0221.com.ar, todo comenzó el pasado 29 de octubre cuando una persona -identificada como F.G.- se presentó en la sucursal de 17 y 63, y manifestó ser el nuevo dueño de la sociedad -la cual está compuesta por tres socios- luego de adquirir el 13% de las acciones.
No solo eso sino que también aseguró tener influencias en la barra brava de Gimnasia, pese a que hinchas que integran dicho grupo aseguraron a este medio que no pertenecen a ese sector. Además, expresó contar con dinero para la apertura de diez locales comerciales con el mismo nombre y rubro, y que, de no continuar la actividad comercial en 17 y 63, llamaría a Luis Barrionuevo para impedir la prestación normal y habitual de tareas, exhibiendo el número telefónico del dirigente sindical, agendando en su celular.
Frente a esta situación, uno de los socios del negocio -identificado como G.S.- le indicó que los dueños eran los tres integrantes de la sociedad -él mismo incluido- y que no existía ninguna notificación formal de la adquisición de las acciones, por lo que le pidió que se retirara del local.
El sábado 30 y domingo 31, F.G. regresó a la pizzería, esta vez junto a su hijo -identificado como L.G- y otras 20 personas. De acuerdo a la denuncia, "L.G. se sentó frente al cajero y mostró una actitud amedrentadora durante toda la noche". Por esta razón, G.S. le preguntó a su otro socio y vendedor de las acciones -identificado como M.P.- quién era esa persona y le recriminó que "así no se manejan las cosas" y que "esto no es un kiosco".
Las amenazas continuaron los días subsiguientes: el lunes 1° de noviembre, F.G acudió a ambos locales y se adjudicó ser el dueño frente a los empleados, haciendo lo mismo el martes 2 y miércoles 3. Debido a esto, los verdaderos propietarios de los locales le manifestaron que, hasta tanto no se resolvieran las cuestiones entre ellos, no concurriera más. Además, le explicaron que M.P. no podía vender su participación en 17 y 63 por tratarse de "una sociedad irregular", que el negocio era gerenciado por ellos y que, hasta que no se aclarara la situación, evitara dar órdenes al personal y generar un clima hostil y de confusión.
Ese mismo día a la noche, uno de los socios aseguró que M.P. le pidió 80.000 pesos al cajero. Sin embargo, este último le dijo que, antes de darle el efectivo, tenía que consultar con el resto de los dueños, ya que este tipo de maniobras no era algo habitual. A pesar de esto, M.P. le habría indicado que, si no se lo entregaba, lo iba a tomar por la fuerza, por lo que el cajero -sintiéndose intimidado- se lo dio.
El jueves 4, F.G. acudió a la sucursal de 8 y 61 mientras que su hijo, L.G., se presentó en la de 17 y 63. Ambos amedrentaron a los empleados, según indica la denuncia. Por este motivo, el socio F.C. le dijo a F.G. que no tenía nada que hacer en el comercio y que no tratara mal a la encargada. Ante esto, F.G. le habría dicho “ahora vas a ver lo que te pasa”.
Lo cierto es que, tras esta secuencia, el presunto barra se fue y, aproximadamente una hora después, acudió al negocio en el que estaba su hijo junto a diez personas vestidas con camisetas de Gimnasia. Allí, de forma intimidante, le habría dicho a G.S.: "Esto es porque F. me apretó y a mí no me aprieta nadie, ahora vas a ver". Tras retirase, una custodia de cuatro personas se quedó frente al local a bordo de un Peugeot 207, "mirando hacia el local de manera amenazante", según reza el documento.
Frente a esta situación, F.C. llamó al 911 para denunciar todo lo ocurrido. Sin embargo, el viernes 5, cerca de las 20, F.G. volvió a presentarse en el local de 8 y 61 con un grupo de 20 personas, todas con camisetas de Gimnasia, y habría increpado al personal que estaba trabajando con frases como "¿qué me mirás?", "te voy a matar" y "pedime disculpas". No solo eso sino que también se habrían levantado las remeras, mostrando armas de fuego en la cintura.
Luego, se habría acercado al socio G.S. para decirle: "¿Viste lo que está pasando? Por qué no vas a hablar con M.?”. No obstante, G.S. le respondió que no tenía nada que hablar con él.
En este contexto, y a raíz de las amenazas de muerte y el miedo que les generó a los dueños esta situación, se tomó la decisión de cerrar ambos locales "para proteger la integridad del personal". Además, le solicitaron a la UFI N° 2 una medida restrictiva para F.G. y su hijo, con prohibición de acercamiento a los dos negocios, ya que tanto los empleados como los propietarios temen sufrir un ataque armado.