Cansados del destrato policial que con regularidad los obliga a defender a la fuerza la única fuente de ingreso que les permite sobrevivir en nuestra ciudad, los senegaleses que forman parte de la numerosa comunidad en La Plata buscan salir de la calle dándole forma a un emprendimiento de costura que necesita de un apoyo inicial para hacerse realidad. Bamba, uno de los referentes africanos, lleva más de 15 años como costurero y tiene en mente un proyecto que sería el puntapié inicial para formalizar el empleo de muchos compatriotas que, al igual que él, cuentan con la capacidad pero no los medios para trabajar.
"Básicamente lo que quieren es salir de la calle porque están cansados de luchar con la policía", resume un platense cercano a los africanos que los asesora en cuestiones de derecho, en el marco de la misma discriminación de siempre y la violencia con que las fuerzas de seguridad los persiguen con insistencia. "Están muy preocupados por eso. En todo momento ellos remarcan que saben hacer muchas tareas que lamentablemente no pueden demostrar por falta de recursos, como por ejemplo construcción y costurería, entre otras", agregan.
En diálogo con 0221.com.ar, Cheikh Gueye -uno de los que mejor habla español y quien encabeza continuamente la defensa por los derechos de los inmigrantes africanos- explicó que esta idea surgió de la cabeza de Khadim Bamba Leye, otro de los senegaleses que lleva siete años acá y hace quince inviernos que se dedica a la costura.
"La idea es de Bamba, él es costurero y desde hace un par de semanas está buscando ayuda de voluntarios para poder hacer su negocio y empezar un emprendimiento que les permita trabajar a él y a varios chicos más que también saben hacer tareas de costura", contó Cheikh. "Él lo que necesita es gente voluntaria que lo ayude a difundir su trabajo, gente que lo contrate, que lo apoye, que le alquile un local, que valoren su trabajo", agregó a grandes rasgos.
Desde la Coordinadora Migrante de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP insistieron en describir la grave situación que está atravesando una gran parte de los casi 300 senegaleses que viven en La Plata.

"No están pudiendo trabajar, solo están saliendo algunos, les sacan las cosas y no saben qué hacer. Hay muchos chicos que saben de costura, sobre todo Bamba. Lo que quiere es salir de la calle y trabajar en este ámbito de la costura. Bamba estuvo haciendo barbijos hace un tiempo, corta y cose bastante bien, lo hace muy rápido, pero su limitación es el tema de las máquinas: tiene una sola máquina que trabaja en línea recta y para trabajar sobre una camisa necesita por lo menos dos tipos de máquinas", ahondaron.
Por eso concretamente están empezando a buscar apoyo para crear una cooperativa que emplee a muchos otros como él que tienen todos los conocimientos y la práctica para coser todo tipo de prendas. "Bamba quiere trabajar de eso, hacer pedidos, darle trabajo a más senegaleses que también lo saben hacer, pero necesitan máquinas", le remarcaron desde la Coordinadora a este portal. "Las máquinas ellos las quisieran comprar, con lo cual necesitan plata, algún préstamo, conseguir alguna donación; creemos que se podrían gestionar convenios con empresas o el mismo Estado, que le soliciten prendas de ropa y ellos puedan hacerlas".

Quienes los asesoran imaginan una cooperativa para que este proyecto sea viable y puedan ir saliendo de la calle, demostrando que están dispuestos a realizar todo tipo de tareas que nada tienen que ver con la venta ambulante.
La máquina que ahora tiene Bamba es una máquina industrial que hace poco la compró usada gracias a todos los barbijos que estuvo haciendo en cuarentena. "Bamba lleva 15 años como costurero, lo aprendió con su hermano en Senegal", le contaron a este medio.

Pero lo cierto es que en La Plata nunca pudo trabajar con comodidad en este rubro porque no cuenta con las máquinas y condiciones necesarias. Por eso apunta a poder darle forma a este proyecto que sacaría de la calle a muchos como él, en el marco de una situación angustiante en la cual la pandemia los deja doblemente en jaque, en la permanente lucha por salir a las veredas para ganarse unos pesos que les permitan comer y a la vez enviar a sus familias en África, el único objetivo por el que tuvieron que pisar suelo argentino.