Familias que hasta las últimas horas vivían en un campo situado en 60 y 183 decidieron volver a la ciudad porque están cansadas de los robos. Pidieron asfalto, luces y seguridad, pero la situación se les tornó insoportable.
"Pedimos presencia policial, arreglo de calles, luminarias y una garita de vigilancia si es posible", dijo Federico, uno de los vecinos.
Se trata de un terreno de diez hectáreas en 60 y 183 que era un predio rural y fue loteado por sus propietarios hace dos décadas. Con el tiempo se fue poblando muy lentamente, incluso pasando 185. Hoy todas esas familias están padeciendo lo mismo y ya hay algunas que decidieron abandonar su hogar.
El año pasado los robos comenzaron a ser más violentos, con grupos de delincuentes que esperaban a los propietarios y los terminaban amenazando con armas.
A raíz de todos los ataques que fueron sufriendo pudieron organizarse y reunirse con las autoridades policiales y municipales, pero muchos están resignados: "La policía no tiene móviles, no tiene personal, no tiene nafta, así es muy difícil", dijeron a El Día.