Una cuestión de jurisdicción policial en combinación con los efectos de la cuarentena por la pandemia, convirtieron a un sector de la ciudad, ubicado entre la Estación de Trenes de 1 y 44 y la zona de las facultades de Ingeniería, Exacta y Arquitecturas de la UNLP, en una tierra de nadie donde los robos a las viviendas son cosa de todos los días. Y la puerta de ingreso de los delincuente es la vía ferroviaria que pasa por la franja que separa a esas cuatro manzanas del Hipódromo.
La última denuncia que le dio visibilidad a una situación que es histórica pero se potenció en las últimas semanas, fue una seguidilla de robos en "Casa Abierta", un centro cultural creado hace algunos años con el objetivo de preservar el valor patrimonial de una vivienda ubicada en 47 entre 115 y 116 y que por estos hechos ve peligrar la posibilidad de continuar con la actividad una vez que la situación sanitaria se normalice.
En ese lugar todo empezó el domingo pasado, cuando uno de sus propietarios, Pablo Morosi, llegó a la casa y detectó que el lugar había sido objeto de un robo. Ese mismo mismo día hubo otra intrusión y al menos dos hechos similares se repitieron durante la semana. La modalidad siempre fue la misma, el ingresó por el paredón del fondo, que linda con las vías del tren de carga que une la Estación con la zona de la destilería de YPF.
Los hechos fueron denunciados en la seccional primera, pero nunca se hicieron la pericias en el lugar. En tanto los pedidos de mayor presencia policial en la zona por donde se producen los ingresos no tienen respuesta: por ser terrenos del Ferrocarril no puede ingresa la policía provincial y sólo podría hacerlo al Federal.
Eso coloca a los habitantes de ese sector de la ciudad en una posición sin solución. "Es el Triángulo de las Bermudas", grafica con indignación Morosi, quien incluso se comunicó con autoridades del área de Seguridad de la Municipalidad de La Plata que explicaron ese problema de jurisdicción.
De todos modos, el secretario de Seguridad de la Municipalidad, Dario Ganduglia, informó a 0221.com.ar que ya se comunicó con el titular de la seccional Primera para plantearle la situación.

Casa Abierta no es la única propiedad que lo ha sufrido. Casi todos inmuebles que tienen acceso por las calles 47, 46 o 45 tienen como fondos un paredón que los separa de las vías. Esas empalizadas, en tiempos en que prácticamente no hay movimiento por la cuarentena, son vulneradas con facilidad. En el caso de la casa patrimonial de la familia Morosi, los ladrones se tomaron el tiempo de eliminar una protección extra que tenía el muro: una gruesa mata de cactus que impedía acceder a la pared.

La casa, ubicada en 47 entre 115 y 116 se encuentra preservada como espacio cultural abierto a la comunidad, aunque actualmente está cerrada al público debido a la situación de cuarentena. Sus propietarios, sin embargo, suelen ir una o dos veces por semanas para mantener el lugar ordenado y prolijo.

El hecho significa un golpe que pone en peligro la continuidad de las actividades culturales en un contexto que resulta desfavorable en muchos niveles. "Esto, más allá del robo, es un golpe al ánimo porque implica que será difícil sostener una idea que nació para lograr preservar la casa de un modos sustentable. Nos obliga a pensar en la venta", definió.

Después del robo, varios de los vecinos que pasaron lo mismo se empezaron a juntar y a contar sus experiencias, muchas de ellas marcadas por el miedo. Y en todos los casos la puerta de entrada de los delincuentes es la misma, la vía que se abre desde 1 y 44 y se interna hacia la zona del bosque siguiendo una franja que a juzgar por las respuestas dadas hasta ahora parece tierra de nadie.