domingo 06 de julio de 2025

Historia de desidia, desolación y muerte: así está hoy el intransitable Camino Negro

Las localidades de Villa Elisa y Punta Lara  se encuentran conectadas por la Ruta Provincial 19, también conocida como “El camino de la muerte”. Se trata de un sinuoso sendero de asfalto de unos 10 kilómetros de extensión, que guarda infinidad de secretos y misterios.

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La historia moderna del Camino Negro se remonta a la década del '60, periodo en el que se llevaron a cabo las obras de pavimentación que permitieron acortar las distancias entre ambos puntos y unirlos en apenas unos pocos minutos.

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Del lado platense, el ingreso se ubica a unos escasos metros de la bajada de la Autopista La Plata-Buenos Aires, como una continuidad de la calle 415 bis. Un simple cartel azul con letras blancas, situado a un costado, da la bienvenida anunciando la entrada a la Reserva Natural.

Del lado ensenadense, el acceso pasa casi desapercibido debido a la falta de señalización y las tupidas ramas de los árboles que parecen cobijarlo.

Quien se aventure allí de día, puede percibir en el ambiente una tensa calma por más que se escuche el canto de los pájaros y el soplido del viento. Sin embargo, de noche el lugar se transforma en una verdadera boca de lobo que acentúa las dificultades para poder transitarlo.

A medida que pasan los kilómetros, se hace hace más evidente la desidia y el abandono que sufre la ruta, con baches de un tamaño tal que, en un día de lluvia, pueden llegar a transformarse en pequeñas lagunas. Con los años, a su vez, se ha convertido en un cementerio de animales, autos, escombros y basura. Hasta la aparición de maniquíes amputados, toda una rareza.

Fue en la década del '70 que la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y la Dictadura comenzaron a utilizar el camino como sitio para matar y desaparecer personas.

En octubre de 1975, una joven fue hallada asesinada a balazos: era Graciela René Astorga (20), una alumna de quinto año del Colegio Nacional Mixto de Ensenada. Tenía, según las crónicas policiales, "disparos en la cabeza". Dos días después, se encontraron los restos de otra chica que estaba desaparecida: Susana Aurora Zanandrea (17), estudiante del Liceo Víctor Mercante. Eran amigas y la menor de ellas acaba de romper una relación con un integrante de la derechista organización política CNU.

Pero si de persecución política se trata, el caso más resonante fue el crimen del dirigente de ATE Luciano Sander, ocurrido en junio de 1976. Había sido secuestrado junto a otros cuatro militantes y sus cuerpos fueron arrojados al camino desde un helicóptero.

La llegada de la democracia no implicó un cambio en el uso de la ruta aunque sí los motivos de las muertes y apariciones. El 18 de noviembre de 1992, en un canal lindero, hallaron la escopeta Víctor Sarrasqueta con la que el odontólogo Ricardo Barreda perpetró el cuádruple femicidio de su esposa, su suegra y sus dos hijas.

El 15 de marzo de 2000, la Policía halló la cabeza y los brazos de Roxana Dos Santos, una joven de 22 años por cuyo crimen fue a juicio y absuelto el regente de un cabaret de la zona de la Terminal y la Estación de Trenes. Había sido asesinada y descuartizada en el barrio La Favela.

Sin embargo, uno de los casos más emblemáticos se dio a comienzos de 2019. La desaparición de la odontóloga berissense Gisella Solís Calle (47) mantuvo en vilo a todo el país durante 14 días. El 29 de enero, la mujer apareció enterrada a la vera de la ruta y todas las sospechas recayeron sobre su pareja, Abel Casimiro Campos (55), quien se suicidó poco antes del hallazgo en un hotel céntrico.

Tal como se puede ver, la historia del Camino Negro ha estado marcada por la tragedia y su topografía está relacionada con los hechos allí ocurridos. Como era de esperar, la falta de mantenimiento le ha permitido a la naturaleza recuperar el terreno perdido, abriéndose paso y devorando amplios tramos del trazado. Quien ingresa aquí contra su voluntad, rara vez vuelve a salir.

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