"Era temprano a la mañana cuando Camilo, aspirante a guardavidas de nuestra escuela, se dirigía a una consulta con el dentista. Llegando a 8 y 40 vio a un señor desplomado contra la vereda. Junto a él se encontraban dos policías. Inmediatamente se acercó, se identificó e inició el protocolo aprendido en su formación", contaron desde la Asociación Mutual Guardavidas Argentinos Asociados (AMGAA) que funciona en La Plata.
Una vez confirmado que el SAME estaba llegando, Camilo se acercó al hombre y tomó sus signos vitales: no respiraba, no tenía pulso. Al instante le realizó maniobras de Reanimación Cardio Pulmonar (RCP), logrando a los dos minutos que la víctima exhalara.
Sin embargo, la situación no había cambiado. El hombre seguía sin pulso, por lo que el joven continuó realizándole maniobras de emergencia hasta que finalmente la ambulancia del SAME acudió al lugar.
"Me sentí muy seguro, nos enseñaron todo el año a prepararnos para estas cosas pero nunca pensé que me iba a tocar en estas circunstancias", contó el joven aspirante a guardavidas. "En otro momento no sé si lo hubiera hecho, me paralizaba, veía al señor y no sé si me quedaba. Esta vez me sentí muy seguro conmigo mismo y eso fue increíble", agregó.
Su labor fue clave para mantener con vida al hombre hasta que llegó la ambulancia. De hecho, eso resaltó uno de los médicos del SAME: "Fue bueno que estuvieras ahí en ese momento porque sabías cómo actuar y lo pudiste mantener vivo hasta que llegamos", fueron sus palabras.
Desde la AMGAA destacaron que "los guardavidas lo somos los 365 días del año. Ser guardavidas implica estar atento para poder ayudar al prójimo en cualquier momento. Cuando salvamos una vida no solo es solo una vida, sino decenas de vidas de familiares, amigos, compañeros y todos aquellos que se relacionan con la persona que logramos socorrer".