martes 19 de marzo de 2024

El relato, la intimidad y los detalles del día en que Maradona casi se muere

Una crónica en Infobae con la palabra del mejor jugador de todos los tiempos grafica las horas más complicadas de su vida, cuando tuvo que ser internado de urgencia por una arritmia de miocardio. "Soy el ejemplo de lo que no hay que hacer. Entrás en la droga en un segundo, salir te puede costar toda la vida", reflexionaba el Diez entre lágrimas.

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El 10 de enero de 2000 el actual director técnico de Gimnasia llegaba desde Punta del Este para internarse en el Fleni acompañado por Claudia, doña Tota, Lalo, Guillermo, Anita, el Turco y don Diego. "En el brazo izquierdo tiene inyectado un suero color rosa. Otra bolsa que cuelga tiene escrito en tinta colorada B12 y B6, las vitaminas que le pasan por vía intravenosa. Maradona está en la cama con una remera verde con la estampa del número 2000: 'Y pensar que cuando brindaban todos decían: ‘Será un gran año’, y yo casi no llego ni a vivir dos días. El 2000 casi me queda sólo en la remera'", recuerda aquel portal.

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“El de arriba me dio una nueva oportunidad”, decía Diego. "¿Sabés qué me pasó? Tuve un sueño. Soñé que había escalado la cima del Aconcagua. Que estaba parado bien en la punta. Y que me balanceaba y podía caerme para la derecha o para la izquierda. De un lado, abajo, había una grieta. Del otro, el vacío. Finalmente, me caía. Y cuando empezaba a caer, quedaba enganchado de la punta. Como pinchado. Y me salvaba. Es un sueño para un psicólogo, ¿no?", contaba y analizaba: "Quizás que tengo una nueva oportunidad. Hoy estoy aquí porque así lo quiso El de Arriba. Pero El Barba me dio tanto, tanto, que ya me da miedo pedirle más. Igual, siento que siempre hay una nueva oportunidad en la vida".

"Todo el tiempo sentí el dolor de dejar a mis hijas, de dejar a mi mujer, a mi mamá, a mi papá, a mis hermanos, a los argentinos que amo. Sentí el dolor de perder a amigos como Guillermo (Cóppola), Enzo Francescoli", continuaba. "Hablaban de sobredosis. Hablaban de coma. Hablaban de mi corazón, de que si lo tenía ensanchado, muerto, resucitado. Todos tocaban de oído. Pero igual buscaban la palabra: sobredosis. La sobredosis no existe. Se puede crear una sobredosis de cocaína a través de una gran ingesta y de otras cosas. Pero yo no estoy en ese palo", detallaba.

"Quiero dejar ya, quiero dejar ya (lo dice mirando al techo, casi como una súplica). Veo a mis hijas y no puedo hacer barbaridades. No puedo dejar de cuidarme por Dalma y Gianinna", se refería a la cocaína. "No me quiero morir. Por Dalma y Gianinna no me quiero morir. Por las únicas dos mujeres que daría ya, ya la vida ... ya, ya. Si me dicen: “Diego, mirá: si no te morís o no te matás o si no te mato ahora, Gianinna queda manca”. Entonces pum (hace gesto como si tuviera un arma): Diego queda muerto, ¿entendés?", seguía la charla.

"Me levanté con la cara hinchada. Así de grande. Me sentía mal. Fui a verlo a Guillermo. Y después fuimos al Cantegril… (hace referencia al sanatorio en Punta del Este). Le contaba al doctor qué me había pasado y que tomé algunas pastillas la noche anterior. Una pastilla y media para dormir y de las otras para la erupción en la piel", narraba.

"Quiero seguir vivo por Dalma y Gianinna. Porque las quiero ver crecer. Quiero disfrutarlas. Y no lo estoy haciendo. Les pedí perdón porque les fallé. Porque les prometí un lindo verano y casi me muero. Imaginate que yo quería regalarles un show de fuegos artificiales, hasta mandé a averiguar precios, y no lo hicimos porque había que traerlos de Montevideo. Quería que fuera el mejor verano y les fallé", explicaba.

Los resultados de los estudios determinaron que el cardiólogo y director de la clínica, Carlos Álvarez, diagnosticara una “miocardiopatía dilatada tóxica por abuso de cocaína y probablemente abuso de alcohol”.

"No quiero aparecer como víctima porque soy el peor de todos. Pero después que nacieron las nenas, Claudia se dedicó a ellas muchísimo. Y la quiero y la admiro por eso, pero yo sentí que ya no me prestaba atención, que ya no le importaba tanto. Claro que las nenas estaban primero… Yo no sé pedir auxilio, me cuesta. Eso hizo que nos fuéramos distanciando. Yo necesitaba pedirle auxilio, para que me ayudara a cuidarme y a corregirme también. No quiero ser dramático, pero sentía que ni ella me daba bola, ni Dalma me daba bola, ni Gianinna me daba bola. Entonces me fui descuidando cada vez más", contaba Maradona, dando a entender que se sentía solo por aquel entonces.

En la nota publicada en Infobae el relato detalla cómo fueron esos días en donde Diego estuvo internado, con gente afuera que coreaba su nombre y con la visita constante de los médicos y de Guillermo Cóppola. "Este infierno es el que le queda a los chicos: soy el ejemplo de lo que no hay que hacer. Entrás en la droga en un segundo, salir te puede costar toda la vida", concluía El Diez.

 

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